La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 53—La verdadera prueba de la predicación

Una vida piadosa, la mejor evidencia en defensa de la verdad—No es suficiente argüir en defensa de la verdad. La evidencia más eficaz de su valor se ve en una vida piadosa; sin esto, las afirmaciones más concluyentes carecerán de peso y de poder persuasivo, pues nuestra fortaleza radica en estar relacionados con Dios por su Espíritu Santo, y la transgresión nos separa de esa sagrada proximidad, a la Fuente de poder y sabiduría.—Comentario Bíblico Adventista 2:992. VEUC 331.1

La predicación hipócrita—Predicar lo que no practicamos, no es sino confirmar a los pecadores en su impenitencia. Las exhortaciones más fervientes para andar en la luz, serán desatendidas, si el predicador mismo descuida seguir la luz que Cristo le ha dado.—The Review and Herald, 20 de junio de 1882. VEUC 331.2

Solidez de carácter—Los que trabajan por Cristo, han de ser hombres y mujeres de gran discreción, de manera que los que no comprenden sus doctrinas, se sientan inducidos a respetarlos y considerarlos como personas desprovistas de fanatismo, desprovistas de tosquedad e impetuosidad. Sus discursos y conducta, así como sus conversaciones, deben ser de tal naturaleza, que guíen a los hombres a la conclusión de que estos pastores son hombres de pensamiento, de solidez de carácter, hombres que temen y aman, a su Padre celestial.—El Evangelismo, 129. VEUC 332.1

Necesidad de una experiencia personal—Cada pastor del rebaño de Dios debe dar un testimonio claro y fiel. El estado del corazón debiera ser nuestra primera y ferviente preocupación. “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca, se confiesa para salvación”. Romanos 10:10. Pero la sola palabrería no es nada. Predicar la Palabra y luego obrar contra la Palabra, hace que la Palabra no ejerza ningún efecto. El conocimiento de labios, las formas y ceremonias, son de poco valor, si Cristo no mora en el alma. VEUC 332.2

Debemos velar por las almas como si tuviéramos que dar cuenta. Debemos santificar a Dios, el Señor, en nuestro corazón. Entonces seremos hombres y mujeres de fe, oración y poder. Hay una gran obra que hacer. El corazón debe ser fielmente vigilado, de otra manera reinará en su interior el orgullo y la rebelión. El mal externo despertará el mal interior, y el alma vagará en su propia confusión, echando la culpa a otro, del resultado de su propio curso de acción, no cristiano.—Manuscrito 11, 1899. VEUC 332.3

Cristo como el gran centro—Aquellos, que no han trabajado completamente consagrados a Dios han perdido mucho, y no han podido comunicar a la iglesia, los principios correctos del cristianismo. No han estado escondidos en Cristo. Los que manejan cosas sagradas, no están creciendo en la gracia, ni el conocimiento de las profundas verdades de la Palabra de Dios, alcanzando la completa estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. No alcanzan la medida divina. Algunos han predicado desde el púlpito, pero han fracasado en alcanzar a la gente, porque no han tenido el poder santificador de Cristo en su propio corazón. No han llegado a estar en contacto personal con la gente, y no han sido beneficiados como debieran. No todos han presentado a Cristo como el gran Centro, hacia el cual todos debieran ir, comprendiendo que es el Autor y Consumador de su redención, su todo, en todo. El resultado de su labor hace manifiesto, que no han tenido la experiencia personal profunda que debieran tener, pero necesitan una piedad más profunda y una abnegada devoción a la obra.—Manuscrito 12, 1891. VEUC 333.1

Fracaso en practicar la palabra—Los hechos hablan más elocuentemente que las palabras. El sermón que se predica en el púlpito es contrarrestado, por el sermón que se predica en las vidas de los que pretenden ser defensores de la verdad. Es por la falta de practicar las palabras de Cristo, que sobre nuestras iglesias, se cierne una maldición. Si Cristo no vive en el agente humano, entonces, cuando las circunstancias son favorables a su desarrollo, aparecen los atributos de Satanás. Una vida noble, es el sermón más poderoso en favor del cristianismo. Si viviéramos una vida tal, nuestras conciencias serían estimuladas por un contacto constante con la Palabra de Dios. Nuestras almas debieran estar familiarizadas con las normas del cielo, y debiéramos evitar cualquier curso de acción, que se aparte de lo correcto.—Carta 71, 1895. VEUC 333.2

Un constante crecimiento en la gracia—A menos que haya un crecimiento constante en la gracia, estaremos careciendo de palabras adecuadas para la ocasión. La razón por la cual, muchos de nuestros predicadores predican sermones aburridos y carentes de vida, es que permiten que una cantidad de cosas de naturaleza mundana ocupen su tiempo, y su atención. Comúniquese con su propio corazón, y luego comuníquese con Dios. A menos que haga esto, sus esfuerzos serán infructuosos, y carecerán de Cristo por las prisas no santificadas, y la confusión de las cosas mundanas.—Manuscrito 101, 1902. VEUC 334.1

Predicando y practicando—En este tiempo cada ministro de Cristo debe prestar atención a la exhortación de Pablo a Timoteo, “ten cuidado de ti mismo”, tu carácter, tus palabras, tu conducta, “y de la doctrina”. 1 Timoteo 4:16. El ministro debe practicar la doctrina que predica, a menos que necesite, que alguien le enseñe los primeros principios de la pura doctrina... VEUC 334.2

El Señor me ha dado un mensaje para ustedes. Los ministros del evangelio deben mantenerse en continua sujeción a Cristo. Pero en su estado mental actual, no están sujetos a la voluntad, ni el control de Dios. El yo, el pobre y enfermo yo, se revela a cada paso. Cuando el yo muera, la paz de Cristo tomará posesión del alma. Mientras usted sea un ministro del evangelio, está, ante Dios, bajo la más solemne obligación de ser sabio, no en su propio concepto, sino sabio en la sabiduría de Dios. VEUC 335.1

Cada día, las tendencias hereditarias hacia el mal lucharán por dominar. Cada día, usted estará en guerra contra sus rasgos objetables de carácter, hasta que no quede en usted ninguna de las cosas de las cuales necesita separarse. Entonces, pensará con sencillez y sabiamente, cómo entregarse al Señor. Verá por anticipado los males que vendrán, a menos que cambie evitando la causa que produce el efecto. VEUC 335.2

Usted necesita comprender ahora, como nunca antes, el poder suavizador y subyugador de la verdad, el carácter semejante a Cristo. Necesita comprender la guerra en la cual está participando. El poder de una vida santa está bien adelante, de todos los sermones doctrinales... VEUC 335.3

Necesitamos como nunca antes orar con el corazón y la voz del Espíritu de Cristo para que él nos use en su servicio, mediante la santificación del Espíritu. Necesitamos orar para que podamos edificar el reino de Dios, junto con nuestros compañeros. Nunca debemos estar satisfechos con nosotros mismos, sino siempre avanzar hacia arriba, tratando de obtener un fervor superior, y un mayor celo. El deseo más grande de nuestro corazón, debiera ser encontrarnos entre el pueblo manso y humilde de Dios. Entonces podremos encontrar almas, y ganar almas. VEUC 335.4

Los que ministren en palabra y doctrina, deben primero ser participantes de los frutos del Espíritu. Tenga esto en mente. Ponga freno a su disposición, y entonces la paz y el contentamiento llenarán su alma. Si usted quiere que su corazón rebose con el amor de Dios, cultive el agradecimiento por el inexpresable privilegio de conocer la verdad. Si se perdiera de vista a sí mismo, por contemplar a Cristo, sería transformado de gloria en gloria, de carácter en carácter, y se regocijaría en su amor redentor. VEUC 336.1

No tenemos tiempo para impacientarnos respecto de nosotros mismos, ni tiempo de mirar el lado oscuro. Hay almas que salvar. Debemos vivir en Cristo y Cristo en nosotros; de lo contrario, predicaremos y trabajaremos en vano. Los que son hermanos en la fe deben estar unidos, tratando de contestar la oración elevada por Cristo a su Padre. No nos impacientemos. Pongamos a un lado todo celo, toda presunción. Vistámonos de Cristo, y andemos a la luz del Sol de Justicia. Predique la Palabra. Practique la Palabra. Entonces se convertirán las almas. VEUC 336.2

Actualmente, su condición espiritual es una piedra de tropiezo para sus mejores esfuerzos. Tenemos las verdades más sublimes jamás dadas al hombre. ¿Cómo las estamos manejando? En Cristo, muertos al yo, abrid vuestra boca, y Dios la llenará. Cristo impresionará las mentes de sus oyentes. VEUC 337.1

La cooperación con Dios, significa su cooperación con nosotros. La cooperación con nuestros hermanos, da suficiente espacio para que cada uno realice la obra. Ahora se necesita mucho la cooperación. No trate de escalar al lugar más alto. Si lo hace, le será dado el más bajo. Tenga valor en el Señor. Pero no piense que usted es el único agente a través del cual él obrará. Por amor a Cristo, haga lo mejor que pueda, sin hablar una sola palabra de ingratitud contra Dios, o sus hermanos. Entonces el Señor lo bendecirá. No tenemos un momento que perder en lamentos o recriminaciones. VEUC 337.2

No comunique sus problemas a nadie, que puede no tener más sabiduría que usted mismo. Lleve sus problemas a Dios, que escucha, y responde la oración. Trabaje, trabaje en favor de esta pobre alma, y de aquélla. Saque su mente de la lectura y sus manos de la escritura. Procure la salvación de los que están por perecer. ¡Cuán fervientemente debiéramos trabajar por las almas, de las cuales debemos dar cuenta!—Carta 119, 1900. VEUC 337.3

Impacto del amor de Jesús en el corazón del predicador—Hubo discursos secos y desprovistos de Cristo, en los cuales Jesús ha sido apenas mencionado. El corazón del que habla, no está subyugado y ablandado por el amor de Jesús. Se extiende en teorías áridas. No se hace una gran impresión. El orador no tiene la unción divina, y, ¿cómo puede él conmover los corazones del pueblo? Necesitamos arrepentirnos y convertirnos. Sí, el predicador debe convertirse. Sí, debe elevarse a Cristo delante de los hermanos, y debe instárselos a mirar y vivir.—Mensajes Selectos 3:209. VEUC 337.4

El carácter como ejemplo de las palabras del Maestro—El maestro necesita una autoridad revestida de dignidad; de otra manera carecerá de esa habilidad que haría de él, un maestro de éxito. Los niños son prontos para discernir cualquier debilidad o defecto en el carácter del maestro. El comportamiento hace su impresión. Las palabras que pronunciáis no les darán el molde debido, a menos que vean en vuestro carácter el modelo.—Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, 109. VEUC 338.1

Comportamiento del maestro, reverencia de los estudiantes para con Dios—Si el que acepta la responsabilidad de enseñar, no posee todas las cualidades necesarias, pero siente la responsabilidad de su cargo, hará cuanto pueda para aprender. Cultivará la reverencia, la alegría de espíritu, y la firmeza. Sea vuestro comportamiento de carácter tal, que vuestra clase aprenda a tener pensamientos solemnes y reverencia hacia Dios. Aunque las ideas sean presentadas con simplicidad, al hablar de Dios, de Cristo, de sus sufrimientos, de su resurrección como realidades para vosotros, el lenguaje debería elevar las mentes muy por encima de las cosas terrenales, y hacerles sentir que están en la presencia del Infinito.—Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, 108. VEUC 338.2