La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 50—Se nos debe escuchar sin tener que gritar

El desgaste de los órganos vocales—Según la luz que me ha sido dada, el ministerio es un cargo sagrado y exaltado, y los que aceptan esa posición, deben tener a Cristo en su corazón, y manifestar un ferviente deseo de representarlo dignamente delante de la gente en todos sus actos, en su vestimenta, en su elocución, y hasta en su manera de hablar. Deben hablar con reverencia. VEUC 322.1

Algunos destruyen la solemne impresión que pudieran tener sobre la gente, levantando sus voces muy alto, gritando y vociferando la verdad. Cuando la verdad se presenta de esta manera, pierde mucho de su dulzura, su fuerza y su solemnidad. Pero si la voz se entona correctamente, si expresa solemnidad, y se modula hasta resultar conmovedora, producirá mejor impresión. VEUC 322.2

Este era el tono con que Cristo enseñaba a sus discípulos. El los impresionaba con solemnidad; les hablaba en forma conmovedora. Pero, ¿qué logran estos gritos vociferantes? No dan a la gente una opinión más exaltada de la verdad, y no los impresiona más profundamente. Sólo causa una sensación desagradable a los oyentes, y desgasta los órganos vocales del predicador. Los tonos de la voz, tienen mucho que ver en cuanto a afectar los corazones de los oyentes. VEUC 323.1

Muchos que podrían ser hombres útiles, están desgastando sus fuerzas vitales y destruyendo sus pulmones y órganos vocales por su manera de hablar. Algunos predicadores han adquirido el hábito de decir, lo que tienen que decir, en forma atropellada, como si tuvieran una lección que repetir y la tuvieran que dar lo más rápido posible. Esta no es la mejor manera de hablar. Cada ministro se puede autoeducar, ejerciendo el cuidado apropiado para hablar en forma clara e impresionante, sin interponer unas palabras sobre otras, sin darse tiempo para respirar. Debe hablar en forma moderada, para que la gente pueda fijar las ideas en la mente, a medida que las oyen. Pero cuando el asunto se presenta con tanta rapidez, la gente no puede fijar los puntos en su mente, y no tienen tiempo de recibir la impresión, que es tan importante que reciban; ni tampoco hay tiempo para que la verdad los afecte, como de otra manera los habría afectado. VEUC 323.2

Hablar por la garganta, dejando que las palabras salgan de la extremidad superior de los órganos vocales, irritándolos y molestándolos, no es la mejor manera de preservar la salud o aumentar la eficiencia de dichos órganos. Usted debe tomar una inspiración profunda, y dejar que la acción venga de los músculos abdominales. Que los pulmones sean sólo canales, pero no dependa de ellos para hacer el trabajo. Si usted deja que las palabras salgan de lo profundo, ejercitando los músculos abdominales, podría hablar ante miles de personas tan fácilmente, como hablaría ante diez. Algunos de nuestros predicadores se están suicidando por medio de tediosas y largas oraciones y predicaciones, cuando un tono más bajo haría mejor impresión, y les ahorraría sus propias fuerzas. Ahora bien, si sigue el impulso del momento, sin importarle las leyes de la vida y la salud, no culpe a Dios, si sufre un colapso nervioso.—Testimonies for the Church 2:615, 616. VEUC 323.3

Oraciones que todos puedan oír—A los que piensan entrar en la obra de Dios como ministros, les diría: Propónganse ser perfectos en su manera de hablar. Pídanle a Dios que los ayude a alcanzar este gran objetivo. Cuando oren ante la congregación, recuerden que se están dirigiendo a Dios, y que él quiere que hablen de manera, que todos los presentes puedan escuchar y puedan mezclar sus súplicas con la de ustedes. Las oraciones que se ofrecen con tanta rapidez que las palabras se amontonan unas sobre otras, no honran a Dios y no hacen bien a los oyentes. Que los pastores que ofrecen oraciones en público aprendan a hacerlo de tal manera que Dios sea glorificado y los oyentes bendecidos. Hablen despacio y claramente y en un tono suficientemente alto que todos puedan escuchar, y se puedan unir al decir, Amén.—Testimonies for the Church 6:383. VEUC 324.1

Hablar alto es peligroso para la salud*. Pastor Farnsworth: “¿Cree usted, señora White, que muchos de nuestros predicadores se han hecho mucho daño, por su forma de hablar?” VEUC 325.1

Ellen G. White: “Por supuesto. Lo he visto muchas veces. Mi esposo adoptó el hábito de levantar a veces mucho la voz, y parecía no poder librarse de esto. Y hay un hermano en Texas, el hermano A, que está muriendo por lo mismo, tan ciertamente como si se pusiera un cuchillo en la garganta. Desde que llegué aquí, he estado pensando en eso, y debo escribirle. VEUC 325.2

Pastor Kilgore: “Ya se lo han dicho”. VEUC 325.3

Pastor Farnsworth: “Los hay en todas las asociaciones”. VEUC 325.4

Ellen G. White: “En mis años jóvenes acostumbraba a hablar muy alto. El Señor me mostró que no podría hacer una debida impresión sobre la gente, hablándoles en un tono antinatural. Entonces me fue presentado Cristo, y su manera de hablar. VEUC 325.5

Había una dulce melodía en su voz. Su voz, expresada con calma y sin prisa, alcanzaba a los oyentes. Sus palabras penetraban sus corazones, y podían captar lo que decía, antes que se pronunciara la siguiente oración”.—Manuscrito 19b, 1890. VEUC 325.6