Testimonios para los Ministros

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El señor viene pronto

El fin de todas las cosas se acerca. El Señor viene pronto. Ya sus juicios se están sintiendo en nuestra tierra. No sólo debemos hablar de la venida de Cristo, sino que en cada acción hemos de revelar el hecho de que él pronto ha de manifestarse en las nubes del cielo con poder y gran gloria. ¿Nos hemos puesto el manto de bodas? ¿Tenemos piedad personal? ¿Hemos cooperado con los agentes divinos de una manera cabal, sin reservas, para entretejer en las prácticas de nuestra vida los divinos principios de la santa ley de Dios? Una cosa es hablar de la ley, y otra cosa totalmente distinta practicarla. Son los hacedores de la ley los que serán justificados delante de Dios; porque los que practican la ley representan el carácter de Dios y no mienten contra la verdad. TM 187.1

El Señor viene. ¡Oh, el tiempo es corto! ¿y quiénes, según la Biblia, son colaboradores de Dios? ¿No hemos de examinarnos a nosotros mismos con temor y temblor, no sea que todavía tengamos nuestro temperamento natural, que no estemos convertidos y no seamos santos, y tratemos de hacer pasar una experiencia adulterada como si fuera genuina? Despertaos, hermanos, despertaos, antes que sea demasiado tarde para siempre. TM 187.2

Hay muchos colaboradores de Dios a quienes no discernimos como tales. Las manos de los ministros nunca han sido colocadas sobre ellos para ordenarlos para la obra; sin embargo están llevando el yugo de Cristo y ejercen una influencia salvadora al trabajar en diversas formas a fin de ganar almas para Cristo. El éxito de nuestra obra depende de nuestro amor a Dios y a nuestros semejantes. En la misma medida en que haya acción armoniosa entre los miembros de la iglesia, y en que se manifiesten el amor y la confianza del hermano hacia el hermano, habrá fuerza y poder en nuestra obra por la salvación de los hombres. ¡Oh, cuánto necesitamos una renovación moral! Sin la fe que obra por amor no podéis hacer nada. Que el Señor os dé corazones dispuestos a recibir este testimonio.* TM 187.3

Leed y estudiad el cuarto capítulo de Zacarías. Los dos olivos vierten su áureo aceite por medio de los tubos de oro en el áureo depósito del cual se alimentan las lámparas del santuario. El aceite áureo representa el Espíritu Santo. Los ministros de Dios han de estar permanentemente surtidos de este aceite para que a su vez puedan impartirlo a la iglesia. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Los siervos de Dios pueden obtener victorias sólo por medio de la pureza interior, la limpieza de corazón y la santidad. Es de la mayor importancia que los ministros den el buen ejemplo. Si siguen principios débiles y flojos, su ejemplo será citado por los obradores de maldad en defensa de su conducta. Toda la sinagoga de Satanás vigila para descubrir defectos en la vida de los representantes de Dios y sacar el mayor provecho de cada defecto.—The Review and Herald, 22 de diciembre de 1904. TM 188.1