Recibiréis Poder

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Actúa entre los estudiantes, 16 de mayo

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Romanos 8:11. RP 147.1

Muchas veces el Señor Dios motivó a su Santo Espíritu para que actuara entre los estudiantes de la escuela de Battle Creek, para que pudieran reconocerlo en todos sus caminos, y, a su vez, dirigir sus pasos. En las ocasiones cuando se manifestó, su presencia fue tan evidente que los alumnos se olvidaron de los estudios y, entonces, el mayor de todos los Maestros que haya habido alguna vez les hizo oír su voz diciendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:28-30. RP 147.2

Vi al ángel de Dios que estaba presente cuando el Señor llamó a la puerta de los corazones. Me pareció que no hubo esfuerzos especiales por parte de los maestros para influir sobre los alumnos a fin de que prestaran atención a las cosas de Dios; pero un Observador divino, que si bien es cierto no fue visible, hizo sentir su influencia. Muchas veces hubo en la escuela señales manifiestas de la presencia del Santo Vigilante. En cada ocasión Jesús dijo a los alumnos: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20. RP 147.3

Mucho tiempo ha estado esperando el Señor para impartir al corazón el gozo más grande y verdadero. Todos los que fijen su mirada en él sin tener divididos sus afectos, serán bendecidos abundantemente. Los que lo contemplen tendrán una visión mucho más clara de Jesús como el portador de sus pecados y su suficiente sacrificio, y, escondidos en la hendidura de la roca, podrán mirar al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Cuando seamos conscientes de su sacrificio perfecto, nuestro labios sintonizarán el más alto y excelso de todos los temas de alabanza.—Special Testimonies on Education, 77, 78. RP 147.4