Recibiréis Poder

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Mensaje final dirigido a los jóvenes, 29 de agosto

Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida. 2 Timoteo 4:6-8. RP 252.1

No espero vivir mucho tiempo más. Mi obra está casi completa. Digan a nuestros jóvenes que quiero que mis palabras los animen a experimentar una manera de vivir que sea la más atrayente ante las inteligencias celestiales, y para que su influencia sobre otros pueda ser la más ennoblecedora. RP 252.2

En las horas de la noche estuve seleccionando y poniendo a un lado libros que no son de beneficio para los jóvenes. Debemos escoger para ellos libros que los animen a la sinceridad de la vida y los conduzcan a abrir la Palabra. Esto se me había presentado en lo pasado, y pensé que lo daría a conocer a ustedes para destacarlo bien. No podemos permitirnos el lujo de dar a los jóvenes lectura sin valor. Se necesitan libros que sean una bendición para la mente y el corazón. Estas cosas son consideradas con demasiada liviandad; por lo tanto, nuestro pueblo debería familiarizarse con lo que estoy diciendo. RP 252.3

No creo que tendré más testimonios para nuestra iglesia. Nuestros hombres de mente sólida saben qué es bueno para la elevación y la edificación de la obra. Pero con el amor de Dios en sus corazones, necesitan cavar cada vez más y más profundo en el estudio de las cosas de Dios. Estoy muy ansiosa de que nuestros jóvenes tengan un tipo adecuado de lectura; entonces los mayores la tendrán también. Debemos mantener nuestros ojos sobre la atracción religiosa de la verdad. Debemos mantener la mente y el cerebro abiertos a las verdades de la Palabra de Dios. Satanás se acerca cuando los hombres no se dan cuenta. No debemos estar satisfechos porque el mensaje de advertencia se presentó una vez. Hay que presentarlo una y otra vez.—The Review and Herald, 15 de abril de 1915. RP 252.4