Recibiréis Poder

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Instrucciones para los jóvenes, 28 de agosto

Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. Proverbios 3:6. RP 251.1

Se esperan grandes logros de parte de los hijos y las hijas de Dios. Contemplo a los jóvenes de hoy, y mi corazón suspira por ellos. ¡Cuántas posibilidades están abiertas antes ellos! Si sinceramente quieren aprender de Cristo, les dará la misma sabiduría que le dio a Daniel. Ellos pueden obtener instrucciones de Aquel que es poderoso en consejo. “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Salmos 111:10. Dice el salmista: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”. Salmos 119:130. Y el sabio escribe: “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Proverbios 3:6. RP 251.2

Que los jóvenes traten de apreciar el privilegio que puede pertenecerles: ser dirigidos por la infalible sabiduría de Dios. Que tomen la Palabra de verdad como su consejera, y lleguen a ser hábiles en el uso de “la espada del Espíritu”. Satanás es un general sabio; pero el humilde y consagrado soldado de Jesucristo puede vencerlo. Acerca de los victoriosos se dice: “Le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos”. Apocalipsis 12:11. RP 251.3

No debemos confiar en el yo. Nuestra fuerza finita es sólo debilidad. Dice Jesús: “Separados de mí nada podéis hacer”; pero promete, “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Juan 15:5, 7. RP 251.4

Se piensa que es un gran honor ser invitado a la presencia de un rey terrenal. Pero consideremos el sorprendente privilegio que se nos ofrece. Si obedecemos los requerimientos de Dios, somos hijos e hijas del Rey del universo. Mediante un Salvador crucificado y resucitado podemos estar llenos de los frutos de justicia y preparados para brillar en las cortes del Rey de reyes por las edades sin fin... Nuestro trabajo consiste en buscar la unión más íntima posible con el Hijo de Dios, aprender en su escuela y llegar a ser mansos y humildes de corazón para hacer las obras de Cristo, extender su reino y apresurar su venida.—The Review and Herald, 28 de febrero de 1888. RP 251.5