Mente, Carácter y Personalidad 2

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Hay que comprender a la humanidad

El que trata de transformar a la humanidad, debe comprender a la humanidad. Solo por la solidaridad, la fe y el amor, pueden ser alcanzados y elevados los seres humanos. En esto, Cristo se revela como el Maestro de los maestros: De todos los que alguna vez vivieran en la tierra, él solo posee una perfecta comprensión del alma humana.—La Educación, 78 (1903). 2MCP 84.2

Hay una ciencia en el trato con los que parecen especialmente débiles. Si vamos a enseñar a los demás, primero tenemos que aprender de Cristo nosotros mismos. Necesitamos tener una visión amplia para poder hacer verdadera obra médico-misionera y tener tacto en nuestro trato con las mentes. 2MCP 84.3

Los que en realidad necesitan menos ayuda, son los que posiblemente reciban más de nuestra atención. Pero necesitamos manifestar una sabiduría especial al tratar con los que parecen desconsiderados e indiferentes. Algunos no entienden el carácter sagrado de la obra de Dios. Los menos hábiles, los descuidados e incluso los indolentes requieren, en especial, de cuidadosa consideración con oración. Debemos ejercer tacto con los que parecen ignorantes y desubicados. Mediante un esfuerzo perseverante en su favor, podemos ayudarlos a convertirse en instrumentos útiles en la causa de Dios. Reaccionarán rápidamente a un interés paciente, tierno y amante. 2MCP 84.4

Tenemos que cooperar con el Señor Jesús en la restauración del ineficiente y equivocado para conducirlo a la inteligencia y la pureza. Esta obra equivale en importancia a la del ministerio evangélico. Hemos sido llamados por Dios para manifestar un interés incansable y paciente en la salvación de los que necesitan pulimiento divino.—Carta 20, 1892; Medical Ministry, 209. 2MCP 84.5