Mensajes para los Jóvenes

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Preocupación por otros

Los que asisten a la escuela podrían tener influencia en favor del Salvador, pero ¿quiénes mencionan el nombre de Cristo, y a quiénes se ve rogar con tierno fervor a sus compañeros para que abandonen los caminos de pecado y escojan el camino de la santidad? MJ 143.3

Esta es la conducta que deberían seguir los jóvenes creyentes, pero no lo hacen; está más de acuerdo con sus sentimientos el unirse con el pecador en sus diversiones y placeres. Los jóvenes tienen un vasto campo de utilidad, pero no lo ven. ¡Oh, si ejercitaran ahora sus facultades mentales buscando un modo de aproximarse a los pecadores que perecen con el fin de darles a conocer el camino de la santidad y, mediante la oración y los ruegos, ganar aunque sea un alma para Cristo! MJ 143.4

¡Qué noble empresa! ¡Un ser que alabará a Dios durante la eternidad! ¡Un ser que gozará felicidad y vida eterna! ¡Una gema en su corona que brillará como una estrella para siempre jamás! Pero aun más de uno puede ser llevado del error a la verdad, del pecado a la santidad. Dice el Señor por medio del profeta: “Y los que enseñan la justicia a la multitud [resplandecerán], como las estrellas a perpetua eternidad”.1 Entonces, quienes se ocupan con Cristo y los ángeles en la obra de salvar a las almas que perecen, son ricamente recompensados en el reino del cielo. MJ 143.5

Vi que muchas almas podrían ser salvadas si los jóvenes estuvieran donde debieran estar, consagrados a Dios y a la verdad; pero generalmente se colocan en un terreno donde se hace necesario trabajar constantemente por ellos; de otra manera, llegarían a ser del mundo. Son una fuente de ansiedad e inquietud constantes. Por ellos se derraman lágrimas, y del corazón de los padres se elevan oraciones angustiosas en su favor. Y no obstante, siguen adelante, indiferentes al dolor que su conducta causa. Siembran espinas en el pecho de quienes morirían por salvarlos y quisieran que llegaran a ser lo que Dios se propuso que fueran por los méritos de la sangre de Cristo [...]. MJ 144.1