Mensajes para los Jóvenes

137/512

El dominio del espíritu

Hay un poder maravilloso en el silencio. Cuando les hablen con impaciencia no repliquen de la misma manera. Las palabras dirigidas en respuesta a uno que está enojado actúan generalmente como un látigo que acrecienta la furia de la ira. En cambio, pronto se disipa la ira si se le hace frente con el silencio. Frene el cristiano su lengua, resolviendo firmemente no pronunciar palabras ásperas e impacientes. Con la lengua frenada puede salir victorioso de cada prueba de la paciencia por la cual tenga que pasar. MJ 94.1

Con su propia fuerza el hombre no puede gobernar su espíritu. Pero mediante Cristo puede lograr el dominio propio. Con la fuerza de Cristo puede poner sus pensamientos y palabras en sujeción a la voluntad de Dios. La religión de Cristo pone las emociones bajo el gobierno de la razón, y disciplina la lengua. Bajo su influencia se apacigua el temperamento precipitado, y el corazón se llena de paciencia y suavidad. MJ 94.2

Aférrense firmemente de aquel que tiene todo poder en el cielo y en la tierra. Aunque con mucha frecuencia no logren manifestar paciencia y calma, no abandonen la lucha. Resuelvan nuevamente, y esta vez con más firmeza, ser pacientes bajo toda provocación. Y no aparten nunca la vista del divino Ejemplo.—The Review and Herald, 31 de octubre de 1907. MJ 94.3