Mensajes para los Jóvenes

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Una trampa para el pueblo de Dios

Cuando vemos el amor a la moda y el lujo entre los que profesan creer la verdad presente, nos preguntamos con tristeza: ¿No aprenderá el pueblo de Dios nada de la historia del pasado? Pocos entienden su propio corazón. Los vanos y frívolos amadores de los placeres pueden decir que son seguidores de Cristo, pero su manera de vestir y su conversación muestran qué es lo que ocupa la mente y halaga los afectos. Su vida denuncia su amistad con el mundo, y este los reclama como suyos. MJ 251.1

¿Cómo puede el que alguna vez ha probado el amor de Cristo, satisfacerse con las frivolidades de la moda? Mi corazón se apena al ver a los que profesan ser seguidores del manso y humilde Jesús, tan ansiosos por adaptarse a la norma mundana de vestir. Apenas pueden ser distinguidos del incrédulo, a pesar de su profesión de piedad. No gozan de una vida religiosa. Dedican su tiempo y sus medios al solo objeto de vestirse para hacer ostentación. MJ 251.2

El orgullo y la extravagancia en el vestir es un pecado al que tiene especial tendencia la mujer. De aquí que el mandato del apóstol se refiera directamente a ella: “También que las mujeres se atavíen con ropa decorosa, con pudor y modestia. No con peinado ostentoso, ni con oro, perlas o vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.2 MJ 251.3