Mensajes para los Jóvenes

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Capítulo 121—La sencillez en el vestir

“Vuestro adorno no sea exterior con peinados ostentosos, atavíos de oro, o vestidos lujosos, sino interno, del corazón, en incorruptible belleza de un espíritu manso y tranquilo, que es de gran valor ante Dios”.1 MJ 250.2

El razonamiento humano ha tratado siempre de evadir o de poner a un lado las instrucciones sencillas y directas de la Palabra de Dios. En todas las épocas, una mayoría de los profesos seguidores de Cristo ha desatendido esos preceptos que ordenan la abnegación y la humildad, que requieren modestia y sencillez de conversación, de conducta y de indumentaria. El resultado ha sido siempre el mismo: un alejamiento de las enseñanzas del evangelio, lo que condujo a la adopción de las modas, las costumbres y los principios del mundo. La piedad vital cedió su lugar a un formalismo muerto. La presencia y el poder de Cristo, retirados de esos círculos amadores del mundo, hallaron cabida en una clase de humildes adoradores que estuvieron dispuestos a obedecer las enseñanzas de la Santa Palabra. Se ha seguido esta conducta durante generaciones sucesivas. Se han levantado, una tras otra, diferentes denominaciones que, abandonando su sencillez, han perdido, en gran medida, su poder primitivo. MJ 250.3