Mensajes para los Jóvenes

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Capítulo 76—La insignia de la nobleza

Durante los tres años de adiestramiento, Daniel y sus compañeros mantuvieron sus hábitos de moderación, su lealtad a Dios y su dependencia constante de su poder. Cuando llegó el momento en que el rey puso a prueba su capacidad y sus adelantos, fueron examinados junto con otros candidatos para el servicio del reino. Pero “entre todos no fue hallado otro como Daniel, Ananías, Misael y Azarías”.1 Su penetrante percepción, su lenguaje escogido y preciso, su vasto conocimiento, daban testimonio de la fuerza intacta y del vigor de su potencia mental. Por causa de estos hechos estuvieron delante del rey. “En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey los consultó, los encontró diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino”.2 MJ 169.3

Dios honra siempre la rectitud. En Babilonia se hallaban reunidos los más promisorios jóvenes de todos los países sometidos al gran conquistador y, sin embargo, entre todos ellos no tenían rival los cautivos hebreos. MJ 169.4

La forma erguida, firme, el paso elástico, el rostro bello, los sentidos despiertos, el aliento sin contaminar, constituían la insignia de la nobleza con que la naturaleza honra a los que son obedientes a sus leyes. MJ 169.5