La Temperancia

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Capítulo 3—El deterioro por la complacencia del apetito

El alimento que comemos y la vida que vivimos—La complacencia del apetito es la causa más importante de la debilidad física y mental y es el cimiento de la flaqueza que se nota por doquiera.—Joyas de los Testimonios 1:417. Te 14.3

Nuestra salud física es conservada por lo que comemos; si nuestros apetitos no están bajo el control de una mente santificada, si no somos temperantes en todo lo que comemos y bebemos, no estaremos en un estado mental y físico sano para estudiar la Palabra con el propósito de aprender lo que dicen las Escrituras: ¿Qué haré para tener la vida eterna? Todo hábito malsano producirá una condición malsana en el sistema, y la delicada y viviente maquinaria humana del estómago resultará perjudicada, y no podrá realizar su trabajo debidamente. El régimen alimenticio tiene mucho que ver con la disposición a entrar en la tentación y cometer pecado.—Consejos sobre el Régimen Alimenticio, 61. Te 14.4

Adán y Eva fracasaron en esto—Por ceder a la tentación de satisfacer el apetito, Adán y Eva cayeron al principio de su elevado, santo y feliz estado. Y a la misma tentación se debe el que los humanos se hayan debilitado. Han consentido en que el apetito y la pasión ocupen el trono y reduzcan la razón y la inteligencia a la esclavitud.—La Educación Cristiana, 19. Te 15.1

Sus hijos los han seguido—Eva fue intemperante en sus deseos cuando extendió la mano para tomar el fruto del árbol prohibido. La complacencia propia ha reinado casi suprema en el corazón de hombres y mujeres desde la caída. Han complacido especialmente el apetito y han sido dominados por él, en vez de serlo por la razón. Por complacer su gusto, Eva transgredió el mandamiento de Dios. El le había dado todo lo que sus necesidades requerían, pero ella no se quedó satisfecha. Te 15.2

Desde entonces sus hijos e hijas caídos han seguido siempre los deseos de sus ojos y de su gusto. Como Eva, han desobedecido las prohibiciones que Dios ha hecho y han seguido en el camino de la desobediencia, y como Eva se han hecho la ilusión de que la consecuencia no habrá de ser tan terrible como se había sospechado.—How to Live, 51. Te 15.3

El pecado hecho atractivo—El pecado es hecho atractivo por la cubierta de luz con que Satanás lo recubre. El está muy complacido cuando puede tener al mundo cristiano en sus hábitos diarios bajo la tiranía de la costumbre, como los paganos, y cuando los cristianos permiten que el apetito los gobierne.—The Signs of the Times, 13 de agosto de 1874. Te 15.4

Satanás consigue dominar la voluntad—Satanás sabe que no puede vencer al hombre a menos que domine su voluntad. Puede lograr esto engañando al hombre de tal forma que quiera cooperar con él en violar las leyes de la naturaleza en el comer y el beber, lo cual es transgresión de la ley de Dios.—Manuscrito 3, 1897. Te 15.5

Cada función es debilitada—Muchos gimen bajo la carga de enfermedades debido a actos erróneos en el comer y beber que hacen violencia a las leyes de la vida y la salud. Están debilitando sus órganos digestivos al complacer el apetito pervertido. El poder de la constitución humana para resistir los abusos que se le imponen es maravilloso; pero el persistente hábito erróneo de beber y comer en exceso debilitará toda función del cuerpo. Por la complacencia del apetito pervertido y la pasión, aun los cristianos profesos perjudican a la naturaleza en su obra, y disminuyen el poder físico, mental y moral.—La Edificación del Carácter y la Formación de la Personalidad, 32. Te 15.6

Se fracasa en perfeccionar el carácter—El poder dominante del apetito resultará en la ruina de miles de personas, que si hubiesen vencido en este punto, habrían tenido la fortaleza moral para ganar victoria tras victoria sobre cada tentación de Satanás. Pero los esclavos del apetito fracasarán en perfeccionar un carácter cristiano. La continua transgresión del hombre durante seis mil años ha traído enfermedad, dolor y muerte como frutos.—The Health Reformer, agosto de 1875. Te 16.1

La muerte preferida a la reforma—Muchos están tan entregados a la intemperancia que no quieren renunciar a la complacencia de su glotonería a ningún precio. Sacrificarían la salud y morirían prematuramente antes que poner un límite a su intemperante apetito.—Spiritual Gifts 4:130. Te 16.2

Un círculo vicioso de degradación—Cuanto menos estimen los hombres su propio cuerpo, cuanto menos deseen mantenerlo puro y santo, tanto más descuidados serán en la complacencia del apetito pervertido.—Manuscrito 150, 1898. Te 16.3

El mundo es esclavizado—Satanás está esclavizando al mundo mediante el uso del licor y del tabaco, del té y del café. La mente dada por Dios, que debiera ser conservada limpia, es pervertida por el uso de los estupefacientes. El cerebro ya no está en condiciones de distinguir correctamente. El enemigo tiene el dominio. El hombre ha vendido su razón por aquello que lo enloquece. No tiene el sentido de lo correcto.—Evangelism, 529. Te 16.4

El resultado de la violación de la ley natural—Muchos se asombran de que la raza humana haya degenerado tanto, física, mental y moralmente. No comprenden que es la violación de la constitución y de las leyes de Dios, y la violación de las leyes de la salud lo que ha producido esta lamentable degeneración. La transgresión de los mandamientos de Dios ha hecho que su mano bienhechora se haya retirado. Te 16.5

La intemperancia en el comer y el beber y la complacencia de las bajas pasiones han entorpecido los más delicados resortes mentales. ... Te 16.6

Los que se permiten a sí mismos convertirse en esclavos de un apetito de glotonería, a menudo van más lejos, y se rebajan complaciendo sus pasiones corrompidas, las cuales se han excitado por la intemperancia en el comer y beber. Dan rienda suelta a sus pasiones degradantes hasta que la salud y el intelecto sufren grandemente. Sus facultades de raciocinio están, en gran medida, destruidas por los malos hábitos.—Spiritual Gifts 4:124-131. Te 17.1

Ninguno de los que profesan piedad considere con indiferencia la salud del cuerpo y se haga la ilusión de que la intemperancia no es pecado y de que no afectará su espiritualidad. Existe una relación muy estrecha entre la naturaleza física y la moral. La norma de virtud es elevada o degradada por los hábitos físicos. ... Todo hábito que no promueva la acción saludable del organismo humano, degrada las facultades más nobles y elevadas. Los hábitos incorrectos en el comer y el beber llevan a errores de pensamiento y acción. La complacencia del apetito fortalece las inclinaciones animales dándoles la preeminencia sobre las facultades mentales y espirituales.—The Review and Herald, 25 de enero de 1881. Te 17.2

Se cierra el registro de la vida en la disipación—Muchos desperdician las últimas preciosas horas de su tiempo de gracia en escenas de algazara, banqueteo y diversiones, donde no se da cabida a pensamientos serios, donde el espíritu de Jesús no sería bienvenido. Sus últimas horas preciosas están pasando mientras sus mentes están nubladas por el tabaco y las bebidas alcohólicas. No son pocos los que pasan directamente de los antros de la infamia al sueño de la muerte; cierran el registro de su vida en compañía del vicio y la disipación. ¡Cómo será el despertar en la resurrección de los injustos! Te 17.3

El ojo del Señor advierte cada escena de diversión degradante y de profana disipación. Las palabras y acciones de los amadores del placer pasan directamente de esos antros del vicio al libro de los registros finales. ¿Qué valor tiene para el mundo la vida de esta clase de gente, salvo el de un faro de advertencia para aquellos que desean ser amonestados a no vivir como esos hombres y a morir como muere el necio?—The Signs of the Times, 6 de enero de 1876. Te 17.4

El cristiano domina su apetito—Ningún cristiano introducirá en su organismo alimento o bebida alguna que entorpezca sus sentidos, o que actúe de tal manera sobre el sistema nervioso que le haga rebajarse a sí mismo o lo incapacite para ser útil. El templo de Dios no debe ser profanado. Las facultades de la mente y del cuerpo deben ser mantenidas en salud para que puedan ser usadas para glorificar a Dios.—Manuscrito 126, 1903. Te 17.5

Con incesante vigilancia—Los apetitos naturales de los hombres han sido pervertidos por la complacencia Mediante la satisfacción pecaminosa [sus apetitos] se han convertido en “deseos carnales que batallan contra el alma”. A menos que el cristiano vele en oración, está dando rienda suelta a hábitos que debieran ser vencidos. A menos que sienta la necesidad de constante e incesante vigilancia, sus inclinaciones, profanadas y desviadas, serán el medio que los apartará de Dios.—Manuscrito 47, 1896. Te 18.1

El apetito complacido, enemigo de la perfección cristiana—Es imposible que los que complacen el apetito alcancen la perfección cristiana.—Testimonies for the Church 2:400. Te 18.2

El Espíritu de Dios no puede venir en nuestro auxilio y ayudarnos a perfeccionar caracteres cristianos, mientras estemos complaciendo nuestros apetitos en perjuicio de la salud y mientras el orgullo de la vida tenga el dominio.—The Health Reformer, 1 de septiembre de 1871. Te 18.3

Verdadera santificación—[La santificación] no es una mera teoría, una emoción o una forma de palabras, sino un principio activo que afecta la vida diaria. Exige que nuestros hábitos de comer, beber y vestir sean tales que aseguren la conservación de la salud física, mental y moral, para que presentemos al Señor nuestros cuerpos, no como una ofrenda corrompida por los malos hábitos, sino como “sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”.—The Review and Herald, 25 de enero de 1881. Te 18.4

Apto para la inmortalidad—Si el hombre atesora la luz que Dios le da en su misericordia sobre la reforma pro salud, puede ser santificado mediante la verdad y hecho idóneo para la inmortalidad. Pero si desprecia esa luz y vive violando la ley natural, deberá pagar el precio.—Testimonies for the Church 3:162. Te 18.5