Sección 3—El tabaco
Capítulo 1—Efectos del uso del tabaco
Efectos en el cuerpo—El tabaco es un veneno lento e insidioso, y sus efectos son más difíciles de eliminar del organismo que los del alcohol.—Joyas de los Testimonios 1:424.
Te 49.1
El uso del tabaco es un hábito que con frecuencia afecta el sistema nervioso de una manera más poderosa que el uso de alcohol. Ata a la víctima con lazos de esclavitud aun más fuertes de los de la copa embriagante; el hábito es más difícil de vencer. En muchos casos, cuerpo y mente están intoxicados más profundamente con el uso del tabaco que con los licores espirituosos, porque es un veneno más sutil.—Testimonies for the Church 3:562.
Te 49.2
Los que usan tabaco son culpables ante Dios—El tabaco, en cualquier forma se lo use, afecta el organismo. Es un veneno lento. Afecta el cerebro y ofusca la facultad de razonar, de manera que la mente no puede discernir claramente las cosas espirituales, especialmente aquellas verdades que tendrían una tendencia para corregir esta corrupta complacencia. Los que usan el tabaco en cualquier forma no son limpios delante de Dios. Es imposible para ellos glorificar a Dios con semejante práctica corrupta en sus cuerpos y en sus espíritus, que son de Dios. Y mientras sigan usando venenos lentos pero seguros, que están arruinando su salud y rebajando las facultades de la mente, Dios no puede aprobarlos. Puede tener misericordia de ellos mientras se complacen en este hábito pernicioso sin saber el daño que les está haciendo, pero cuando se les presenta el asunto en su verdadera luz, entonces son culpables delante de Dios si siguen complaciendo este indecoroso apetito.—Counsels on Health, 81.
Te 49.3
Disminuye la resistencia y debilita las facultades de recuperación—El poder sanador de Dios gobierna sobre toda la naturaleza. Si un ser humano se corta la carne o se rompe un hueso, la naturaleza comienza inmediatamente a curar la herida, preservando de esta forma la vida del hombre. Pero el hombre puede colocarse en una posición donde la naturaleza es estorbada, de modo que no puede hacer su obra. ... Si se usa tabaco, ... el poder sanador de la naturaleza se debilita en mayor o menor medida.—Medical Ministry, 11.
Te 49.4
La siembra y la cosecha—Recuerden viejos y jóvenes que ante toda violación de las leyes de la vida la naturaleza hará sentir su protesta. El castigo caerá sobre las facultades tanto mentales como físicas, y no se detendrá en el que con culpable liviandad práctica este hábito. Los efectos de su mala conducta se ven en su descendencia, y así los males hereditarios se transmiten hasta la tercera y la cuarta generación. Pensad en esto, padres, cuando os complacéis con el tabaco, esa sustancia nociva que ofusca la mente y el alma. ¿Adónde os llevará esta práctica? ¿A quién afectará, además de vosotros?—The Signs of the Times, 6 de diciembre de 1910.
Te 50.1
Entre los niños y jóvenes el uso del tabaco hace un daño incalculable. Las prácticas malsanas de las generaciones pasadas afectan a los niños y jóvenes de hoy. La incapacidad mental, la debilidad física, las perturbaciones nerviosas y los deseos antinaturales se transmiten como un legado de padres a hijos. Y las mismas prácticas, seguidas por los hijos, aumentan y perpetúan los malos resultados. A esta causa se debe en gran parte la deterioración física, mental y moral que produce tanta alarma.
Te 50.2
Los muchachos empiezan a hacer uso del tabaco en edad muy temprana. El hábito que adquieren cuando el cuerpo y la mente son particularmente susceptibles a sus efectos, socava la fuerza física, impide el crecimiento del cuerpo, embota la inteligencia y corrompe la moralidad.—El Ministerio de Curación, 252.
Te 50.3
Comienzos de la intemperancia del tabaco—No hay apetito natural por el tabaco en la naturaleza, a menos que sea heredado.—Manuscrito 9, 1893.
Te 50.4
Por el uso del té y del café se forma un apetito por el tabaco.—Testimonies for the Church 3:563.
Te 50.5
Los alimentos a base de carne y altamente sazonados, y el té y café cuyo consumo algunas madres fomentan en sus hijos, los preparan para desear estimulantes más fuertes, como el tabaco. El uso de éste despierta el deseo de ingerir bebidas alcohólicas.—Joyas de los Testimonios 1:419.
Te 50.6
El alimento preparado con condimentos y especias, inflama el estómago, corrompe la sangre y prepara el camino para estimulantes más fuertes. Produce debilidad nerviosa, impaciencia y falta de dominio propio. Luego siguen el tabaco y la copa de vino.—The Signs of the Times, 27 de octubre de 1887.
Te 51.1
Vidas sacrificadas—El alcohol y el tabaco contaminan la sangre de los hombres, y miles de vidas se sacrifican cada año a estos venenos.—The Health Reformer, noviembre de 1871.
Te 51.2
La naturaleza hace todo lo que puede para eliminar el tabaco, sustancia venenosa, pero a menudo es vencida. Renuncia a la lucha para eliminar al intruso, y la vida se sacrifica en el conflicto.—Manuscrito 3, 1897.
Te 51.3
Usar tabaco es suicidarse—Dios requiere pureza de corazón y limpieza personal ahora tanto como cuando dio sus instrucciones especiales a los hijos de Israel. Si Dios fue tan minucioso en exigir la limpieza de aquellos que estaban viajando en el desierto, que estaban casi todo el tiempo al aire libre, no requiere menos de nosotros que vivimos en casas techadas donde las impurezas son más visibles, y que tenemos un ambiente menos saludable. El tabaco es un veneno de la especie más engañosa y maligna porque tiene una influencia, excitante primero y luego paralizadora, sobre los nervios del cuerpo. Es tanto más peligroso porque sus efectos en el organismo son muy lentos y al principio difíciles de ser apreciados. Multitudes han caído víctimas de su influencia venenosa. Ciertamente se han suicidado mediante este lento veneno. Preguntamos, ¿cuál será su despertar en la mañana de la resurrección?—Spiritual Gifts 4a:128.
Te 51.4
No hay defensa—La intemperancia de cualquier especie es como un grillete que tiene asidos a los seres humanos. Los embriagados por el tabaco se están multiplicando. ¿Qué diremos de este mal? Es sucio; nubla la mente; embota los sentidos; encadena la voluntad; mantiene a sus víctimas en la esclavitud de hábitos difíciles de vencer; tiene a Satanás por abogado. Destruye las claras percepciones de la mente de manera que el pecado y la corrupción no pueden distinguirse de la verdad y la santidad. Este apetito por el tabaco es autodestructor. Lleva a un anhelo por algo más fuerte: los vinos y bebidas fermentadas, todos los cuales son embriagantes.—Carta 102a, 1897.
Te 51.5
1766
Te
La Temperancia
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