La Oración

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El poder de la oración produce frutos en nuestra obra para Dios

Los que están en las tinieblas del error han sido comprados con la sangre de Cristo. Son el fruto de sus sufrimientos, y ha de trabajarse por ellos. Que nuestros colportores sepan que están trabajando por el avance del reino de Cristo. Él les enseñará, mientras avancen para hacer la obra que Dios les ha señalado, a amonestar al mundo acerca del juicio que se aproxima. Acompañado por el poder de persuasión, el poder de la oración, el poder del amor de Cristo, la obra del evangelista no puede quedar ni quedará sin fruto. Pensad en el interés que el Padre y el Hijo tienen en esta obra. Así como el Padre ama al Hijo, el Hijo ama a los que son suyos, los que trabajan como él trabajó para salvar a las almas que perecen. Nadie necesita sentirse impotente; pues Cristo declara: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Él ha prometido que dará su poder a sus obreros. El poder de Cristo llegará a ser el de ellos.—El Colportor Evangélico, 151. Or 107.3