La Oración

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La oración no reemplaza a la obediencia

El cumplimiento de las promesas de Dios es condicional, y la oración no ocupará nunca el lugar del deber. “Si me amáis—dice Cristo—, guardad mis mandamientos”. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. Juan 14:15, 21. Aquellos que presentan sus peticiones ante Dios, invocando su promesa, mientras no cumplen con las condiciones, insultan a Jehová. Invocan el nombre de Cristo como su autoridad para el cumplimiento de la promesa, pero no hacen las cosas que demostrarían fe en Cristo y amor por él. Or 82.2

Muchos no están cumpliendo las condiciones de aceptación por el Padre. Necesitamos examinar detenidamente las disposiciones que se han hecho para aproximarnos a Dios. Si somos desobedientes, traemos al Señor un pagaré para que él lo haga efectivo cuando no hemos cumplido las condiciones que lo harían pagadero a nosotros. Presentamos a Dios sus promesas y le pedimos que las cumpla, cuando, al hacerlo, él deshonraría su propio nombre. Or 83.1

La promesa es: “Si estuvierais en mí, y mis palabras estuvieran en vosotros, pedid todo lo que quisierais, y os será hecho”. Juan 15:7. Y Juan declara: “Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos. El que dice, yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él, mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él”. 1 Juan 2:3-5.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 110, 111. Or 83.2