La Oración

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Satanás tiembla cuando oramos

Si Satanás ve que corre peligro de perder a un alma, hace cuanto puede para conservarla. Y cuando la persona llega a darse cuenta del peligro que corre, y con angustia y fervor busca fortaleza en Jesús, Satanás teme perder un cautivo, y llama un refuerzo de sus ángeles para rodear a la pobre alma y formar una muralla de tinieblas en derredor de ella con el propósito de que la luz del cielo no la alcance. Pero si el que está en peligro persevera, y en su impotencia se aferra a los méritos de la sangre de Cristo, nuestro Salvador escucha la ferviente oración de fe, y envía refuerzos de ángeles poderosos en fortaleza para que lo libren. Or 322.3

Satanás no puede soportar que se recurra a su poderoso rival, porque teme y tiembla ante su fuerza y majestad. Al sonido de la oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla. Él continúa llamando legiones de malos ángeles, para lograr su objeto. Cuando los ángeles todopoderosos, revestidos de la armadura del ciclo, acuden en auxilio del alma perseguida y desfalleciente, Satanás y su hueste retroceden, sabiendo perfectamente que han perdido la, batalla. Los voluntarios súbditos de Satanás son fieles, activos y unidos en un propósito, y aunque se aborrecen y se hacen guerra mutuamente, aprovechan toda oportunidad para fomentar su interés común. Pero el gran General del cielo y de la tierra ha limitado el poder de Satanás.—Joyas de los Testimonios 1:122. Or 322.4

Hay un gran poder en la oración. Nuestro poderoso adversario constantemente procura mantener lejos de Dios al alma turbada. Una súplica elevada al cielo por el santo más humilde es más temible para Satanás que los decretos gubernamentales o las órdenes reales.—Comentario Bíblico Adventista 2:1002. Or 323.1

Guardaos de descuidar la oración secreta y el estudio de la Palabra de Dios. Estas son vuestras armas contra aquel que se esfuerza por obstaculizar vuestro progreso hacia el cielo. El primer descuido de la oración y del estudio de la Biblia hace más fácil el segundo. La primera resistencia a los ruegos del Espíritu prepara el camino para la segunda. De este modo se endurece el corazón y se hace insensible la conciencia.—Mensajes para los Jóvenes, 94. Or 323.2

Oremos mucho más cuanto menos sintamos la inclinación de tener comunión con Jesús. Si así lo hacemos quebraremos las trampas de Satanás, desaparecerán las nubes de oscuridad, y gozaremos de la dulce presencia de Jesús.—Exaltad a Jesús, 366. Or 323.3