La Oración

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Capítulo 27—Satanás y la oración

Satanás intenta obstruir nuestras oraciones para impedir nuestro acceso a Dios

Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del enemigo los incitan al pecado; y todo porque no se valen del privilegio que Dios les ha concedido de la bendita oración. ¿Por qué han de ser los hijos e hijas de Dios tan remisos para orar, cuando la oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo, en donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia? Sin oración incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto. Nuestro adversario procura constantemente obstruir el camino al propiciatorio, para que no obtengamos mediante ardiente súplica y fe, gracia y poder para resistir a la tentación.—El Camino a Cristo, 94. Or 319.1

Hay un gran poder en la oración. Nuestro poderoso adversario constantemente procura mantener lejos de Dios al alma turbada. Una súplica elevada al cielo por el santo más humilde es más temible para Satanás que los decretos gubernamentales o las órdenes reales.—Comentario Bíblico Adventista 2:1002. Or 320.1

El enemigo impide que muchos de ustedes oren, diciéndoles que no sienten lo que oran, y que sería mejor que esperaran hasta que adquieran más del espíritu de intercesión, de otra manera sus oraciones serían una burla. Pero ustedes deben decirle a Satanás: “Escrito está, que los hombres deben orar y no desmayar”. Debemos orar hasta que tengamos el peso de nuestros deseos sobre nuestra alma; y si perseveramos lo tendremos. El Señor nos imbuirá con su Espíritu Santo. El Señor sabe, y el diablo sabe que no podemos resistir las tentaciones de Satanás sin poder de lo alto. Por esta razón el maligno busca impedir que nos aferremos de Aquel que es poderoso para salvar. Nuestro Señor lo hizo nuestro deber, tanto como nuestro privilegio, el conectar nuestra debilidad, nuestra ignorancia, nuestra necesidad, con su fortaleza, su sabiduría, su justicia. Él une su poder infinito con el esfuerzo de seres finitos, de manera que estos resulten más que victoriosos en la batalla contra el enemigo de sus almas. Or 320.2

Que nadie se desanime, porque Jesús vive para interceder por nosotros. Hay un cielo que ganar y un infierno que escapar, y Cristo está interesado en nuestro bienestar. Él ayudará a todos aquellos que lo invocan. Debemos mezclar fe en todas nuestras oraciones. No podemos bajar a Cristo, pero, por la fe, podemos elevarnos a la unidad y la armonía con la perfecta norma de justicia. Tenemos un enemigo astuto que enfrentar y conquistar, pero podemos hacerlo en el nombre del Todopoderoso.—The Review and Herald, 30 de octubre de 1888. Or 320.3