La Oración
Los padres deben orar por sus hijos
Pero el Señor ha prometido dar sabiduría a quienes la pidan con fe, y él hará precisamente lo que dijo que haría. Se complace con la fe que se fía en su palabra. La madre de Agustín (obispo de Hipona) oró por la conversión de su hijo. No veía evidencia de que Dios estuviera impresionando su corazón, pero no se desanimaba. Colocaba sus dedos sobre los textos bíblicos y presentaba ante Dios las palabras que él mismo había pronunciado, rogando como solo una madre puede hacerlo. Su profunda humillación, su ferviente perseverancia, su fe incansable, prevalecieron y el Señor le concedió el deseo de su corazón. Hoy está igualmente dispuesto a escuchar las peticiones de su pueblo. Su mano “no se ha acortado para salvar, ni se ha endurecido su oído para oír” (Isaías 59:1); y si los padres cristianos lo buscan con esmero, él abastecerá sus labios de argumentos y por amor de su nombre obrará poderosamente en su favor convirtiendo a sus hijos.—Testimonios para la Iglesia 5:302. Or 297.1
Debiéramos orar a Dios mucho más de lo que lo hacemos. Hay gran fortaleza y bendición al orar juntos en familia con nuestros hijos y por ellos.—Conducción del Niño, 497. Or 297.2
Permitid que Cristo encuentre en vosotros su mano auxiliadora para ejecutar sus propósitos. Por la oración podéis adquirir una experiencia que dará perfecto éxito a vuestro ministerio en favor de vuestros hijos.—Conducción del Niño, 66. Or 297.3
[Palabras dirigidas a una madre fiel] No consideró que el trabajo pesado fuera una carga con tal de que se abriera el camino para que usted pudiera cuidar de sus hijos y protegerlos de la iniquidad que prevalece en esta etapa de la historia del mundo. La preocupación de su corazón era verlos volverse al Señor. Suplicó delante del Señor con clamores y lágrimas. Tanto deseaba su conversión. A veces su corazón se desanimaba y desmayaba, por temor de que sus oraciones no fueran respondidas; pero de nuevo consagraba a Dios sus hijos, y su fiel corazón los volvía a colocar sobre el altar. Or 297.4
Cuando ingresaron al ejército, sus oraciones los siguieron. Fueron maravillosamente preservados de todo daño. Ellos dijeron que era buena suerte; pero las oraciones de una madre, procedentes de un alma anhelante y preocupada, al darse cuenta del peligro que corrían sus hijos de perecer en su juventud sin esperanza en Dios, tuvieron mucho que ver en su preservación. ¡Cuántas oraciones fueron registradas en el cielo para que esos hijos fueran preservados con el fin de obedecer a Dios y dedicar sus vidas a su gloria! En la ansiedad que experimentaba por sus hijos, usted le rogaba a Dios que se los trajera de vuelta, para procurar con más fervor conducirlos por la senda de la santidad.—Testimonios para la Iglesia 2:247, 248. Or 298.1
Él [Dios] no se negará a escuchar la oración ferviente de los padres, apoyada por su labor perseverante, que solicite que sus hijos sean bendecidos por él, y lleguen a ser fieles obreros en su causa. Cuando los padres cumplen sus deberes, en la forma indicada por Dios, pueden sentirse seguros de que sus súplicas por ayuda en la obra del hogar serán concedidas.—The Signs of the Times, 4 de mayo de 1888. Or 298.2
Velad continuamente para detener la corriente y rechazar el peso del mal que Satanás está echando sobre vuestros hijos. Los niños no pueden hacer esto de por sí, pero los padres pueden hacer mucho. Mediante la oración ferviente y la fe viva, ganarán grandes victorias.—Joyas de los Testimonios 1:147. Or 298.3
Para hacer debidamente su obra, se requieren de ella [la madre] talento, habilidad, paciencia, cuidado reflexivo, desconfianza propia y oración ferviente. Procure cada madre cumplir sus obligaciones por esfuerzo perseverante. Lleve a sus pequeñuelos en los brazos de la fe a los pies de Jesús, y cuéntele su gran necesidad y pídale sabiduría y gracia.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 122. Or 298.4
El esfuerzo concienzudo, la oración y la fe, cuando están unidos a un correcto ejemplo no serán infructíferos. Presentad vuestros hijos a Dios con fe, y procurad impresionar sus mentes susceptibles con un sentido de sus obligaciones hacia su Padre celestial.—La Temperancia, 139. Or 299.1
No espere que se realice ningún tipo de cambio en sus hijos sin una labor paciente y esmerada, mezclada con oraciones fervientes. El estudiar y comprender sus caracteres variados, y día tras día moldearlos de acuerdo al divino Modelo, es una obra que requiere gran diligencia y perseverancia, con mucha oración, y una fe constante en las promesas de Dios.—The Signs of the Times, 4 de mayo de 1888. Or 299.2
Aun el lactante en los brazos de su madre, puede morar bajo la sombra del Todopoderoso por la fe de su madre que ora.—El Deseado de Todas las Gentes, 473. Or 299.3
Padres y madres, ¿no se dedicarán a su labor con energía, perseverancia y amor? Siembren cada día la preciosa semilla, con oraciones fervientes que Dios regará con el rocío de su gracia, y les concederá una cosecha abundante. El Hijo de Dios murió para redimir a la raza pecaminosa y rebelde. ¿Habremos de vacilar ante alguna tarea o sacrificio a fin de salvar a nuestros propios hijos queridos?—The Signs of the Times, 24 de noviembre de 1881. Or 299.4
Después de haber cumplido fielmente con vuestro deber para vuestros hijos, llevadlos a Dios y pedidle que os ayude. Decidle que habéis hecho vuestra parte y luego con fe pedid a Dios que haga su parte, lo que no podéis hacer.—Conducción del Niño, 240. Or 299.5