La Oración

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Las oraciones públicas no deben ser largas ni secas

Como hijos del Rey celestial, deben educarse para dar testimonio en voz clara y distinta, y de tal manera que nadie pueda recibir la impresión de que les cuesta hablar de la misericordia del Señor. Or 239.3

En la reunión de testimonios, la plegaria debe elevarse de tal manera que todos puedan ser edificados; los que toman parte en este ejercicio deben seguir el ejemplo dado en la hermosa oración que hizo el Señor en favor del mundo. Esta oración es sencilla, clara y abarcante, y sin embargo, no es larga ni sin vida, como lo son a veces las oraciones ofrecidas en público. Sería mejor que estas oraciones sin vida no fuesen pronunciadas; porque son una mera forma sin poder vital, y no bendicen ni edifican.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 230. Or 239.4

Las oraciones ofrecidas en público deben ser cortas y directas. Dios no requiere de nosotros que hagamos tediosos los momentos de culto con largas peticiones... Algunos minutos son suficientes para una petición común en público.—El Evangelismo, 111. Or 239.5

Nuestras reuniones de oración y testimonios debieran ser ocasiones de ayuda y animación especial. Cada uno tiene una obra que hacer para que estas reuniones sean tan interesantes y provechosas como sea posible. Esto puede lograrse fácilmente teniendo una fresca experiencia diaria en las cosas de Dios y no vacilando en hablar de su amor en las asambleas de su pueblo. Si no permitís que las tinieblas o la incredulidad penetren en vuestros corazones, ellas no se manifestarán tampoco en vuestras reuniones. Or 240.1

Nuestras reuniones deben hacerse intensamente interesantes. Deben estar impregnadas por la misma atmósfera del cielo. No haya discursos largos y áridos ni oraciones formales simplemente para ocupar el tiempo.—Servicio Cristiano Eficaz, 261, 262. Or 240.2

Tomen parte los niños en el culto de familia [del sábado]. Traigan todos sus Biblias y lea cada uno de ellos uno o dos versículos. Luego cántese algún himno familiar, seguido de oración. Para esta, Cristo ha dejado un modelo. El Padrenuestro no fue destinado a ser repetido simplemente como una fórmula, sino que es una ilustración de lo que deben ser nuestras oraciones: sencillas, fervientes y abarcantes. En una simple petición, expresad al Señor vuestras necesidades y gratitud por su misericordia. Así invitáis a Jesús como vuestro huésped bienvenido en el hogar y el corazón. En la familia, las largas oraciones acerca de objetos remotos, no están en su lugar. Hacen cansadora la hora de la oración, cuando debiera ser considerada como un privilegio y una bendición. Procurad que ese momento ofrezca interés y gozo.—Conducción del Niño, 496, 497. Or 240.3

Las oraciones y los discursos largos y prosaicos no cuadran en ningún lugar, pero mucho menos en la reunión de testimonios... Cansan a los ángeles y a la gente que los escucha. Las oraciones deben ser cortas y directas... Dejemos al Espíritu de Dios entrar en nuestro corazón, y él apartará toda árida formalidad.—Joyas de los Testimonios 1:458. Or 240.4

Uno o dos minutos bastan para cualquier oración común.—Testimonios para la Iglesia 2:514. Or 241.1