La Oración
Capítulo 17—La oración en el círculo del hogar
La familia debe orar unida cada mañana
El culto familiar no debiera ser gobernado por las circunstancias. No habéis de orar ocasionalmente y descuidar la oración en un día de mucho trabajo. Al hacer esto, inducís a vuestros hijos a considerar la oración como algo no importante. La oración significa mucho para los hijos de Dios y las acciones de gracias debieran elevarse delante de Dios mañana y noche. Dice el salmista: “Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos”. Or 227.1
Padres y madres, por muy urgentes que sean vuestros negocios, no dejéis nunca de reunir a vuestra familia en torno del altar de Dios. Pedid el amparo de los santos ángeles para vuestra casa. Recordad que vuestros amados están expuestos a tentaciones. Or 227.2
No pasemos por alto nuestras obligaciones hacia Dios al esforzarnos por atender la comodidad y felicidad de los huéspedes. Ninguna consideración debería hacernos desatender la hora de la oración. No habléis ni os entretengáis con otras cosas hasta el punto de estar todos demasiado cansados para gozar de un momento de devoción. Hacer esto es presentar a Dios una ofrenda imperfecta. Deberíamos presentar nuestras súplicas y elevar nuestras voces en alabanza feliz y agradecida, a una hora temprana de la noche, cuando podamos orar sin prisa e inteligentemente. Or 228.1
Vean todos los que visitan un hogar cristiano que la hora de la oración es la más preciosa, la más sagrada y la más feliz del día. Estos momentos de devoción ejercen una influencia refinadora, elevadora sobre todos los que participan de ellos. Producen un descanso y una paz gratos al espíritu.—Conducción del Niño, 492, 493. Or 228.2
El Señor tiene interés especial en la familia de sus hijos terrenales. Los ángeles ofrecen el humo del fragante incienso de las oraciones de los santos. Por lo tanto, en el seno de cada familia ascienda la oración al cielo por la mañana y en la fresca hora del atardecer, presentando en nuestro beneficio los méritos del Salvador ante Dios. Por la mañana y la tarde el universo celestial presta atención a cada familia que ora.—Mi vita hoy, 29. Or 228.3
El universo celestial contempla de mañana y de tarde a cada familia que ora, y el ángel con el incienso, que representa la sangre de la expiación, halla acceso delante de Dios.—Comentario Bíblico Adventista 7:982. Or 228.4
Por la mañana, los primeros pensamientos del cristiano deben fijarse en Dios. Los trabajos mundanales y el interés propio deben ser secundarios. Debe enseñarse a los niños a respetar y reverenciar la hora de oración... Es el deber de los padres creyentes levantar así, mañana y tarde, por ferviente oración y fe perseverante, una valla en derredor de sus hijos. Deben instruirlos con paciencia; enseñándoles bondadosa e incansablemente a vivir de tal manera que agraden a Dios.—Conducción del Niño, 491, 492. Or 228.5
Dios debe ser honrado en todo hogar cristiano con los sacrificios matutinos y vespertinos de oración y alabanza. Debe enseñarse a los niños a respetar y a reverenciar la hora de oración. Es deber de los padres cristianos levantar mañana y noche, por oración ferviente y fe perseverante, un cerco en derredor de sus hijos. Or 229.1
En la iglesia del hogar los niños han de aprender a orar y confiar en Dios. Enseñadles a repetir la ley de Dios. Así se instruyó a los israelitas acerca de los mandamientos: “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:7. Venid con humildad, con un corazón lleno de ternura, con una comprensión de las tentaciones y peligros que hay delante de vosotros mismos y de vuestros hijos; por la fe vinculadlos al altar, suplicando el cuidado del Señor por ellos. Educad a los niños a ofrecer sus sencillas palabras de oración. Decidles que Dios se deleita en que lo invoquen.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 105, 106. Or 229.2
Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la familia debe ser convocada y el padre, o la madre en ausencia del padre, debe rogar con fervor a Dios que los guarde durante el día. Acudid con humildad, con un corazón lleno de ternura, presintiendo las tentaciones y peligros que os acechan a vosotros y a vuestros hijos, y por la fe atad a estos últimos al altar, solicitando para ellos el cuidado del Señor. Los ángeles ministradores guardarán a los niños así dedicados a Dios.—Conducción del Niño, 491. Or 229.3