Consejos para los Maestros

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Capítulo 13—La primera escuela del niño

En su sabiduría el Señor ha decretado que la familia sea el mayor agente educativo. En el hogar es donde ha de empezar la educación del niño. Allí está su primera escuela. Allí, con sus padres como maestros, debe aprender las lecciones que han de guiarlo a través de la vida: lecciones de respeto, obediencia, reverencia, dominio propio. Las influencias educativas del hogar son un poder decidido para el bien o para el mal. Son, en muchos respectos, silenciosas y graduales, pero si se ejercen de la debida manera, llegan a ser un poder abarcante para la verdad y la justicia. Si no se instruye correctamente al niño en el hogar, Satanás lo educará por instrumentos elegidos por él. ¡Cuán importante es, pues, la escuela del hogar! CM 103.1

En esta escuela—el primer grado—debe utilizarse el mejor talento. Sobre los padres recae la obligación de dar instrucción física, mental y espiritual. Debe ser el objeto de todo padre, asegurar para su hijo un carácter bien equilibrado, simétrico. Esa es una obra de no pequeña magnitud e importancia, una obra que requiere ferviente meditación y oración no menos que esfuerzo paciente y perseverante. Hay que echar un fundamento correcto, levantar una armazón fuerte y firme, y luego, día tras día, adelantar la obra de edificar, pulir y perfeccionar. CM 103.2

Los niños pueden ser educados para el servicio del pecado o para el servicio de la justicia. Salomón dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. Proverbios 22:6. Este es un lenguaje positivo. La educación que Salomón ordena, ha de dirigir, educar y desarrollar. Pero para hacer esta obra, los padres mismos deben comprender el “camino” por el cual debe andar el niño. Es imposible para ellos dar a sus hijos la debida preparación a menos que se entreguen primero a Dios y aprendan del gran Maestro lecciones de obediencia a su voluntad. CM 103.3

Es mucho más fácil dar la preparación física, el desarrollo del cuerpo, que impartir la preparación espiritual. El cuarto de los niños, el terreno de juegos, el taller, la siembra de la semilla y la recolección de la mies, todas estas cosas proporcionan educación física. En circunstancias ordinariamente favorables, el niño adquiere naturalmente vigor saludable y el debido desarrollo de su organismo. Sin embargo, aun en las cosas físicas, debe educárselo cuidadosamente. CM 104.1

La cultura del alma, que da pureza y elevación a los pensamientos y fragancia a las palabras y los actos, requiere el esfuerzo más esmerado. Requiere paciencia para mantener todo mal motivo apartado del jardín del corazón. En ningún caso debe descuidarse la preparación espiritual; porque “el principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Salmos 111:10. Algunos colocan la educación después de la religión, pero la verdadera educación es religión. La Biblia debería ser el primer libro de texto del niño. De este libro, los padres han de dar sabias instrucciones. La Palabra de Dios ha de constituir la regla de la vida. De ella los niños han de aprender que Dios es su Padre; y de las hermosas lecciones de su Palabra han de adquirir un conocimiento de su carácter. Por la inculcación de sus principios, deben aprender a hacer justicia y juicio. CM 104.2

Por alguna razón, a muchos padres les desagrada el dar instrucción religiosa a sus hijos; y los dejan obtener de la escuela sabática el conocimiento que es su privilegio y deber impartir. Estos padres no cumplen con la responsabilidad que se les ha impuesto: el dar a sus hijos una educación completa. Dios ordena a su pueblo que críe a sus hijos en la educación y admonición del Señor. ¿Qué significa esto: la educación y la admonición del Señor? Significa enseñarles a ordenar su vida por los requerimientos y lecciones de la Palabra; ayudarles a obtener una clara comprensión de las condiciones de entrada en la ciudad de Dios. Las puertas de aquella ciudad no serán abiertas a todos los que quieran entrar en ella, sino tan sólo a los que han estudiado para conocer la voluntad de Dios, y han entregado su vida al dominio del Creador. CM 104.3

Padres, sean sencillas las instrucciones que dais a vuestros hijos, y aseguraos que las comprendan claramente. Las lecciones que aprendéis de la Palabra, debéis presentarlas a sus mentes juveniles con tal claridad, que no puedan dejar de comprenderlas. Por sencillas lecciones sacadas de la Palabra de Dios y de su propia experiencia, podéis enseñarles a conformar su vida a la norma más alta. Aun en la infancia y la adolescencia pueden aprender a vivir vidas llenas de reflexión y fervor, vidas que den una rica mies de bien. CM 105.1