La Oración

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La oración fortalecía a Cristo ante las pruebas

Cristo, nuestro Salvador, fue tentado en todo tal como nosotros, pero fue sin pecado. Tomó la naturaleza humana, tomó la forma del hombre, y sus necesidades fueron las necesidades del hombre. Tenía necesidades corporales que satisfacer, y cansancio físico del cual aliviarse. Mediante la oración a su Padre fue fortalecido para enfrentar el deber y la prueba. Cada día cumplía sus deberes tratando de salvar almas. Su corazón estaba lleno de tierna simpatía por los fatigados y cansados. Dedicó noches enteras a orar en favor de los tentados... La oración precedía y santificaba cada acto de su ministerio... Or 205.2

Las noches dedicadas a la oración que el Salvador empleó en la montaña o en el desierto, eran esenciales a fin de prepararlo para las pruebas que tendría que enfrentar en los días sucesivos. Sentía la necesidad de refrigerar y vigorizar el alma y el cuerpo, para poder encarar las tentaciones de Satanás; y los que estén tratando de vivir su vida sentirán la misma necesidad.—¡Maranata: el Señor Viene!, 83. Or 206.1

Mientras que Jerusalén estaba sumida en el silencio, y los discípulos habían vuelto a sus hogares a buscar el reposo del sueño, Jesús no dormía. Sus súplicas divinas ascendían delante de su Padre por sus discípulos, para que fueran guardados de las influencias del mal que debían encontrar diariamente en el mundo, y que su propia alma fuera preparada y fortalecida para los deberes y pruebas del siguiente día.—The Review and Herald, 17 de agosto de 1886. Or 206.2