La Maravillosa Gracia de Dios

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Las promesas del hombre, 7 de mayo

Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo. Éxodo 19:8. MGD 135.1

Otro pacto [distinto del establecido con Abrahán], llamado en la Escritura el pacto “antiguo”, se estableció entre Dios e Israel en el Sinaí, y en aquel entonces fue ratificado mediante la sangre de un sacrificio. El pacto hecho con Abrahán fue ratificado mediante la sangre de Cristo, y es llamado el “segundo” pacto o “nuevo” pacto, porque la sangre con la cual fue sellado se derramó después de la sangre del primer pacto.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 387. MGD 135.2

Poco tiempo después de acampar junto al Sinaí, se le indicó a Moisés que subiera al monte a encontrarse con Dios... Israel iba a entrar ahora en una relación más estrecha y más peculiar con el Altísimo, iba a ser recibido como iglesia y como nación bajo el gobierno de Dios. El mensaje que se le dio a Moisés para el pueblo fue el siguiente: “Si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros seréis mi reino de sacerdotes, y gente santa”. Éxodo 19:4-6. MGD 135.3

Moisés regresó al campamento, y reuniendo a los ancianos de Israel, les repitió el mensaje divino. Su contestación fue: “Todo lo que Jehová ha dicho haremos”. Así concertaron un solemne pacto con Dios, prometiendo aceptarle como su Soberano, por lo cual se convirtieron, en sentido especial, en súbditos de su autoridad.—Ibid. 310. MGD 135.4

Durante su servidumbre, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abrahán... Como habían vivido en un ambiente de idolatría y corrupción, no tenían un concepto verdadero de la santidad de Dios, de la extrema pecaminosidad de su propio corazón, de su total incapacidad para obedecer la ley de Dios, y de la necesidad de un Salvador... MGD 135.5

Los israelitas... no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la ley de Dios. Creyéndose capaces de ser justos por sí mismos declararon: “Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos”. Éxodo 24:7.—Ibid. 388. MGD 135.6