La Maravillosa Gracia de Dios

294/367

Debemos proseguir, 19 de octubre

Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida. Oseas 6:3. MGD 300.1

Cristo vino a enseñar a la familia humana el camino de la salvación e hizo este camino tan llano que hasta un niñito puede andar en él. Invita a sus discípulos a que avancen en el conocimiento del Señor; y a medida que éstos sean guiados diariamente por su dirección, aprenderán que su salida está aparejada como el alba. MGD 300.2

Habéis observado la salida del sol, y la aparición gradual del día sobre la tierra y el cielo. Poco a poco progresa la aurora, hasta que aparece el sol; la luz se hace cada vez más fuerte y clara hasta que se llega a la plena gloria del mediodía. Es ésta una bella ilustración de lo que Dios desea hacer por sus hijos en el perfeccionamiento de su experiencia cristiana. Andando día tras día en la luz que él nos envía, en la obediencia voluntaria a todos sus requerimientos, nuestra experiencia crece y se amplía hasta que alcanzamos la estatura plena de hombres y mujeres en Cristo Jesús... MGD 300.3

Cristo no vino a la tierra como rey, para gobernar a las naciones. Vino como hombre humilde para ser tentado y para vencer la tentación; para que sigamos en pos de él, como debemos ir, para conocer al Señor. En el estudio de la vida de Jesús aprenderemos cuánto hará Dios por su medio, en favor de sus hijos. Y sabremos que por grandes que sean nuestras pruebas, no pueden exceder a lo que Cristo soportó para que pudiésemos conocer el camino, la verdad y la vida. Mediante una vida de conformidad con su ejemplo, hemos de mostrar nuestro aprecio por el sacrificio que hizo en nuestro favor.—Mensajes para los Jóvenes, 15, 16. MGD 300.4

Como la flor se torna hacia el sol, a fin de que los brillantes rayos la ayuden a perfeccionar su belleza y simetría, así debemos tornarnos hacia el Sol de justicia, a fin de que la luz celestial brille sobre nosotros, para que nuestro carácter se transforme a la imagen de Cristo... MGD 300.5

Morando en él podéis florecer. Recibiendo vuestra vida de él, no os marchitaréis ni seréis estériles. Seréis como el árbol plantado junto a arroyos de aguas.—El Camino a Cristo, 68. MGD 300.6