La Maravillosa Gracia de Dios

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La sangre del pacto, 27 de mayo

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad. Hebreos 13:20, 21. MGD 155.1

Para muchos ha sido un misterio por qué se requerían tantas ofrendas de sacrificio en la dispensación antigua, por qué se llevaban tantas víctimas sangrantes al altar. Pero la gran verdad que se presentó al hombre para que imprimiera en su mente y en su corazón es ésta: “Sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. Hebreos 9:22. Cada sacrificio sangriento representaba “al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. MGD 155.2

Cristo mismo fue el originador del sistema de culto judío, en el cual, mediante tipos y símbolos, se representaban las cosas espirituales y celestiales. Muchos olvidaron el verdadero significado de estas ofrendas; y la gran verdad de que por medio de Cristo solamente hay perdón para el pecado, se perdió para ellos. La multiplicación de las ofrendas de sacrificio, la sangre de becerros y carneros, no podía quitar el pecado.—The S.D.A. Bible Commentary 7:932, 933. MGD 155.3

Había una lección implícita en cada sacrificio, impresa en cada ceremonia, solemnemente predicada por el sacerdote en su santo oficio, e inculcada por Dios mismo: que sólo por medio de la sangre de Cristo hay perdón de pecados.—Ibid. 933. MGD 155.4

Los antiguos creyentes eran salvados por el mismo Salvador de la actualidad, pero era un Dios velado. Veían la misericordia de Dios en figuras... El sacrificio de Cristo es el glorioso cumplimiento de todo el sistema judaico... Cuando como ofrenda impoluta Cristo inclinó la cabeza y murió, cuando mediante la mano invisible del Todopoderoso el velo del templo se partió en dos, se abrió un camino nuevo y viviente: todos pueden acercarse a Dios ahora por medio de los méritos de Cristo. Debido a que el velo ha sido rasgado, los hombres pueden acercarse a Dios. No necesitan depender ni de sacerdote ni de sacrificio ceremonial. Se da libertad a todos para ir directamente a Dios por medio de un Salvador personal.—Ibid. 932. MGD 155.5