La Maravillosa Gracia de Dios

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Un pacto mutuo, 22 de mayo

Has declarado solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos. Deuteronomio 26:17, 18. MGD 150.1

No debe haber de nuestra parte retención ni de nuestro servicio ni de nuestros medios si hemos de cumplir plenamente nuestro pacto con Dios... El propósito de todos los mandamientos de Dios consiste en revelar el deber del hombre no sólo hacia Dios sino hacia sus semejantes. En esta hora tardía de la historia del mundo no debemos cuestionar o discutir el derecho de Dios a formular estos requerimientos, debido al egoísmo de nuestros corazones, o en caso contrario nos engañaremos a nosotros mismos y le robaremos a nuestras almas las más ricas bendiciones de la gracia de Dios. El corazón, la mente y el alma deben fusionarse con la voluntad de Dios. Entonces el pacto, constituido por los dictados de la sabiduría infinita, y vigente por el poder y la autoridad del Rey de reyes y Señor de señores, será nuestro placer... Basta que él haya dicho que la obediencia a sus estatutos y leyes es la vida y la prosperidad de su pueblo. MGD 150.2

Las bendiciones del pacto de Dios son mutuas... Dios acepta a los que quieren trabajar para la gloria de su nombre, para que su nombre sea alabado en un mundo de apostasía e idolatría. Será exaltado por su pueblo que guarda los mandamientos, a fin de que pueda exaltarlo “sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria”. Deuteronomio 26:19. MGD 150.3

Por medio de nuestro voto bautismal reconocemos y confesamos solemnemente que el Señor Jehová es nuestro Gobernante. Formulamos virtualmente un juramento solemne, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para que de aquí en adelante nuestras vidas estén fusionadas con las vidas de estas tres grandes Personas, ce modo que la vida que vivamos en la carne sea vivida en fiel obediencia de la sagrada ley de Dios. Declaramos que estamos muertos, y que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios.—Manuscrito 67, 1907. MGD 150.4