El otro Poder
Capítulo 9—Actitud hacia las autoridades civiles
No atacar—Algunos de nuestros hermanos han dicho y escrito muchas cosas que se interpretan como opuestas al gobierno y las leyes. Es un error exponernos así a una interpretación errónea. No es prudente censurar continuamente lo que están haciendo los gobernantes. Nuestra obra no consiste en atacar a los individuos o las instituciones. Debemos ejercer gran cuidado para no ser interpretados como opositores a las autoridades civiles. Es verdad que nuestra guerra es agresiva, pero nuestras armas deben basarse en un claro “Así dice Jehová”. Nuestra obra consiste en preparar a un pueblo que subsista en el gran día de Dios. No debemos desviarnos y entrar en cosas que estimularían la controversia ni despertar antagonismo en los que no son de nuestra fe. OP 68.1
No debemos trabajar de una manera que nos señale como si abogáramos por la traición. Debemos eliminar de nuestros escritos toda declaración que, por sí misma, podría representarse como falsa y hacernos aparecer como opositores a la ley y al orden. Todo debe considerarse cuidadosamente, no sea que sentemos por escrito algo que parezca alentar la deslealtad para con nuestro país y sus leyes. No se requiere de nosotros que desafiemos a las autoridades. Vendrá un momento cuando, a causa de nuestra defensa de la verdad bíblica, seremos tratados como traidores; pero no lo apresuremos por actos imprudentes que despierten animosidad y disensión. OP 68.2
Condenados por nuestras propias palabras—Llegará el momento cuando las expresiones incautas de carácter denunciador, que hayan sido pronunciadas o escritas negligentemente por nuestros hermanos, serán usadas por nuestros enemigos para condenarnos. Las emplearán no sólo para condenar a los que hicieron las declaraciones, sino que las adjudicarán a toda la organización adventista. Nuestros acusadores dirán que en tal día, uno de nuestros hombres de responsabilidad habló así o asá contra la administración y las leyes de este gobierno. Muchos se quedarán asombrados al ver cómo fueron archivadas muchas cosas que darán pie a los argumentos de nuestros adversarios. Otros se sorprenderán al oír cómo sus propias palabras se repiten exageradas, para darles un significado que no se propusieron darles. Por lo tanto, ejerzan cuidado nuestros hermanos y hablen cautelosamente en todo momento y circunstancia. Sean todos cautos, no sea que por expresiones temerarias provoquen un tiempo de aflicción antes de la gran crisis que ha de probar la vida de los hombres. OP 69.1
Acusaciones contra autoridades y poderes—Cuanto menos sean los cargos directos que hagamos contra las autoridades y potestades, tanto mayor será la obra que podremos realizar en los Estados Unidos y otros países, pues las demás naciones seguirán el ejemplo de los Estados Unidos. Si bien este país encabezará el movimiento, la misma crisis sobrevendrá a nuestro pueblo en todas partes del mundo. OP 69.2
Nuestra obra consiste en magnificar y exaltar la ley de Dios. La verdad de la santa Palabra de Dios debe ser manifestada. Debemos enaltecer las Escrituras como norma de vida. Con toda modestia, con espíritu de gracia y el amor de Dios debemos indicar a los hombres que el Señor Dios es el Creador de los cielos y la tierra, y que el séptimo día es reposo de Jehová. OP 70.1
En el nombre del Señor hemos de avanzar, desplegar su estandarte y defender su Palabra. Cuando las autoridades nos ordenen que no hagamos esta obra, cuando nos prohíban proclamar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, entonces será necesario que digamos como los apóstoles: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. Hechos 4:19, 20. OP 70.2
La verdad ha de ser presentada con el poder del Espíritu Santo. Es lo único que puede dar eficacia a nuestras palabras. Únicamente por el poder del Espíritu se habrá de ganar y conservar la victoria. El agente humano debe ser movido por el Espíritu de Dios. Los obreros deben ser guardados para la salvación por el poder de Dios mediante la fe. Deben tener sabiduría divina, a fin de que nada de lo que digan incite a los hombres a cerrarnos el camino. Inculcando la verdad espiritual, hemos de preparar a un pueblo que podrá, con mansedumbre y temor, dar razón de su fe ante las más altas autoridades de nuestro mundo. OP 70.3
Necesitamos presentar la verdad en su sencillez, defender la piedad práctica; y debemos hacer esto con el espíritu de Cristo. La manifestación de un espíritu tal ejercerá la mejor influencia sobre nuestro propio ser, y tendrá un poder convincente sobre los demás. Demos al Señor oportunidad de obrar por intermedio de sus propios agentes. No nos imaginemos que podremos trazar planes para el futuro; reconozcamos a Dios como el que está manejando el timón en todo tiempo y en toda circunstancia. El obrará por los medios adecuados, y sostendrá, ensanchará y fortalecerá a su pueblo. OP 70.4
No apresuren la tormenta—Los agentes del Señor deben tener un celo santificado y completamente regido por él. Los tiempos tormentosos nos sobrecogerán bastante pronto, y no debemos seguir una conducta impropia que apresure su llegada. Vendrá una tribulación de tal carácter que impulsará hacia Dios a todos los que deseen ser suyos y solamente suyos. Hasta que seamos probados en el horno de fuego no nos conoceremos a nosotros mismos, y no es propio que midamos el carácter de los demás ni condenemos a los que no han recibido todavía la luz del mensaje del tercer ángel. OP 71.1
Si deseamos que los hombres se convenzan de que la verdad que creemos santifica el ser y transforma el carácter, no los abrumemos constantemente con acusaciones vehementes. Con ello no lograríamos sino imponerles la conclusión de que la doctrina que profesamos no puede ser la cristiana, ya que no nos hace bondadosos ni corteses. El cristianismo no se manifiesta por acusaciones pugilísticas y condenatorias. OP 71.2
Muchos de nuestros hermanos corren el riesgo de pretender ejercer sobre otros un poder controlador y oprimir a sus semejantes. Existe el peligro de que aquellos a quienes se han confiado responsabilidades conozcan un solo poder: el de la voluntad no santificada. Algunos han ejercido este poder sin escrúpulo y han perjudicado en gran manera a quienes el Señor está usando. Una de las mayores maldiciones de nuestro mundo (que se ve en las iglesias y por doquier) es el amor a la supremacía. Los hombres se dejan absorber por la búsqueda de poder y de popularidad. Para nuestro agravio y vergüenza, este espíritu se ha manifestado en las filas de los observadores del sábado. Pero el éxito espiritual es solamente para los que han adquirido mansedumbre y humildad en la escuela de Cristo. OP 71.3
Debemos recordar que el mundo nos juzgará por lo que aparentemos ser. Procuren no manifestar inconsecuencia de carácter quienes desean representar a Cristo. Antes de avanzar asegurémonos de que el Espíritu Santo haya sido derramado sobre nosotros. Cuando tal sea el caso daremos un mensaje decidido, pero de un carácter mucho menos condenatorio que el que han estado dando algunos; y todos los creyentes serán mucho más fervientes en pro de la salvación de nuestros oponentes. Dejemos a Dios la responsabilidad de condenar a las autoridades y a los gobiernos. Con mansedumbre y amor, defendamos como centinelas fieles los principios de la verdad tal cual es en Jesús.—Joyas de los Testimonios 3:45-48 (1900). OP 72.1
Presenten la verdad con suavidad—La verdad debería ser presentada con tacto, suavidad y ternura de lo alto. Debería proceder de un corazón que ha sido ablandado y simpatiza con el pecador. Necesitamos tener estrecha comunión con Dios a fin de que no se eleve el yo, como ocurrió con Jehú, y derramemos un torrente de palabras no apropiadas, que no son como el rocío o la suave lluvia que reaviva las plantas marchitas. Sean nuestras palabras suaves al tratar de ganar a las personas. Dios será la sabiduría para quien busca sabiduría de la divina Fuente... OP 72.2
Actitud hacia los opositores—El plan de Dios es alcanzar primero el corazón. Hablen la verdad, y permítanle llevar adelante con poder los principios reformadores. No hagan referencias a lo que digan los opositores, sino permitan que la verdad se defienda sola. La verdad puede llegar hasta los tuétanos. Presenten claramente la Palabra en toda su majestuosidad.—Testimonies for the Church 6:398-400 (1900). OP 73.1