El Ministerio Médico

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Objetivos y condiciones de prosperidad constantes

Se han hecho grandes avances en el mundo médico desde la muerte de Elena de White en 1915. Aunque estos avances han traído ajustes en los detalles de la práctica de la medicina, no han hecho pasar de moda el valor terapéutico del “aire puro, el ejercicio, la dieta apropiada, el uso del agua,” y “la confianza en el poder divino,” los cuales Elena G. de White enumeró como “los remedios verdaderos”. Mientras los métodos modernos de diagnóstico rápido y de tratamiento de las enfermedades han acortado el tiempo en que los pacientes deben permanecer en una institución médica, y si bien es cierto que esto tiene su consecuencia sobre la operación de las instituciones adventistas del séptimo día, los principios básicos establecidos en los consejos de Elena de White constituyen una guía segura y realizable hoy. Escribiendo reflexivamente, la señora White declaró: MM xii.3

Mientras nuestra obra se ha extendido y las instituciones se han multiplicado, el propósito de Dios en el establecimiento de ellas permanece igual. Las condiciones de prosperidad son las mismas”.—Testimonios para la Iglesia 6:224. MM xiii.1

Se nos puede dar certeza una y otra vez de la permanencia continua de estos consejos en las líneas médicas. Al estar de pie frente al Congreso de la Asociación General en 1909, ella dijo: MM xiii.2

“Se me ha mostrado que los principios que se nos dieron en los primeros días del mensaje son muy importantes y deben ser considerados, en realidad tan conscientemente hoy, como se hizo entonces”.—Testimonios para la Iglesia 9:158. MM xiii.3

Los principios se mantienen, aunque las circunstancias cambiantes pueden hacer necesarios ajustes en la aplicación de algunos de los principios. En efecto, Elena G. de White escribió con relación a la obra de la recién establecida facultad en Loma Linda: MM xiii.4

“No podemos establecer una línea precisa para que se siga incondicionalmente. Las circunstancias y las emergencias se presentarán y el Señor debe dar instrucción especial; pero si empezamos a trabajar dependiendo completamente del Señor, velando, orando y andando en armonía con la luz que él nos envía, no seremos dejados para avanzar en tinieblas”.—Carta 192, 1906. MM xiv.1