El Evangelismo

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La esposa del evangelista

Es responsable de sus talentos—Sobre la esposa del ministro pesa una responsabilidad que ella no debiera ni puede descartar livianamente. Dios requerirá con intereses el talento que le fue prestado. Ella debiera trabajar fervorosamente, con toda fidelidad y unida con su esposo a fin de salvar almas. Nunca debiera poner en primer plano sus deseos y preferencias, ni expresar una falta de interés en el trabajo de su esposo, ni insistir en sus sentimientos de nostalgia y descontento. Debe vencer todos estos sentimientos naturales. Debiera tener un propósito en la vida y dedicarse incansablemente a su realización. ¡Y qué importa que esto esté en conflicto con los sentimientos, las preferencias y los gustos! Estos debieran sacrificarse gozosamente y con prontitud a fin de hacer bien y salvar almas. Ev 488.5

Las esposas de los pastores debieran llevar vidas piadosas y dedicadas a la oración. Pero algunas de ellas preferirían una religión sin cruces y que no exija nada de abnegación ni renunciamiento de su parte. En vez de depender noblemente de sí mismas, en lugar de apoyarse en Dios para recibir de él fortaleza, en vez de cumplir sus responsabilidades, una buena parte del tiempo han estado dependiendo de otros, y de ellos han obtenido su vida espiritual. Si tan sólo se apoyaran en Dios, con toda confianza, y confiaran en él como lo hace un niño, y centraran en Jesús sus afectos, recibiendo su vida de Cristo, la Vid viviente, ¡cuánto bien podrían hacer, de cuánta ayuda podrían ser para otros, y qué apoyo podrían prestar a sus esposos! ¡Y qué recompensa recibirán al final!—Testimonies for the Church 1:452, 453 (1864). Ev 489.1

Debe acompañar a su esposo en la ganancia de almas—Si la esposa de un pastor acompaña a su esposo en sus viajes, no debiera ir para su propio placer, para visitar y para ser servida, sino para trabajar con él. Debiera tener el mismo interés que él en hacer el bien. Debiera estar dispuesta a acompañar a su esposo, si las tareas del hogar lo permiten, y debiera ayudarle en sus esfuerzos para salvar almas. Con mansedumbre y humildad, y sin embargo con una noble confianza propia, debiera ejercer una influencia orientadora sobre las mentes de las personas que la rodean, y debiera desempeñar su parte y llevar su cruz y su carga en las reuniones, junto al altar familiar y en las reuniones de conversación junto al hogar. La gente espera esto, y tiene derecho a esperarlo. Si esas expectativas no se cumplen, se destruye más de la mitad de la influencia del esposo. Ev 489.2

La esposa de un ministro puede hacer mucho si así lo quiere. Si posee el espíritu de abngación y amor por las almas, puede hacer con él casi la misma cantidad de bien. Una obrera en la causa de la verdad puede comprender ciertos casos y puede influir en ellos, especialmente entre las hermanas, cosas que el pastor no podría hacer.—Testimonies for the Church 1:452 (1864). Ev 489.3

La vestimenta de las esposas de los ministros—Especialmente las esposas de nuestros ministros deben tener cuidado de no apartarse de las claras enseñanzas de la Biblia con respecto al vestir. Muchas consideran que esas órdenes son demasiado anticuadas para que se les preste atención; pero el que las dio a sus discípulos, comprendía los peligros que entrañaría en nuestro tiempo el amor al vestido, y nos envió la consiguiente amonestación. ¿Le prestaremos atención y seremos sabios? La extravagancia en el vestir aumenta continuamente. Y no se ha llegado aún al fin. La moda cambia a cada momento, y nuestras hermanas la siguen, sin reparar en el gasto de tiempo y dinero. Se gastan en vestidos muchos recursos que debieran ser devueltos a Dios, el Dador de ellos.—Joyas de los Testimonios 1:594 (1864). Ev 490.1

Debe ejemplificar la religión en el hogar—Recuerde la esposa del predicador que tiene hijos, que ella tiene en su hogar un campo misionero en el cual debe trabajar con energía incansable y celo invariable, sabiendo que los resultados de su trabajo perdurarán por toda la eternidad. ¿No son las almas de sus hijos de tanto valor como las de los paganos? Atiéndalos, pues, con amante cuidado. Le ha sido encargada la responsabilidad de demostrar al mundo la fuerza y excelencia de la religión en el hogar. Ella ha de ser regida por los principios, no por los impulsos, y ha de trabajar con el sentimiento de que Dios es quien le ayuda. No debe permitir que nada la aparte de su misión. Ev 490.2

La influencia de la madre que tiene íntima relación con Cristo es de valor infinito. Su ministerio de amor hace del hogar un Betel. Cristo obra con ella, transformando el agua común de la vida en el vino del cielo. Sus hijos se criarán para serle una bendición y honra en esta vida y en la venidera.—Obreros Evangélicos, 217, 218 (1915). Ev 490.3

La obra importante en el hogar—Si entran en la obra hombres casados, dejando a sus esposas en casa para que cuiden a los niños, la esposa y madre está haciendo una obra tan grande e importante como la que hace el esposo y padre. Mientras que el uno está en el campo misionero, la otra es misionera en el hogar, y con frecuencia sus ansiedades y cargas exceden en mucho a las del esposo y padre. La obra de la madre es solemne e importante, a saber, la de amoldar las mentes y formar el carácter de sus hijos, prepararlos para ser útiles en esta vida, e idóneos para la venidera, inmortal. Ev 490.4

El esposo puede recibir honores de los hombres en el campo misionero, mientras que la que se afana en casa no recibe reconocimiento terreno alguno por su labor; pero si trabaia en pro de los mejores intereses de su familia, tratando de formar su carácter según el Modelo divino, el ángel registrador la anotará como uno de los mayores misioneros del mundo. Ev 490.5

La esposa del predicador puede ser de gran ayuda a su esposo en cuanto a aliviar su carga, si mantiene su propia alma en el amor de Dios. Puede enseñar la Palabra a sus hijos. Puede manejar su casa con economía y discreción. Unida a su esposo, puede educar a sus hijos en hábitos de economía, y enseñarles a restringir sus necesidades.—Obreros Evangélicos, 214 (1915). Ev 491.1

El espíritu quejoso es un lastre—Estas hermanas están estrechamente vinculadas con la obra de Dios si es que él ha llamado a sus esposos a predicar la verdad presente. Estos siervos, si verdaderamente son llamados por Dios, sentirán la importancia de la verdad. Se colocarán entre los vivos y los muertos, y velarán por las almas como quienes han de dar cuenta. Solemne es su vocación y sus compañeras pueden ser para ellos una gran bendición o una gran maldición. Pueden alentarlos cuando están abatidos, consolarlos cuando están desanimados, y animarlos a mirar hacia arriba y confiar plenamente en Dios cuando les falta la fe. O pueden seguir una conducta opuesta; mirar el lado sombrío, pensar que pasan por tiempos difíciles, y no ejercer fe en Dios, hablar de sus pruebas e incredulidad con sus compañeros, albergar un espíritu quejoso y murmurador, y ser un lastre y hasta una maldición para ellos... Ev 491.2

Una esposa no santificada es la mayor maldición que pueda tener un ministro. Aquellos siervos de Dios que por desgracia tengan en sus casas esta influencia agostadora, deben duplicar sus oraciones y su vigilancia y, asumiendo una posición firme y decidida, no permitir que los opriman las tinieblas. Deben aferrarse más a Dios, ser enérgicos y decididos, gobernar bien su propia casa, y vivir de tal manera que puedan recibir la aprobación de Dios y la custodia de los ángeles. Pero si ceden a los deseos de sus compañeras no consagradas, el ceño de Dios pesará sobre su casa. El arca de Dios no puede morar en ella, porque ellos apoyan a sus esposas en sus errores y se los toleran.—Joyas de los Testimonios 1:38, 39 (1856). Ev 491.3