El Evangelismo

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Capítulo 19—Calificaciones esenciales del obrero

El espíritu del ministerio

El afán por las almas—Como pastor ha de ir tras la oveja perdida; no ha de tener él meramente un interés casual, sino un ferviente afán por las almas. Esto exige un fervoroso escudriñamiento del corazón, y una ferviente búsqueda de Dios, acompañada de oración, para que podamos conocerlo a él y el poder de su gracia, “para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.—Carta 8, 1895. Ev 456.1

Compasión por los que no son salvos—Pero ¡cuán pocos de entre nosotros consideran la salvación de los pecadores desde el mismo punto de vista que el universo celestial—como plan ideado desde la eternidad en la mente de Dios! ¡Cuán pocos de entre nosotros están cordialmente de parte del Redentor en esta obra solemne y final! Existe escasamente una décima parte de la compasión que debiera haber por las almas que no están salvadas. Quedan muchos por amonestar, y sin embargo, ¡cuán pocos son los que simpatizan lo suficiente con Dios para conformarse con ser cualquier cosa o nada con tal de ver almas ganadas para Cristo!—Obreros Evangélicos, 121 (1915). Ev 456.2

Consagración, amor y abnegación—El que trabaja para Dios debe emplear las más altas energías mentales y morales con que la naturaleza, la cultura y la gracia de Dios le han dotado; pero el éxito será proporcional al grado de consagración y abnegación con que se haga su obra, más bien que con sus dotes naturales o adquiridas. Necesita hacer un esfuerzo continuo y ferviente para adquirir la preparación que lo hará útil; pero a menos que Dios obre con la humanidad, ésta no puede realizar bien alguno.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 415 (1913). Ev 456.3

Amor y compasión—El Señor desea que los hombres se olviden de sí mismos en el esfuerzo por salvar almas. Nuestra vida es peor que un fracaso si andamos por ella sin dejar señales de amor y compasión. Dios no obrará por medio de un hombre áspero, empecinado y falto de amor. Un hombre tal echa a perder el modelo que Cristo quiere que sus obreros revelen al mundo. Los obreros de Dios, en cualquier ramo de servicio en que estén empeñados, han de colocar en sus esfuerzos la bondad, la benevolencia y el amor de Cristo. Ev 456.4

Dios solicita portaluces que llenen el mundo con la luz, la paz y el gozo que provienen de Cristo. Dios empleará a los hombres humildes, a los hombres que alberguen un sentido de su debilidad, que no piensen que la obra de Dios depende de ellos. Tales hombres recordarán que el servicio de Dios exige de ellos la propiedad del habla y la acción que Dios requiere. Revelarán que Cristo habita en su corazón, impartiendo pureza a todo el ser.—Carta 197, 1902. Ev 456.5

La sencillez de los niños—Trabajemos con todas nuestras capacidades procurando hacer clara la verdad para este tiempo a los que no la comprenden. La bendición del Señor descansará sobre cada alma que se dedique a su obra en forma inteligente... Ev 457.1

Cultivemos la sencillez de los niños. La preciosa Biblia, el Libro de Dios, es nuestro instructor. A todos los que quieran andar humildemente con Dios él les dará su Espíritu Santo y ministrará en su favor mediante los santos ángeles para realizar impresiones correctas sobre las mentes humanas.—Manuscrito 77, 1909. Ev 457.2

Sin alabanza—Debemos realizar nuestra obra con pureza y fidelidad aunque en el mundo no haya nadie para decirnos: “Está bien hecho”. Nuestras vidas deben ser precisamente lo que Dios dispone que sean: fieles en buenas palabras, en acciones bondadosas y consideradas, en la manifestación de humildad, pureza y amor. En esta forma representaremos a Cristo ante el mundo... Ev 457.3

Los hombres fatigados que ahora se dedican en primer lugar e intensamente a la gran obra de salvar almas, son quienes Dios honrará.—Carta 120, 1898. Ev 457.4

El peligro de la adulación—Mantened los ojos fijos en Cristo. No fijéis vuestra atención en algún pastor favorito, copiando su ejemplo e imitando sus gestos; en suma, llegando a ser su sombra. No coloque ningún hombre su molde sobre vosotros... Ev 457.5

No alabéis al hombre; no aduléis al hombre; no permitáis que ningún hombre os alabe u os adule. Satanás hará demasiado de esta clase de obra. Perded de vista el instrumento, y pensad en Jesús. Alabad al Señor. Dad gloria a Dios. Entonad melodías a Dios en vuestros corazones. Hablad de la verdad. Hablad de la esperanza del cristiano, del cielo del cristiano.—Manuscrito 8a, 1888. Ev 457.6

Sentimientos que se hieren con facilidad—No debemos permitir que nuestros sentimientos sean tan quisquillosos. Hemos de vivir no para amparar nuestros sentimientos o nuestra reputación, sino para salvar almas. Conforme vayamos interesándonos en la salvación de las almas, dejaremos de hacerles caso a las pequeñas diferencias que suelen surgir en nuestra asociación con los demás. Piensen lo que pensaren éstos sobre nosotros, hagan lo que nos hicieren, nada debe turbar nuestra unión con Cristo, nuestra comunión con el Espíritu Santo.—El Ministerio de Curación, 485 (1905). Ev 457.7

Un espíritu gozoso—Cuando tenemos una seguridad definida y clara de nuestra salvación debemos manifestar alegría y gozo, lo cual conviene a cada seguidor de Jesucristo. La influencia suavizadora y subyugadora del amor de Dios llevado a la vida práctica hará impresiones en las mentes que resultarán un sabor de vida para vida. Pero un espíritu duro y acusador, si se manifiesta, apartará a muchas almas de la verdad y las llevará a las filas del enemigo. ¡Pensamiento solemne! Para tratar con paciencia con los tentados se requiere que luchemos contra el yo.—Carta 1a, 1894. Ev 458.1

Mansos y humildes de corazón—El valor de nuestra obra no consiste en hacer un gran ruido en el mundo, en ser celosos, ansiosos y activos en nuestra propia fuerza. El valor de nuestra obra está en proporción al impartimiento del Espíritu Santo. El valor de nuestra obra surge de nuestra confianza en Dios, la cual produce cualidades más santas de la mente, para que mediante la paciencia podamos controlar nuestras almas. Debiéramos orar a Dios continuamente para aumentar nuestra fortaleza, para hacernos fuertes con su poder, para encender en nuestros corazones la llama del amor divino. Los que son mansos y humildes de corazón son los que promueven mejor la causa de Dios.—Manuscrito 38, 1895. Ev 458.2

La obra es de Dios, no nuestra—Ahora bien, aquí tenemos precisamente el problema que necesitamos comprender, es a saber, que la obra no es nuestra, sino de Dios, y que nosotros somos tan sólo instrumentos en sus manos para realizarla. Necesitamos buscar al Señor con todo nuestro corazón, y el Señor obrará por nosotros.—The Review and Herald, 10 de mayo de 1887. Ev 458.3

Sacrificio a cada paso—Estamos aproximándonos al final de la historia de este mundo y los diferentes departamentos de la obra de Dios deben promoverse con mucho más sacrificio personal que el que se ha practicado hasta ahora. La obra para estos días finales es una obra misionera. La verdad presente, desde la primera hasta la última letra de su alfabeto, significa un esfuerzo misionero. La obra que debe realizarse exige sacrificio a cada paso de avance. Los obreros han de salir de la prueba purificados y refinados, como oro probado en fuego.—The Review and Herald, 18 de noviembre de 1902. Ev 458.4

Enseñemos y vivamos las doctrinas—Los siervos de Dios han de emplear el mayor cuidado con respecto a las doctrinas que enseñan, el ejemplo que sientan y la influencia que ejercen sobre aquellos que están relacionados con ellos. El gran apóstol apela a la iglesia y a Dios como testigos de la verdad y la sinceridad de su profesión. “Vosotros sois testigos, y Dios—dice él—, de cuán santa y justa e irreprensiblemente nos condujimos con vosotros”.—The Review and Herald, 11 de diciembre de 1900. Ev 458.5

Evitad el enredo de los negocios—Hemos de ser obreros juntamente con él. Los que están en su servicio necesitan separarse de todos los enredos comerciales que empañan su carácter cristiano. Los pescadores a los cuales llamó el Salvador, dejaron inmediatamente sus redes. Los que se consagran a la obra del ministerio no deben enredarse en los ramos comerciales que producirán tosquedad en su vida y serán un detrimento para su progreso espiritual en la obra que el Señor les ha dado para hacer.—Carta 53, 1905. Ev 459.1

La falta de sinceridad es fatal—No debe haber duplicidad ni claudicación en la vida del obrero. Aunque el error, aun cuando sea sostenido sinceramente, es peligroso para cualquiera, fa falta de sinceridad en la verdad es fatal.—Medical Missionary, 1 de enero de 1891. Ev 459.2

El espíritu áspero niega a Cristo—Los hombres pueden hablar fluidamente acerca de doctrinas, y pueden expresar una fe poderosa en las teorías, pero ¿poseen ellos la mansedumbre y el amor cristianos? Si revelan un espíritu áspero y crítico están negando a Cristo. Si no son bondadosos, tiernos, longánimes, no son semejantes a Jesús; están engañando sus propias almas. Un espíritu contrario al amor, la humildad, la mansedumbre y la bondad de Cristo, lo niega a él, cualquiera que sea la profesión.—The Review and Herald, 9 de febrero de 1892. Ev 459.3

Hablad fe y ánimo—Prestemos atención a nuestras palabras. Hablemos fe y tendremos fe. Nunca demos lugar a un pensamiento de desánimo en la obra de Dios. Nunca pronunciemos una palabra de duda. Es como simiente sembrada en el corazón tanto del que habla como de los que escuchan, para producir una cosecha de desánimo y de incredulidad.—Carta 77, 1895. Ev 459.4

El criticar a los colaboradores deprime—Tenemos el privilegio de hablar palabras que animen a nuestros asociados y colaboradores; y no el de hablar palabras que depriman. No es sabio que nos comparemos con otros obreros, hablando de sus debilidades y levantando objeciones con respecto a sus métodos de trabajo. No debe sorprendernos si algunos de los que trabajan bajo graves responsabilidades, y que tienen muchas pruebas a las cuales hacer frente, cometen a veces errores... Ev 459.5

Familiaricémonos con lo bueno que están haciendo nuestros hermanos y hablemos de ello.—Carta 204, 1907. Ev 459.6

Los celos y las sospechas producen desunión—No hay nada que retarde tanto y perjudique la obra en sus diversas ramas como los celos, las suspicacias y las malas sospechas. Estas cosas revelan que prevalece la desunión entre los obreros de Dios. El egoísmo es la raíz de todo mal.—Carta 113a, 1897. Ev 459.7

Un daño irreparable para los colaboradores—Nadie sea incisivo y dictatorial en su trato con los obreros de Dios. Los que están inclinados a censurar recuerden que ellos han hecho errores tan lastimosos como aquellos que condenan en los demás. Inclínense con contrición ante Dios, pidiendo su perdón por las palabras incisivas que han pronunciado y el espíritu incontrolado que han manifestado. Recordad que Dios escucha cada palabra que habláis y que así como juzgáis seréis juzgados... Ev 460.1

¿No remediaremos las dificultades que existen, luchando para restaurar al herido, no cortando sus miembros y dejándolo lisiado para toda la vida, menoscabado en su utilidad, cuando debiera haber sido restaurado?—Manuscrito 143, 1902. Ev 460.2

El criticar a los demás debilita nuestra propia obra—Deben eliminarse cuidadosamente de los planes y métodos de los obreros de Dios los procedimientos mundanos. Su obra ha de progresar con sencillez cristiana. Recordad que el que asume la posición de un crítico debilita grandemente sus propias manos. Dios no ha conferido a los hombres y mujeres como deber el encontrar faltas en sus colaboradores.—The Review and Herald, 2 de septiembre de 1902. Ev 460.3

La tentación especial de Satanás—Si los hombres desean colocarse donde Dios pueda usarlos, no deben criticar a los demás para poner de relieve sus defectos. Esto constituye la tentación especial de Satanás por medio de la cual se esfuerza por estorbar la obra.—Manuscrito 152, 1898. Ev 460.4

La suficiencia propia destruye la obra—Necesitamos hombres que fortalezcan y edifiquen la obra, y no que la destruyan y procuren deshacer lo que otro está tratando de llevar a cabo. Necesitamos a hombres y mujeres con quienes Dios pueda trabajar, en quienes el terreno del corazón ha sido roturado y barbechado. Ev 460.5

No necesitamos obreros que deban ser sostenidos y llevados por aquellos que han estado durante largo tiempo en la fe, obreros que se consideran a sí mismos como un todo perfecto. A los tales queremos decir: “Quedaos donde estáis”. Hemos tenido bastante que hacer con esta clase de obreros. Necesitamos obreros que no estén empapados en egoísmo, que no se sientan autosuficientes.—Manuscrito 173, 1898. Ev 460.6

Se complica el progreso del mensaje—Los atributos de los enemigos de Dios y del hombre, demasiado a menudo encuentran expresión en su espíritu y actitud mutuas. Se hieren mutuamente, porque no son participantes de la naturaleza divina; y así, obran en contra de la perfección de su propio carácter. Se acarrean problemas a sí mismos, y hacen la obra difícil y trabajosa, porque consideran su espíritu y sus defectos de carácter como virtudes preciosas que deben defenderse y promoverse... Ev 460.7

Los hombres hacen que la obra de hacer progresar la verdad sea diez veces más dura que lo que realmente es, tratando de tomar la parte que corresponde a Dios en sus propias manos finitas. Creen que deben estar constantemente inventando algo para hacer que los hombres hagan cosas que ellos suponen que debieran hacer. El tiempo así gastado está constantemente complicando más la obra; porque el gran Obrero jefe es dejado fuera de la cuestión en el cuidado de su propia herencia. Los hombres asumen la tarea de remendar chapuceramente el carácter defectuoso de los demás, y tan sólo tienen éxito en hacer que los defectos sean mucho peores. Harían mejor en dejar que Dios hiciera su propia obra; porque él no los considera capaces de remodelar el carácter (Boletín de la Asociación General, 25 de febrero, 1895). Ev 461.1

Labrados y pulidos en el servicio—Los que tienen defectos de carácter, conducta, hábitos y prácticas deben prestar atención al consejo y al reproche. Este mundo es el taller de Dios, y cada piedra que pueda utilizarse en el templo celestial debe ser labrada y pulida hasta que se convierta en una piedra probada y preciosa, apta para ocupar su lugar en el edificio del Señor. Pero si rehusamos ser enseñados y disciplinados seremos como piedras que no serán labradas ni pulidas y que finalmente serán arrojadas a un lado como inútiles.—The Youth’s Instructor, 31 de agosto de 1893. Ev 461.2