El Evangelismo

13/169

Obreros en zonas rurales*

Entren los principiantes en lugares no trabajados—Nos estamos acercando al fin de la historia de esta tierra. Tenemos ante nosotros una gran tarea: la obra final de dar el último mensaje de amonestación a un mundo pecador. Hay hombres que serán tomados del arado, de la viña, de los varios ramos de trabajo, y enviados por el Señor para dar este mensaje al mundo. Ev 40.2

El mundo está desquiciado. Al mirar el cuadro, la perspectiva parece desanimadora. Pero Cristo da la bienvenida con esperanza y seguridad a esos mismos hombres y mujeres que nos causan desánimo. En ellos ve cualidades que los capacitarán para tomar su lugar en la viña. Si ellos aprenden constantemente, por medio de su providencia los convertirá en hombres y mujeres capacitados para una obra que está más allá de sus aptitudes; al impartirles su Espíritu Santo, les dará poder de expresión. Ev 40.3

Los principiantes deben entrar en muchos de los campos áridos y no trabajados. El esplendor de la visión que el Salvador tuvo del mundo, inspirará confianza en muchos obreros que, si empiezan con humildad y se dedican de todo corazón a la obra, se encontrará que son los hombres para el tiempo y el lugar. Ev 40.4

Cristo ve toda la miseria y la desesperación del mundo. Esa visión agobiaría a algunos de nuestros obreros de grandes capacidades con una carga de desánimo tan grande, que no sabrían ni siquiera cómo comenzar la obra de dirigir a los hombres y mujeres hacia el primer peldaño de la escalera. Sus métodos precisos son de poco valor. Ellos permanecerían arriba, por encima de los escalones inferiores de la escalera, diciendo: “Venid a donde nosotros estamos”. Pero las pobres almas no saben dónde colocar sus pies. Ev 40.5

El corazón de Cristo es alegrado por el espectáculo de aquellos que son pobres en todo el sentido de la palabra; es alegrado por la visión de las personas que son maltratadas pero que permanecen humildes; es alegrado por el hambre aparentemente insatisfecha que anhela justicia, por la inhabilidad del hombre para empezar. Da la bienvenida, por así decirlo, a la misma situación que desanimaría a muchos ministros. Corrige nuestra piedad errada, dando la carga de la obra en favor de los pobres y necesitados en los lugares ásperos de la tierra a hombres y mujeres que tengan corazones que se compadezcan de los ignorantes y los descaminados. El Señor enseña a estos obreros cómo encontrar a los que él desea ayudar. Ellos se sentirán animados al ver puertas abiertas para entrar en lugares donde puedan efectuar obra médica misionera. Teniendo poca confianza en sí mismos, dan a Dios toda la gloria... Ev 41.1

La gente común ha de tomar su lugar entre los obreros. Al compartir los dolores de sus semejantes, así como el Salvador participó en los dolores de la humanidad, lo verán por la fe trabajando con ellos.—Testimonies for the Church 7:270-272 (1902). Ev 41.2

Obreros jóvenes para lugares difíciles—Los jóvenes y las señoritas que se consagren a la tarea de enseñar la verdad y trabajar por la conversión de las almas, deben primeramente ser vitalizados con el Espíritu Santo, y después de eso podrán salir fuera del campamento, a los lugares menos prometedores. El Señor no ha dado la tarea de predicar en las iglesias a los que tienen poca experiencia. El mensaje ha de ser proclamado por los caminos y los vallados.—Manuscrito 3, 1901. Ev 41.3

Hombres y mujeres casados en territorios descuidados—Salgan hombres y mujeres casados que conozcan la verdad a los campos descuidados para alumbrar a otros. Sigan el ejemplo de los que han hecho obra de avanzada en campos nuevos. Trabajad sabiamente en lugares donde podéis obrar mejor. Aprended los principios de la reforma pro salud, a fin de que podáis enseñarlos a otros. Leed y estudiad los varios libros y periódicos sobre el tema de la salud, aprended a dar tratamientos a los enfermos, y a efectuar así una obra mejor para el Maestro.—Carta 136, 1902. Ev 41.4

Llevado por los que proceden de los centros populosos—Los miembros de nuestro pueblo que viven en centros populosos obtendrían una valiosa experiencia si, con sus Biblias en sus manos y con sus corazones abiertos para recibir las impresiones del Espíritu Santo, salieran a las zonas populosas y a las regiones rurales con el mensaje que han recibido.—The Review and Herald, 2 de agosto de 1906. Ev 41.5

En las montañas y los valles—Mientras me encontraba en Lakeport [en el norte de California] fui profundamente impresionada por el hecho de que allí había un lugar donde debía llevarse a cabo fielmente la tarea de dar a la gente el mensaje de verdad. En esta región montañosa hay muchas almas que necesitan las verdades del mensaje del tercer ángel. Bajo la influencia del Espíritu Santo debemos proclamar la verdad para este tiempo entre estos poblados de las montañas y los valles. Hay que hacer resonar una vez tras otra sus solemnes advertencias. Y el mensaje hay que predicarlo rápidamente; hay que presentarlo línea tras línea y precepto tras precepto, un poco aquí y otro poco allá. Hombres y mujeres inteligentes deben dedicarse sin tardanza a la tarea de sembrar la semilla del Evangelio... Ev 42.1

El Señor trabajará por medio de los que abran las Escrituras ante la gente que se ha establecido en esos lugares alejados del país. Exhorto a mis hermanos y hermanas a unirse para llevar a cabo esta buena obra hasta su terminación... Ev 42.2

Dirijo vuestra atención a Lakeport y a sus alrededores debido a que estos lugares no han recibido todavía una impresión debida concerniente a la verdad para este tiempo. Puede ser que entre nuestros miembros haya quienes estén dispuestos a utilizar sus recursos para establecer campos misioneros. A los tales quiero decir: por amor al Maestro, haced lo que podáis por ayudar. Aún no hemos investigado plenamente para descubrir la gran extensión del campo de labor que tenemos aquí, pero Lakeport es uno de los lugares que se me han presentado como necesitados de nuestra atención. Ev 42.3

Tengo mucho que decir con respecto a estos poblados de las montañas. Hay poblados similares cerca de Washington, donde debería llevarse a cabo una obra similar. ¿No trabajará con más fidelidad nuestro pueblo en las zonas rurales y en las regiones más alejadas? Las empresas comerciales han absorbido durante tanto tiempo los intereses y las capacidades de tantos adventistas que en gran medida éstos están incapacitados para realizar la obra de llevar la luz de la verdad presente a los que carecen de ella. No deberíamos conformarnos con permitir que esa condición se prolongue. Ev 42.4

En nuestro pueblo hay muchas personas que, si saliesen de las ciudades y comenzarán a trabajar en las zonas rurales, y también en las regiones más pobladas, recuperarían la salud física. Exhorto a nuestros hermasos a ir como misioneros de dos en dos a esas regiones campestres. Id con humildad. Ev 42.5

Cristo ha dado el ejemplo, y el Señor ciertamente bendecirá los esfuerzos de los que obren en el temor de Dios y prediquen el mensaje que el Salvador dio a los primeros discípulos: “Ha llegado a vosotros el reino de Dios”.—Manuscrito 65, 1908. Ev 43.1

Familias misioneras para los pueblos y aldeas—Hermanos que deseen cambiar su radicación, que tengan en vista la gloria de Dios, que sientan la responsabilidad individual que descansa sobre ellos de hacer bien a otros, y de beneficiar y salvar las almas por quienes Cristo no consideró su vida preciosa, deben trasladarse a pueblos y aldeas donde existe poca luz o donde no existe luz alguna, y donde puedan ser de verdadera ayuda y bendición para otros con su trabajo y experiencia. Se necesitan misioneros que vayan a pueblos y aldeas, y eleven la norma de la verdad, para que Dios pueda tener sus testigos esparcidos por todo el país, a fin de que la luz de la verdad pueda penetrar donde hasta ahora no ha llegado, y la norma de la verdad sea elevada donde hasta ahora no se ha conocido... Ev 43.2

Jesús no descuidó los pueblos. El relato declara que él “recorría... todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el Evangelio del reino”. Mateo 9:35. Ev 43.3

Ahora bien, ¿no es el deber de algunos que permanecen ociosos aquí (en Battle Creek), ir donde puedan presentar a Cristo y su verdad preciosa?—The General Conference Bulletin, 20 de marzo de 1891. Ev 43.4