El Evangelismo

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Las mujeres en la evangelización

En este tiempo de crisis—El Señor tiene una obra para las mujeres así como para los hombres. Ellas pueden ocupar sus lugares en la obra del Señor en esta crisis, y él puede obrar por su medio. Si están imbuidas del sentido de su deber, y trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán justamente el dominio propio que se necesita para este tiempo. El Salvador reflejará, sobre estas mujeres abnegadas, la luz de su rostro, y les dará un poder que exceda al de los hombres. Ellas pueden hacer en el seno de las familias una obra que los hombres no pueden realizar, una obra que alcanza hasta la vida íntima. Pueden llegar cerca de los corazones de las personas a quienes los hombres no pueden alcanzar. Se necesita su trabajo.—The Review and Herald, 26 de agosto de 1902. Ev 340.1

Mujeres que lleven la obra en el corazón—Las mujeres que tienen la obra en el corazón, pueden realizar una tarea en los distritos en que residen. Cristo habla de las mujeres que lo ayudaron a presentar la verdad a los demás, y Pablo habla también de mujeres que trabajaron con él en el Evangelio. Pero cuán limitada es la obra hecha por las que podrían hacer un gran trabajo si quisieran.—Carta 31, 1894. Ev 340.2

Cuando mujeres creyentes sienten preocupación por las almas—He pensado que con su experiencia, bajo la supervisión de Dios, Ud. podría ejercer su influencia para poner en acción formas de trabajo donde las mujeres puedan unirse juntamente para laborar con el Señor. Ciertamente debería haber un gran número de mujeres dedicadas a ministrar a la humanidad doliente, a elevarla y educarla para que crean—nada más que para que crean—en Jesucristo nuestro Salvador. Y a medida que las almas se den al Señor Jesús, y se entreguen completamente, comprenderán la doctrina... Ev 340.3

Me siento apenada porque nuestras hermanas de los Estados Unidos no están haciendo más de lo que podrían hacer por el Señor Jesús. Si esperan en Cristo, recibirán valor, fuerza y fe para realizar la obra. A muchas mujeres les gusta hablar. ¿Por qué no podrían hablar las palabras de Cristo a las almas que perecen? Cuanto más estrechamente nos relacionamos con Cristo, tanto más aprende el corazón la condición desesperada de las almas que no conocen a Dios, y que no sienten la deshonra que están infligiendo a Cristo quien las ha comprado por precio. Ev 340.4

Cuando las mujeres creyentes sientan preocupación por las almas y por los pecados de los demás, estarán trabajando en la forma como Cristo lo hizo. No considerarán demasiado grande ningún sacrificio que deban realizar para ganar almas para Cristo. Y todos los que sienten este amor por las almas, son nacidos de Dios; están preparados para seguir en sus pisadas, y sus palabras y voz serán talentos empleados al servicio del Maestro; el nutrimento mismo que fluye de la cepa madre hacia sus propias almas refluirá en forma evidente por los conductos del amor hacia las almas que se están marchitando y secando. Ev 340.5

En esta obra hay una fuente de educación constante. El deseo de llegar a ser una bendición para los demás pone de manifiesto la debilidad y la ineficacia del obrero. Este lleva el alma hacia Dios en oración, y el Señor Jesús proporciona luz y su Espíritu Santo, y así se llega a comprender que es Cristo el que quebranta y derrite los corazones duros.—Carta 133, 1898. Ev 341.1

Se las necesita en varios ramos de la obra—En las variadas ramas de la causa de Dios hay un amplio campo en el cual nuestras hermanas pueden rendir un buen servicio para el Maestro. Muchos ramos de trabajo misionero son descuidados. En las diferentes iglesias, mucho trabajo que se deja sin hacer, o que se hace imperfectamente, podría realizarse bien con la ayuda de nuestras hermanas, si son debidamente instruidas. Por medio de los diversos ramos del esfuerzo misionero local, ellas pueden alcanzar una clase de personas a las cuales no llegan nuestros pastores. Entre las nobles mujeres que tuvieron el valor moral de decidirse en favor de la verdad para este tiempo, se encuentran muchas que tienen tacto, percepción y habilidad, y que pueden llegar a ser obreras de éxito. Se necesitan las labores de tales mujeres cristianas.—The Review and Herald, 10 de diciembre de 1914. Ev 341.2

La parte de las mujeres en la evangelización—En las diversas ramas de la obra misionera local, la mujer modesta e inteligente puede usar sus facultades hasta su más alta posibilidad. ¿Quién puede tener un amor tan profundo por las almas de los hombres y mujeres por los cuales Cristo murió, como aquellos que son participantes de su gracia? ¿Quién puede representar la verdad y el ejemplo de Cristo mejor que las mujeres cristianas que están practicando ellas mismas la verdad?—The Review and Herald, 10 de diciembre de 1914. Ev 341.3

Como consejera, compañera y colaboradora—La mujer, si aprovecha sabiamente su tiempo y sus facultades, confiando en Dios para obtener sabiduría y fuerza, puede estar en un pie de igualdad con su esposo como consejera, compañera y colaboradora, y sin embargo, no perder su gracia o modestia femenina. Puede elevar su propio carácter, y a medida que lo hace, va elevando y ennobleciendo el carácter de su familia, y ejerciendo una poderosa aunque inconsciente influencia sobre los que la rodean. ¿Por qué no habrían las mujeres de cultivar el intelecto? ¿Por qué no habrían de responder al propósito de Dios para su vida? ¿Por qué no podrían ellas darse cuenta de sus propias facultades, conscientes de estos poderes que les son dados por Dios, luchar para hacer uso de ellos en la medida máxima para servir a los demás, para hacer progresar la obra de reforma, de verdad y de verdadero bien al mundo? Satanás sabe que las mujeres tienen un poder de influencia para el bien o para el mal; por lo tanto él trata de alistarlas en su causa (Good Health, junio, 1880). Ev 341.4

El poder de una vida consecuente—Las esposas, las madres y las obreras jóvenes tienen una misión admirable. Si así lo desean, pueden ejercer a su alrededor una influencia para el bien. Pueden dar testimonio en favor de la sencillez de la verdad siendo modestas en el vestir y comportándose discretamente. Así pueden hacer brillar su luz delante de todos para que otros puedan ver sus buenas obras y glorificar a su Padre que está en los cielos. Una mujer verdaderamente convertida ejercerá una poderosa influencia transformadora en favor del bien. Puede ayudar a su esposo en su trabajo y al mismo tiempo estimularlo y ser una bendición para él. Cuando la voluntad y la conducta se sujetan al Espíritu de Dios, no hay límite para el bien que puede realizarse.—Manuscrito 91, 1908. Ev 342.1

Deben aprender a llevar la carga—Nuestras hermanas, las jóvenes, las de edad madura y las ancianas, pueden desempeñar una parte en la terminación de la obra para este tiempo; y al hacerlo a medida que tienen oportunidad obtendrán una experiencia del valor más alto. Al olvidarse del yo crecerán en la gracia. Al ejercitar la mente en esta dirección, aprenderán cómo llevar cargas para Jesús.—The Review and Herald, 2 de enero de 1879. Ev 342.2

Los que trabajan en el hogar—Los que emplean a hombres o mujeres para que les ayuden en el trabajo de la casa debieran pagarles un sueldo justo. Y al mismo tiempo debieran manifestarles un justo aprecio. No permitáis que piensen que su fidelidad en el servicio no es apreciada. Su trabajo es tan esencial como la obra de los que dan estudios bíblicos, y debieran recibir palabras de aprecio. Con frecuencia anhelan recibir compasión y simpatía, y por lo tanto no debiera privárselos de estos afectos, porque los merecen. Ev 342.3

Las personas que cocinan y llevan a cabo las demás tareas en el hogar están tan dedicadas al servicio de Dios como las que se dedican a la obra bíblica. Y tienen más nece cidad de simpatía y compasión, porque en los ramos espirituales de la obra el espíritu se mantiene contento, animoso y confortado. Y recordad que todos somos siervos. La persona que lleva a cabo las tareas de vuestra casa no es menos estimada por el Señor que aquella cuya tarea consiste en dar estudios bíblicos.—Manuscrito 128, 1905. Ev 342.4