El Evangelismo

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La promesa de una cosecha abundante

Una escena impresionante—Una escena muy impresionante pasó ante mí en visiones nocturnas. Vi una inmensa bola de fuego que caía en medio de un grupo de hermosas casas que fueron destruidas instantáneamente. Oí a alguien decir: “Sabíamos que los juicios de Dios visitarían la tierra, mas no pensábamos que vendrían tan pronto”. Otros dijeron en tono de reproche: “Vosotros que sabíais estas cosas, ¿por qué no dijisteis nada? ¡Nosotros no lo sabíamos!” Y por todas partes oía reproches parecidos. Ev 36.2

Me desperté angustiada. Volví a dormirme y me pareció encontrarme en una gran asamblea. Un Ser de autoridad hablaba al auditorio, señalando un mapamundi. Decía que aquel mapa representaba la viña de Dios que debemos cultivar. Cuando la luz celestial brillaba sobre alguno, debía transmitirla. Debían encenderse luces en los diferentes lugares y de estas luces se encenderían otras aún... Ev 36.3

Vi focos de luz que brillaban desde las ciudades y los pueblos, en las montañas y los llanos. La Palabra de Dios era obedecida y como resultado en cada ciudad y cada pueblo se levantaban monumentos a su gloria. Su verdad era proclamada en todo el mundo.—Joyas de los Testimonios 3:296, 297 (1909). Ev 36.4

Amonestaciones solemnes conmueven a millares—Habrá hombres de fe y de oración que se sentirán impelidos a declarar con santo celo las palabras que Dios les inspire. Los pecados de Babilonia serán denunciados. Los resultados funestos y espantosos de la imposición de las observancias de la iglesia por parte de la autoridad civil, las invasiones del espiritismo, los progresos secretos pero rápidos del poder papal, todo será desenmascarado. Estas solemnes amonestaciones conmoverán al pueblo. Miles y miles de personas que nunca habrán oído palabras semejantes, las escucharán. Asombrados oirán el testimonio de que Babilonia es la iglesia, caída a causa de sus errores y de sus pecados, porque ha rechazado la verdad que le fue enviada del cielo.—El Conflicto de los Siglos, 664, 665 (1888). Ev 36.5

Muchos vendrán a la luz—Por la gracia de Cristo, los ministros de Dios son hechos mensajeros de luz y bendición. Cuando por oración ferviente y perseverante sean dotados por el Espíritu Santo y avancen cargados con la preocupación de la salvación de las almas, con sus corazones llenos de celo por extender los triunfos de la cruz, verán el fruto de sus labores. Rehusando resueltamente desplegar sabiduría humana o exaltarse a sí mismos, realizarán una obra que soportará los asaltos de Satanás. Muchas almas se volverán de las tinieblas a la luz, y se establecerán muchas iglesias. Los hombres se convertirán, no al instrumento humano, sino a Cristo.—Los Hechos de los Apóstoles, 225 (1911). Ev 37.1