El Evangelismo

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Oportunidades especiales para la evangelización

En acontecimientos que congregan a mucha gente—Se me ha dicho que a medida que nos aproximemos al fin habrá gran hacinamiento de gente en nuestras ciudades, tal como ha ocurrido recientemente en San Luis, y que en vista de eso hay que hacer preparativos para presentar la verdad a esas muchedumbres. Cuando Cristo estuvo en el mundo aprovechó tales oportunidades. Dondequiera que la gente se reunía en grupos numerosos con cualquier propósito, allí se escuchaba su voz, clara y distinta, dando su mensaje. Y como resultado de esto, después de su crucifixión y ascensión, miles de personas se convirtieron en un solo día. La semilla sembrada por Cristo penetró profundamente en sus corazones y germinó, y cuando los discípulos recibieron el don del Espíritu Santo, entonces reunieron la cosecha. Ev 30.3

Los discípulos predicaron la Palabra en todas partes con un poder tan grande que sus enemigos quedaron sobrecogidos de temor, y no se atrevieron a realizar lo que habrían hecho si no hubieran tenido una evidencia tan clara de que Dios estaba obrando. Ev 30.4

Algunos de nuestros ministros deberían asistir a cada reunión que congregue a mucha gente. Deberían actuar sabiamente para conseguir que la gente los escuche y para presentar la luz de la verdad al mayor número posible de personas... Ev 30.5

Deberíamos aprovechar cada oportunidad que nos presentan ciertos acontecimientos, tales como la feria de San Luis. A todas esas reuniones deberían asistir hombres a quienes Dios pueda utilizar. Deberían distribuirse con la abundancia de las hojas de otoño folletos que expongan la verdad presente. Para muchas personas que asisten a esas reuniones, estos folletos serán como las hojas del árbol de la vida, que son para la sanidad de las naciones. Ev 31.1

Le envío esto, hermano mío, para que lo comparta con otros. Los que salen a proclamar la verdad deben recibir la bendición de Aquel que les ha dado la preocupación de proclamar esta verdad... Ev 31.2

Ha llegado el tiempo cuando los adventistas, como nunca antes, deben levantarse y resplandecer, porque ha venido su luz, y la gloria de Dios ha nacido sobre ellos.—Carta 296, 1904. Ev 31.3