El Evangelismo

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Integración de los nuevos conversos en la iglesia

Deben ser guiados como niños—En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí recibe. Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”. Mateo 18:1-6. Ev 250.3

Mediante la expresión “niño” Cristo no se refiere a las criaturas. Está hablando de “los niños que creen en mí”—los que todavía no han obtenido una experiencia espiritual siguiéndole, los que necesitan ser guiados como si fueran niños en la búsqueda de las cosas del reino de los cielos.—Manuscrito 60, 1904. Ev 251.1

Consejos para los que han abrazado la fe recientemente—Os escribo a los que habéis conocido la verdad en—-. Sois jóvenes en la fe y tenéis la gran necesidad de andar humildemente con Dios, y de aprender diariamente en la escuela de Cristo espaciándoos especialmente en la meditación y la conversación acerca de las lecciones que él dio a sus discípulos. Andad con toda humildad de mente desconfiando de vuestro yo, buscando la sabiduría del Dios de sabiduría, para que todas vuestras acciones y vuestros métodos tengan una firme y estrecha conexión con los métodos y la voluntad de Dios, a fin de que no haya confusión... Ev 251.2

Nunca debería olvidar cuán difícil es quitar de las mentes de los hombres errores que han sido acariciados durante largo tiempo, y que han sido enseñados desde la infancia. Debemos recordar que la tierra no es el cielo, que habrá desánimos que enfrentar y que vencer, pero hay que manifestar paciencia, ternura y piedad con los que están en las tinieblas. Si queremos llevarlos para que vean la luz, no lo conseguiremos únicamente mediante argumentos; lo conseguiréis por la obra de la gracia de Cristo en vuestros propios corazones, revelada en vuestros caracteres con firmeza y sin embargo con la mansedumbre y la sencillez de Cristo. Debéis trabajar por las almas con mucha oración, porque éste es el único método por el cual podéis alcanzar los corazones. No es vuestra obra, sino que es la obra de Cristo quien está a vuestro lado, la que impresiona los corazones... Ev 251.3

Decidid que no habrá discordia entre vosotros, sino que tendréis la paz de Cristo en vuestros corazones, porque entonces resultará muy fácil llevar esa paz a vuestras familias. Pero cuando se descuida el jardín del corazón las malezas venenosas del orgullo, del amor propio y de la confianza desmedida en sí mismo, crecen abundantemente. Cada uno debe velar en oración por sí mismo. Ev 251.4

El carácter que formamos se manifestará en la vida del hogar. Si hay armonía en el círculo de la familia, los ángeles de Dios ministrarán en el hogar. Si se dirige la familia con sabiduría, bondad, mansedumbre y paciencia, combinadas con principios firmes, entonces podéis tener la seguridad de que el esposo es un vínculo de unión del hogar. Une a la familia con cuerdas de santidad y la presenta a Dios, uniéndose él mismo con los suyos en el altar de Dios. ¡Cuánta luz refleja una familia como ésta! Ev 251.5

La familia que es dirigida adecuadamente constituye un argumento favorable en pro de la verdad, y el jefe de ese hogar llevará a cabo en la iglesia la misma clase de trabajo que ha efectuado en su familia. Cuando quiera se manifieste severidad, aspereza y falta de afecto y amor en el círculo sagrado del hogar, esos mismos rasgos con toda seguridad contribuirán al fracaso de los planes y de la dirección de la iglesia. La unidad en el hogar y la unidad en la iglesia manifiestan el modo de ser y la gracia de Cristo más que los sermones y los argumentos... ¿Está la verdad, la verdad avanzada que hemos recibido, produciendo en nuestros propios corazones los frutos de paciencia, fe, esperanza y caridad, y de este modo ejerciendo su influencia salvadora sobre las mentes y manifestando que somos pámpanos de la Vid verdadera debido a que llevamos fruto abundante?—Carta 6b, 1890. Ev 252.1

Deben tener raíces en ellos mismos—No es el propósito de Dios que la iglesia sea sustentada por la vida extraída del ministro. Sus miembros deben tener raíces en ellos mismos. Las nuevas evangélicas, los mensajes de advertencia, el mensaje del tercer ángel, deben ser voceados por los miembros de la iglesia.—Manuscrito 83, 1897. Ev 252.2

Cada uno que pretende ser cristiano debe cumplir la responsabilidad de mantenerse en armonía con la dirección que proporciona la Palabra de Dios. Dios considera responsable a cada alma de seguir, ella misma, la norma dada en la vida de Cristo y de tener un carácter que haya sido purificado y santificado.—Manuscrito 63, 1907. Ev 252.3

No hay que poner a los ministros en lugar de Dios—Aun que se debe enseñar a los nuevos conversos a pedir consejos a aquellos que tienen más experiencia en la obra, también se les debe enseñar a no poner al ministro en el lugar de Dios. Los ministros no son sino seres humanos aquejados de flaquezas. Cristo es el único en quien debemos buscar dirección.—Joyas de los Testimonios 3:83 (1904). Ev 252.4

Puntos en los que hay que afirmar a los nuevos creyentes—Los pastores con frecuencia descuidan estos importantes ramos de la obra: la reforma pro salud, los dones espirituales, la dadivosidad sistemática y las grandes divisiones de la actividad misionera. Como resultado de sus esfuerzos, mucha gente puede aceptar la teoría de la verdad, pero el tiempo revela que hay muchos que no soportan la prueba de Dios... Ev 252.5

Cuánto mejor sería para la causa si los mensajeros de la verdad educasen fiel y cabalmente a esos conversos con respecto a todos los asuntos esenciales, aunque esto significase menos miembros añadidos a la iglesia por su trabajo. Ev 253.1

Los ministros deben enseñar a las personas por quienes trabajan la importancia de llevar cargas en relación con la obra de Dios. Estas deberían aprender que cada departamento de la obra de Dios debería contar con su apoyo y despertar su interés. El gran campo misionero está abierto para los hombres, y este tema debería ventilarse vez tras vez. La gente debe comprender que los que poseerán la vida eterna no serán los oyentes de la Palabra sino los que cumplen la Palabra. A nadie se exceptúa de esta obra de beneficencia. Dios requiere de todos los hombres a los que ha impartido los dones de su gracia que no sólo colaboren con sus recursos materiales en la tarea de hacer frente a las exigencias del momento y de promover con éxito su verdad, sino además les pide que se entreguen ellos mismos a Dios sin reserva alguna... Ev 253.2

El ser desprendido no es un rasgo del corazón natural; hay que enseñar a la gente, línea sobre línea y precepto sobre precepto cómo debe trabajar y cómo debe dar en armonía con lo que Dios ha establecido.—The Review and Herald, 12 de diciembre de 1878. Ev 253.3

El desarrollo de nuevas actitudes hacia la obra de Dios—Cuánto dinero se gasta en cosas que no son más que ídolos, cosas que ocupan los pensamientos y los afectos, pequeños adornos que requieren atención para ser mantenidos libres de polvo y para ser colocados en orden. Los momentos pasados en cuidar de estos pequeños ídolos podrían emplearse en decir palabras oportunas a alguna persona, en despertar interés en la gente hasta que pregunte: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Estas cositas insumen un tiempo que debería dedicarse a la oración, a la búsqueda del Señor y a la aprehensión de las promesas por medio de la fe... Ev 253.4

Cuando veo lo que podría hacerse en los países donde ahora me encuentro, mi corazón arde dentro de mí por demostrar a los que profesan ser hijos de Dios cuánto dinero están malgastando en vestidos, en muebles costosos, en placeres egoístas y en paseos, que sirve únicamente para producir complacencias egoístas. Todo esto está insumiendo los bienes del Señor, y está haciendo que se usen para complacer el yo los recursos que son suyos y que deberían dedicarse a su servicio.—Carta 42a, 1893. Ev 253.5

Cristianos serviciales—La obra de los embajadores de Cristo es mucho mayor y de más responsabilidad de lo que muchos sueñan. Aquellos no deben quedar satisfechos con su éxito a menos que puedan, por sus fervientes labores y la bendición de Dios, presentarle cristianos útiles, que tengan un verdadero sentido de su responsabilidad, y que hagan la obra que se les ha señalado. La debida labor e instrucción tendrá por resultado el poner en condición de trabajar a aquellos hombres y mujeres cuyo carácter es fuerte, y cuyas condiciones son tan firmes que no permiten que nada de un carácter egoísta los estorbe en su trabajo, disminuya su fe o los aparte del deber.—Joyas de los Testimonios 1:531 (1880). Ev 253.6