El Evangelismo

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La determinación del éxito de las reuniones

Dios es el juez del éxito del obrero—Dios, y no el hombre, es el juez de la obra del hombre, y él adjudicará a cada uno su justa recompensa No le es dado a ningún ser humano ser juez entre los diferentes siervos de Dios. El Señor solo es el juez y el galardonador de toda buena obra.—The Review and Herald, 11 de diciembre de 1900. Ev 241.5

Si queda una sola alma, la campaña ha tenido éxito—En una visión recibida durante la noche me vi conversando con Ud. Tenía un mensaje para Ud. y se lo estaba presentando. Ud. estaba decaído y se sentía desanimado. Le dije: El Señor me ha pedido que hable a los hermanos -----. Dije que Ud. está considerando su obra casi como un fracaso, pero aunque quede una sola persona en la verdad y permanezca fiel hasta el fin, su obra no podría considerarse como un fracaso. Si una sola madre ha podido ser sacada de su deslealtad y dirigida a la obediencia, Ud. puede estar contento. La madre que decide conocer al Señor enseñará a sus hijos a seguir en sus pasos. La promesa es para los padres, las madres y los hijos... Ev 241.6

El Señor no lo juzgará a Ud. por la magnitud del éxito manifiesto de su trabajo. Se me pidió que le dijera que su fe debe mantenerse viva y firme, y en aumento continuo. Cuando Ud. ve que los que tienen oídos no oyen, y los que son inteligentes no comprenden, después de haber hecho su mejor parte, vaya a otros lugares y deje el resultado con Dios. Pero no permita que su fe se debilite.—Carta 8, 1895. Ev 242.1

No os desaniméis por los resultados pequeños—La obra que se hace para la gloria y el honor de Dios llevará el sello divino. Cristo respaldará la obra de los que hagan lo mejor de que son capaces. Y a medida que continúen haciendo lo mejor que puedan, aumentarán en conocimiento, y el carácter de su obra se perfeccionará.—Carta 153, 1903. Ev 242.2

En comparación con el número de los que rechazan la verdad, los que la reciben serán muy pocos, pero un alma es de mayor valor que varios mundos. No debemos desanimarnos aun cuando nuestra obra no parezca tener grandes resultados.—Carta 1, 1875. Ev 242.3

Esfuerzos unidos y continuados para obtener buenos resultados—Los esfuerzos individuales, constantes y concertados producirán la recompensa del éxito. Los que desean llevar a cabo una gran cantidad de bien en nuestro mundo, deben estar dispuestos a hacerlo siguiendo el método de Dios de hacer cosas pequeñas. El que desea alcanzar las alturas más encumbradas de las realizaciones llevando a cabo cosas grandes y maravillosas, fracasará y no podrá hacer nada. Ev 242.4

El firme progreso en una buena obra, la repetición frecuente de un servicio fiel, tiene más valor a la vista de Dios que la ejecución de una obra grandiosa, y gana una buena fama para sus hijos y da firmeza a sus esfuerzos. Los que son fieles y leales a sus deberes designados divinamente no son inestables sino que manifiestan firmeza en sus propósitos y avanzan cuando las circunstancias son desfavorables como cuando son favorables. En todo momento están preparados.—Carta 122, 1902. Ev 242.5

Los métodos adecuados ganan almas—Cuando en nuestra obra por Dios decidimos seguir con energía los métodos correctos, el resultado será una cosecha de almas.—The Review and Herald, 28 de abril de 1904. Ev 242.6

Peligro de idolatrar al pastor—El hecho de que se aplauda y se alabe a un pastor no constituye una evidencia de que haya hablado bajo la influencia del Espíritu. Ocurre con mucha frecuencia que personas recién convertidas, a menos que se las prevenga contra ello, dirigen sus afectos más hacia el pastor que hacia su Redentor. Sienten que han recibido un gran beneficio a causa de los esfuerzos realizados por el ministro. Imaginan que éste posee los dones y las gracias más exaltados, y que nadie más podría desempeñarse tan bien como él; por lo tanto atribuyen una importancia indebida al hombre y a su trabajo. Esta creencia los predispone a idolatrar al hombre y a depender de él más que de Dios; y al obrar de esta manera, no agradan a Dios ni crecen en gracia. Causa un gran daño al pastor, especialmente si éste es joven y si tiene condiciones para llegar a ser un obrero evangélico prometedor... Ev 243.1

El ministro de Cristo que está empapado con el Espíritu y el amor de su Maestro trabajará de tal manera que el carácter de Dios y de su Hijo amado sean expresados en la forma más plena y más clara. Se esforzará por conseguir que sus oyentes adquieran conceptos coherentes del carácter de Dios, para que su gloria sea reconocida en el mundo.—Gospel Workers, 44, 45 (1892). Ev 243.2

Convertidos al hombre antes que a Cristo—Hace cuatro años el pastor N llevó a cabo una serie de conferencias en----, y la gente acudió voluntariamente a escuchar. Si se hubieran trazado planes adecuados se habría ganado a muchas almas para la verdad. El Hno. N no trabajaba con un método adecuado, porque su propósito principal consistía en reunir una gran congregación por medio de una predicación fantasiosa que era muy diferente de la predicación de Juan, el precursor de Cristo. Muchos firmaron el pacto, pero cuando él se fue quedó demostrado que creían en N, que habían sido atraídos por el hombre y no por Cristo. Muchas de las personas que firmaron el compromiso no estaban convertidas, y cuando quedaron solas retiraron sus nombres.—Carta 79, 1893. Ev 243.3

La iglesia del pastor Z—En su trabajo por los que han sido convertidos por sus esfuerzos, Ud. se sentiría muy complacido si ellos fueran llamados “la iglesia del pastor Z”. Ud. quisiera manipular sus mentes en forma tal que ellos fuesen guiados por los sentimientos que Ud. elija. Pero Dios no quiere que esto ocurra. Al fijar las mentes en Ud. mismo, Ud. está desconectando a la gente de la fuente de su sabiduría y eficacia. La dependencia de ellos no debe estar en Ud. sino plenamente en Dios. Únicamente así ellos podrán crecer en la gracia. Dependen de Dios para tener éxito, utilidad y poder a fin de ser obreros juntamente con él.—Carta 39, 1902. Ev 243.4

Son propiedad de Cristo, no nuestra—Recordemos siempre, hermano -----, que no importa cuán grande y cuán buena sea la obra que hace un agente humano, él no se hace propietario de aquellos que han sido convertidos a la verdad por su medio. Nadie ha de colocarse bajo el control de un pastor que ha sido el instrumento de su conversión. En nuestro ministerio, hemos de traer a las almas directamente a Cristo. Son la propiedad de Cristo, y deben ser siempre responsables sólo ante él. Toda persona posee una individualidad que ningún otro puede reclamar.—Carta 193, 1903. Ev 244.1

Dios ha de recibir la gloria del éxito—Después que se ha dado la amonestación, después que la verdad ha sido presentada por medio de las Escrituras, muchas almas serán convencidas. Entonces se necesita mucho cuidado. El agente humano no puede hacer la obra del Espíritu Santo; hemos de ser únicamente canales por los cuales el Señor trabaja. Demasiado a menudo, si una medida de éxito corona el esfuerzo del obrero, se introduce un espíritu de suficiencia propia. Pero no debe haber exaltación del yo; nada debe atribuirse al yo; la obra es del Señor y su precioso nombre ha de recibir toda la gloria. Escóndase el yo en Jesús.—The Review and Herald, 14 de octubre de 1902. Ev 244.2

El éxito pierde su lustre con la alabanza propia—Todo hombre que se alaba a sí mismo, empaña el lustre de sus mejores esfuerzos.—Testimonies for the Church 4:607 (1881). Ev 244.3

Debe reconocerse plenamente la labor de los obreros asociados—Cada uno ha de efectuar su parte con fidelidad, y cada uno ha de reconocer el trabajo de su colaborador por la parte que realiza. No sea codiciosa vuestra conversación, ni os atribuyáis el crédito a vosotros mismos. Dios ha usado a muchos instrumentos en su obra. Lo que vosotros habéis hecho es solamente una parte de esa obra. Otros han trabajado diligentemente y con oración e inteligencia, y no deben ser pasados por alto. “He aquí que su salario viene con él, y su obra delante de su rostro”. En el día del ajuste final de cuentas, Dios computará con justicia el valor de sus siervos, y recompensará a cada hombre de acuerdo con las obras que haya hecho. Dios ha tomado nota de la vida de los obreros abnegados, que se sacri fican a sí mismos y que han realizado la obra en los campos difíciles. Ev 244.4

Estas son cosas que habéis de considerar. El Señor no se agrada de sus siervos cuando se adjudican el crédito a sí mismos. En nuestros años maduros, seamos justos, y no nos apropiemos de lo que pertenece a los demás. Se necesitaron años para realizar la obra que ha sido hecha, y un grupo tras otro de nobles obreros han hecho su parte en ella.—Carta 204, 1907. Ev 244.5

Limitando a Dios con nuestra actitud—El Señor quiere hacer grandes cosas por los obreros, pero sus corazones no son humildes. Siendo esto así, si el Señor trabajase por medio de ellos, se ensalzarían a sí mismos, se llenarían de amor propio y desacreditarían a sus hermanos.—The Review and Herald, 12 de julio de 1887. Ev 245.1

Por qué no hay éxito—La causa del comparativamente escaso éxito de la obra evangélica, a pesar de que ésta cuenta con recursos ilimitados, hay que buscarla en el orgullo de la sabiduría mundana y en la ambición mundana por ocupar el primer lugar. Nuestro Salvador manifestó gozo en su espíritu y dio gracias a Dios al considerar cómo el valor de la verdad, aunque está oculto a los sabios y los prudentes, es revelado a las criaturas—a los que comprenden su debilidad y sienten su dependencia de él.—Manuscrito 118, 1902. Ev 245.2

La recompensa de la obra de salvar almas—Se dará una rica recompensa a los verdaderos obreros, que colocan todo lo que tienen en la obra. No existe una bendición mayor de este lado del cielo que la que se experimenta al ganar almas para Cristo. El gozo llena el corazón de los obreros que comprenden que este gran milagro nunca podría haberse obrado por medio de los agentes humanos, sino solamente por medio de Aquel que amó a las almas hasta la muerte. La presencia divina está muy cerca de todo verdadero obrero, induciendo a las almas al arrepentimiento. Así se forma la hermandad cristiana. El obrero y las personas por quienes él trabaja, son tocados por el amor de Cristo. El corazón toca el corazón, y la fusión de alma con alma es como la relación celestial entre los ángeles ministradores.—Manuscrito 36, 1901. Ev 245.3