El Evangelismo

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El mensaje de la mayordomia cristiana

Enseñad a cada converso—Toda alma convertida ha de saber lo que Dios exige en cuanto a los diezmos y ofrendas. Todo aquello de que gozan los hombres lo reciben de la gran hacienda del Señor, y él se agrada de que sus herederos disfruten de sus bienes; pero él ha hecho un contrato especial con todos los que sé colocan bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel, para que muestren su dependencia de Dios y su responsabilidad ante él devolviendo a su tesorería una porción determinada como algo que le pertenece. Esto ha de invertirse en sostener la obra misionera que debe ser hecha para que ellos puedan cumplir la comisión que les fuera confiada por el Hijo de Dios precisamente antes que dejara a sus discípulos.—Manuscrito 123, 1898. Ev 185.1

Cada uno es un eslabón en la cadena de salvación—El que se convierte en hijo de Dios ha de considerarse como eslabón de la cadena tendida para salvar al mundo. Debe considerarse uno con Cristo en su plan de misericordia, y salir con él a buscar y salvar a los perdidos.—El Ministerio de Curación, 72 (1905). Ev 185.2

La responsabilidad de los evangelistas—Es parte de vuestra obra enseñar a los que traéis a la verdad a dar el diezmo a la tesorería, como un reconocimiento de su dependencia de Dios. Deben ser plenamente iluminados con respecto a su deber de devolver al Señor lo que le pertenece. El mandamiento de pagar el diezmo es tan sencillo que no hay sombra de excusa por desbedecerlo. Si dejáis de dar instrucción a los nuevos conversos acerca de este punto, dejáis sin realizar una parte de las más importantes de vuestra obra.—Carta 51, 1902. Ev 185.3

La dirección de las nuevas iglesias—Nunca debe el obrero que suscita pequeños grupos aquí y allí dar a los recién nacidos a la fe la impresión de que Dios no requiere de ellos que trabajen sistemáticamente en la tarea de ayudar a sostener la causa con su obra personal y con sus recursos... Ev 185.4

A todos se debe enseñar a hacer lo que puedan por el Maestro; a devolverle según él los prosperó. El pide como deuda justa un diezmo de sus ingresos, sean grandes o pequeños; y aquellos que lo retienen, cometen un robo hacia él, y no pueden esperar que su mano ayudadora esté con ellos. Aun cuando la iglesia se componga mayormente de hermanos pobres, el asunto de la benevolencia sistemática debe explicarse cabalmente, y debe adoptarse el plan de todo corazón. Dios puede cumplir sus promesas. Sus recursos son infinitos, y él los emplea todos en el cumplimiento de su voluntad. Y cuando ve un fiel cumplimiento del deber en el pago del diezmo, a menudo, en su sabia Providencia, abre caminos para que aumenten los ingresos. El que cumpla la disposición de Dios en lo poco que le haya sido dado, recibrá el mismo pago que aquel que da de su abundancia.—Obreros Evangélicos, 234, 235 (1915). Ev 186.1

Una prueba de nuestra unión con el cielo—Nuestro Padre celestial nos otorga dones y nos pide que le devolvamos una parte, para probarnos si somos dignos de recibir el don de la vida eterna.—Testimonies for the Church 3:408 (1875). Ev 186.2

Un punto que debe ser presentado repetidamente y con tacto—Los maestros de la Palabra de Dios no han de retener ninguna parte del consejo del Señor, no sea que el pueblo quede en la ignorancia de su deber, y no comprenda lo que es la voluntad de Dios concerniente a él, y tropiece y caiga en la perdición... Ev 186.3

Que nadie descuide el impartir instrucción fiel y sencilla sobre el diezmo. Dése instrucción con respecto a entregar al Señor lo que él reclama como suyo; pues el encomio del Señor no descansará sobre un pueblo que le robe en los diezmos y las ofrendas. Habrá necesidad de presentar repetidamente ante la gente su deber en este asunto para que los hombres consagren a Dios lo que le pertenece. Sea fiel en tratar este asunto aquel que presenta primero la verdad, y el que sigue atendiendo el interés también haga claros los requerimientos de Dios en materia del diezmo, para que la gente pueda ver que en todos los puntos los obreros están enseñando la misma verdad y son unánimes en instarlos a prestar obediencia a todos los requerimientos de Dios. Ev 186.4

Pero tengan los obreros discreción y no den manjar sólido a los que son infantes; alimentadlos con la genuina leche de la Palabra. No mezcléis en ningún caso vuestro propio espíritu e ideas con la verdad encubriendo los preceptos de Dios con tradiciones o suposiciones. Tenga la gente la verdad como es en Jesús.—Manuscrito 39, 1895. Ev 186.5

Una obra descuidada—Hemos de dar el mensaje de amonestación al mundo, y ¿cómo estamos haciendo nuestra obra? ¿Estáis vosotros, hermanos, predicando la parte de la verdad que agrada a la gente, mientras otras partes de la obra se dejan incompletas? ¿Será necesario que alguien os siga e inste a la gente a cumplir su deber de ser fiel en traer todos los diezmos y ofrendas a la tesorería del Señor? Esta es la obra del ministro, pero ha sido tristemente descuidada. La gente ha robado a Dios, y el error ha sido tolerado, porque el ministro no quería desagradar a sus hermanos. Dios llama a estos hombres mayordomos infieles.—The Review and Herald, 8 de julio de 1881. Ev 187.1

Un diezmo fiel; medios adecuados—Si los medios fluyeran a la tesorería exactamente de acuerdo con el plan de Dios—la décima parte de todas las ganancias—, habría abundancia para llevar adelante su obra.—Testimonies for the Church 5:150 (1882). Ev 187.2

Recolección para las misiones—Según la providencia de Dios, los que han estado soportando la carga de su obra se han estado esforzando por poner nueva vida en métodos antiguos de trabajo, y también por inventar nuevos planes y nuevos métodos para despertar el interés de los miembros de la iglesia para que realicen un esfuerzo unido a fin de alcanzar el mundo. Uno de los nuevos planes para alcanzar a los incrédulos es la Campaña de la Recolección para las misiones. En muchos lugares durante los últimos años, esto ha demostrado ser un éxito, ha llevado bendición a muchos y ha aumentado los recursos que fluyen a la tesorería de la misión A medida que los que no pertenecen a nuestra fe se han familiarizado con el progreso del mensaje del tercer ángel en las tierras paganas, se han despertado sus simpatías y algunos han procurado aprender más acerca de la verdad que tiene tal poder para transformar los corazones y las vidas. Hombres y mujeres pertenecientes a todas las clases han sido alcanzados y el nombre de Dios ha sido glorificado.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 199, 200 (1914). Ev 187.3

Evitad los métodos mundanos—En nuestros días vemos que las iglesias estimulan las comilonas, la glotonería y la disipación por medio de comidas, ferias, bailes y festivales establecidos con el propósito de reunir fondos para la tesorería de la iglesia. Este es un método inventado por mentes carnales para conseguir recursos sin realizar sacrificios... Ev 187.4

Alejémonos de todas estas corrupciones, disipaciones y festivales practicados en la iglesia y que ejercen una influencia desmoralizadora sobre jóvenes y adultos. No tenemos derecho de cubrirlo con una capa de santidad porque los recursos obtenidos hayan de emplearse para beneficio de la iglesia. Tales ofrendas son cojas y enfermas, y llevan la maldición de Dios. Son el precio de las almas. Aunque desde el púlpito se patrocinen los festivales, los bailes, las loterías, las ferias y las comilonas abundantes para obtener recursos para la iglesia, nosotros no debemos participar en ninguna de estas cosas, porque si lo hacemos experimentaremos el desagrado de Dios. No debemos proponernos estimular la concupiscencia del apetito o recurrir a los entretenimientos carnales para persuadir a los seguidores profesos de Cristo a dar de los recursos que Dios les ha concedido. Si no dan voluntariamente, por amor a Cristo, la ofrenda en ningún caso será aceptable para Dios.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 212, 213 (1878). Ev 187.5

Sobornados con fiestas y diversiones—Resulta deplorable que las consideraciones sagradas y eternas no tengan el mismo poder de los tentadores sobornos de las comilonas y las diversiones corrientes, para abrir los corazones de los presuntos seguidores de Cristo a fin de que den ofrendas voluntarias para sostener el Evangelio. Es una triste realidad el que estos incentivos predominen cuando las cosas sagradas y eternas no tengan fuerza para influir en el corazón para que éste haga obras de benevolencia. Ev 188.1

El plan de Moisés puesto en práctica en el desierto para reunir recursos financieros tuvo un tremendo éxito. No fue necesario compeler a nadie. Moisés no preparó ningún gran banquete. No invitó a la gente a reuniones de alborozo, de baile y de diversiones comunes. Tampoco instituyó juegos de lotería ni cosa alguna profana para obtener recursos a fin de levantar el tabernáculo de Dios en el desierto. Dios ordenó a Moisés que invitara a los israelitas a llevar sus ofrendas. Moisés debía aceptar los donativos de cada persona que diera voluntariamente, con sinceridad de corazón. Esas ofrendas voluntarias llegaron en tanta abundancia que Moisés tuvo que decir que no llevaran más. No debían llevar más donativos porque habían dado abundantemente, más de lo que se necesitaba.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 214, 213 (1874). Ev 188.2

¿Y qué impresión se realiza con esto sobre la mente de los incrédulos? Las elevadas normas de la Palabra de Dios son arrastradas en el polvo. Y así se atrae oprobio sobre Dios y el nombre cristiano. Los principios más corrompidos son fortalecidos por este método no bíblico de reunir recursos financieros. Y eso es lo que Satanás desea que ocurra. Los hombres están repitiendo el pecado de Nadab y Abiú. Están utilizando fuego profano en lugar de fuego sagrado en el servicio de Dios. El Señor no acepta tales ofrendas. Ev 188.3

Todos estos métodos para llevar dinero a su tesorería constituyen una abominación para él. Es una falsa devoción la que promueve tales procedimientos. ¡Cuánta ceguera e infatuación afectan a muchos que pretenden ser cristianos! Los miembros de la iglesia están haciendo lo mismo que los habitantes del mundo que vivían en los días de Noé, cuando sus pensamientos se dirigían continuamente hacia el mal. Todos los que temen a Dios aborrecerán tales prácticas como una desfiguración de la religión de Cristo Jesús.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 216 (1896). Ev 189.1

La mayordomía humana—Todavía hay un significado mucho más profundo en la regla de oro. Todo aquel que haya sido hecho mayordomo de la gracia múltiple de Dios está en la obligación de impartirla a las almas sumidas en la ignorancia y la oscuridad, así como, si él estuviera en su lugar, desearía que se la impartiesen. Dijo el apóstol Pablo: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor”. Romanos 1:14. Por todo lo que hemos conocido del amor de Dios y recibido de los ricos dones de su gracia, por encima del alma más entenebrecida y degradada del mundo, estamos en deuda con ella para comunicarle esos dones.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 114 (1896). Ev 189.2