El Ministerio de la Bondad

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Capítulo 10—Bondad: la llave que abre los corazones

Muchos son ganados solamente con amor y bondad—Aquellos que están empeñados en hacer la obra casa por casa, encontrarán oportunidades de toda clase. Debieran orar por los enfermos y hacer todo lo que esté a su alcance para aliviarlos. Debieran trabajar por los humildes, los pobres y los oprimidos. Debiéramos orar por los desvalidos y con ellos, con los que no tienen fuerza de voluntad para dominar los apetitos que la pasión ha degradado. Se deben realizar esfuerzos fervientes y perseverantes para la salvación de aquellos en cuyos corazones se ha despertado un interés. Muchos pueden ser alcanzados únicamente por medio de actos de bondad desinteresada. Sus necesidades físicas deben ser aliviadas primero. Cuando ellos vean la evidencia de nuestro amor desinteresado, será más fácil que crean en el amor de Cristo. MB 86.1

Los enfermeros misioneros están mejor calificados para esta tarea, pero otros debieran asociarse con ellos. Estos, aunque no estén preparados especialmente en enfermería, pueden aprender de sus compañeros de tareas [que tienen conocimientos profesionales] la mejor manera de trabajar. MB 86.2

Sed comunicativos; el farisaísmo y la alabanza propia son abundantes; pero nunca ganarán almas para Cristo. El amor puro y santificado, un amor como fué expresado en la obra de la vida de Cristo es como un perfume sagrado. Llena toda la casa de fragancia como el vaso de ungüento que quebró María. La elocuencia, el conocimiento de la verdad, los talentos raros, mezclados con el amor, son todos dones preciosos. Pero la habilidad sola, los mejores talentos solos, no pueden tomar el lugar del amor.—Testimonies for the Church 6:83, 84. MB 86.3

Con amor que emana del corazón—El amor es la base de la piedad. Cualquiera que sea la profesión que se haga, nadie tiene amor puro para con Dios a menos que tenga amor abnegado para con su hermano. Pero nunca podemos entrar en posesión de este espíritu tratando de amar a otros. Lo que se necesita es que esté el espíritu de Cristo en el corazón. Cuando el yo está sumergido en Cristo, el amor brota espontáneamente. La plenitud del carácter cristiano se alcanza cuando el impulso a ayudar y beneficiar a otros brota constantemente de adentro, cuando la luz del cielo llena el corazón y se revela en el semblante. MB 87.1

Es imposible que el corazón en el cual Cristo mora esté desprovisto de amor. Si amamos a Dios porque él nos amó primero, amaremos a todos aquellos por quienes Cristo murió. No podemos llegar a estar en contacto con la divinidad sin estar en contacto con la humanidad; porque en Aquel que está sentado sobre el trono del universo, se combinan la divinidad y la humanidad. Relacionados con Cristo, estamos relacionados con nuestros semejantes por los áureos eslabones de la cadena del amor. Entonces la piedad y la compasión de Cristo se manifestarán en nuestra vida. No esperaremos que se nos traigan los menesterosos e infortunados. No necesitaremos que se nos suplique para sentir las desgracias ajenas. Será para nosotros tan natural ministrar a los menesterosos y dolientes como lo fué para Cristo andar haciendo bienes. MB 87.2

Siempre que haya un impulso de amor y simpatía, siempre que el corazón anhele beneficiar y elevar a otros, se revela la obra del Espíritu Santo de Dios.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 353. MB 87.3

El amor y simpatía de Cristo atraían a la gente—Era el desechado, el publicano y el pecador, el despreciado de las naciones, a quien Cristo llamaba, y a quien su ternura amorosa apremiaba para que acudiese a él. La única clase de gente a quien él nunca quiso favorecer era la de los que se engreían por amor propio, y menospreciaban a los demás.—El Ministerio de Curación, 121. MB 88.1

Amar como Cristo amó—El amor que se inspira en el amor que tenemos por Jesús verá en cada alma, rica o pobre, un valor que no puede ser medido por la estimación humana. El mundo se hunde en la insignificancia en comparación con el valor de un alma. El amor de Dios revelado por el hombre está más allá de todo cómputo humano. Es infinito. Y el agente humano, que es participante de la naturaleza divina, amará como Cristo ama, trabajará como Cristo trabajó. Habrá una compasión íntima y simpatía que no fallará ni se desanimará. Este es el espíritu que se debe fomentar en cada corazón y se debe revelar en cada vida. Este amor sólo puede existir y se puede conservar refinado, santo, puro y elevado mediante el amor del alma por Jesucristo, alimentado por la comunión diaria con Dios. Toda esta frialdad de parte de los cristianos es una negación de la fe. Pero este espíritu se desvanecerá ante los brillantes rayos del amor de Dios en el seguidor de Cristo. Voluntaria y naturalmente obedecerá la orden: Que os améis unos a otros: como os he amado”.—Manuscrito 60, 1897. MB 88.2

Orad pidiendo un corazón que simpatice—Tan ciertamente como creemos en Cristo y hacemos su voluntad, sin exaltación propia, sino caminando en toda humildad de la mente, así también ciertamente el Señor estará con nosotros. ... Orad que Dios os dé un corazón de carne, un corazón que pueda sentir los dolores ajenos, que pueda ser conmovido con la angustia humana. Orad que Dios os dé un corazón que no permita que hagáis oídos sordos a la viuda o al huérfano. Orad que podáis ser vasos de misericordia para el pobre, el desvalido y el oprimido. Orad que podáis amar la justicia y odiar el fraude, y que no hagáis diferencia en la dádiva de vuestros favores, con la excepción de tener en cuenta los casos de los necesitados e infortunados. Entonces se cumplirán en vosotros las promesas registradas en Isaías 58.—Carta 24, 1889. MB 88.3

Hablad una palabra de ánimo—Nunca seáis fríos, sin corazón y simpatía, ni dados a la censura. Nunca perdáis una oportunidad de decir una palabra que anime e inspire esperanza.—Joyas de los Testimonios 2:256. MB 89.1

Al trabajar en pro de las víctimas de los malos hábitos, en vez de señalarles la desesperación y ruina hacia las cuales se precipitan, dirigid sus miradas hacia Jesús. Haced que se fijen en las glorias de lo celestial. Esto será más eficaz para la salvación del cuerpo y del alma que todos los terrores del sepulcro puestos delante del que carece de fuerza y aparentemente de esperanza.—El Ministerio de Curación, 41. MB 89.2

Nadie es regenerado con oprobios—Es siempre humillante que se nos señalen nuestros errores. Nadie debe amargar tan triste experiencia con censuras innecesarias. Nadie fué jamás regenerado con oprobios, pero éstos han repelido a muchos y los indujeron a endurecer sus corazones contra todo convencimiento. La ternura, la mansedumbre y la persuasión pueden salvar al extraviado y cubrir multitud de pecados.—Ibid. 123. MB 89.3

Fomentad el amor a la hospitalidad—Al considerar vuestros intereses eternos, despertaos y comenzad a sembrar la buena simiente. Lo que sembráis, segaréis también. Viene la cosecha: el gran tiempo de cosechar cuando recogeremos lo que hemos sembrado. No habrá fracaso en la cosecha. La cosecha es segura. Ahora es el tiempo de sembrar. Haced ahora esfuerzos para ser ricos en buenas obras, “dadivosos, que con facilidad comuniquen; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano a la vida eterna”. Os imploro, mis hermanos, por doquiera, despojaos de vuestra frialdad de hielo. Fomentad en vosotros el amor a la hospitalidad, un amor para ayudar a los que necesitan socorro.—The Review and Herald, 20 de abril de 1886. MB 89.4

Revivid el espíritu del buen samaritano—No ha habido mucho del espíritu del buen samaritano en nuestras iglesias. Han sido pasados por alto muchos necesitados, como el sacerdote y el levita pasaron por alto al herido y magullado forastero que había sido dejado moribundo a la vera del camino. Precisamente los que necesitaban el poder del Salvador divino para curar sus heridas, han sido dejados sin atención e inadvertidos. Muchos han procedido como si fuera suficiente saber que Satanás tenía su trampa toda lista para un alma, y que ellos podían irse a casa y descuidar a la oveja perdida. Es evidente que los que manifiestan un espíritu tal no han sido participantes de la naturaleza divina, sino de los atributos del enemigo de Dios.—Testimonies for the Church 6:294, 295. MB 90.1

Simpatía tanto como caridad—Se me ha mostrado que entre los que aceptan la verdad presente hay muchos cuyo temperamento y carácter necesitan conversión. Todo el que pretende ser cristiano debiera examinarse a sí mismo, y ver si es tan bondadoso y considerado con sus prójimos como desea que sus prójimos sean con él. Cuando se cumpla esto, habrá un proceder que será de acuerdo con la similitud divina. MB 90.2

El Señor es honrado por vuestros actos de misericordia, por el ejercicio de la consideración bien meditada en favor de los infortunados y desvalidos. El huérfano y la viuda necesitan más que nuestra caridad. Necesitan simpatía, cuidado y palabras de compasión y una mano ayudadora para colocarlos donde puedan aprender a ayudarse a sí mismos. Todos los hechos realizados para aquellos que necesitan ayuda son como si fueran hechos para Cristo. En nuestro estudio para saber cómo ayudar a los infortunados, debiéramos estudiar la forma en la cual obraba Cristo. No rehusaba trabajar en favor de los que cometían errores; sus obras de misericordia eran hechas para todos, los justos y los injustos. Curaba las enfermedades de todos por igual y les daba lecciones provechosas si ellos humildemente las pedían. MB 91.1

Los que pretenden creer en Cristo han de representarlo mediante hechos de bondad y misericordia. Los tales nunca sabrán hasta el día del juicio qué bien han hecho al procurar seguir el ejemplo del Salvador.—Carta 140, 1908. MB 91.2

La bondad es la llave de un evangelismo más amplio—Si quisiéramos humillarnos ante Dios, ser amables, corteses y compasivos, se producirían cien conversiones a la verdad allí donde se produce una ahora.—Testimonios Selectos 5:263. MB 91.3