El Ministerio de la Bondad

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Capítulo 8—Las sociedades de beneficencia dorcas. su obra y su influencia

Devuelta a la vida para continuar su obra—En el curso de su ministerio, el apóstol Pedro visitó a los creyentes en Lida. Allí sanó a Eneas, que durante ocho años había estado postrado en cama con parálisis. “Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y hazte tu cama. Y luego se levantó. Y viéronle todos los que habitaban en Lida y en Sarona, los cuales se convirtieron al Señor”. MB 70.1

En Jope, ciudad que estaba cercana a Lida, vivía una mujer llamada Dorcas, cuyas buenas obras le habían conquistado extenso afecto. Era una digna discípula de Jesús, y su vida estaba llena de actos de bondad. Ella sabía quiénes necesitaban ropas abrigadas y quiénes simpatía, y servía generosamente a los pobres y afligidos. Sus hábiles dedos estaban más atareados que su lengua. MB 70.2

“Y aconteció en aquellos días que enfermando, murió”. La iglesia de Jope sintió su pérdida; y oyendo que Pedro estaba en Lida, los creyentes le mandaron mensajeros “rogándole: no te detengas en venir hasta nosotros. Pedro entonces levantándose, fué con ellos: y llegado que hubo, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas”. A juzgar por la vida de servicio que Dorcas había vivido, no es extraño que llorasen, y que sus cálidas lágrimas cayesen sobre el cuerpo inanimado. MB 70.3

El corazón del apóstol fué movido a simpatía al ver su tristeza. Luego, ordenando que los llorosos deudos salieran de la pieza, se arrodilló y oró fervientemente a Dios para que devolviese la vida y la salud a Dorcas. Volviéndose hacia el cuerpo dijo: “Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y viendo a Pedro, incorporóse”. Dorcas había prestado grandes servicios a la iglesia, y a Dios le pareció bueno traerla de vuelta del país del enemigo, para que su habilidad y energía siguieran beneficiando a otros y también para que por esta manifestación de su poder, la causa de Cristo fuese fortalecida.—Los Hechos de los Apóstoles, 107, 108. MB 70.4

Una digna discípula que no pudo ser preservada—Ella [Dorcas] había sido una digna discípula de Jesucristo y su vida se había caracterizado por actos de caridad y bondad hacia el pobre y el afligido y por su celo en la causa de la verdad. Su muerte fué una gran pérdida; la iglesia naciente no podía pasarse sin sus nobles esfuerzos. MB 71.1

Esta gran obra de resucitar a la muerta fué el medio para convertir a muchos en Jope a la fe de Jesús.—The Spirit of Prophecy 3:323, 324. MB 71.2