El Ministerio de Curación

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“De ti será siempre mi alabanza”

Después que la mujer de Capernaúm fuera sanada por el toque hecho con fe, Jesús quiso que reconociese el beneficio recibido. No se obtienen a hurtadillas ni se gozan en secreto los dones que el Evangelio ofrece. MC 67.3

“Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová,
que yo soy Dios.” Isaías 43:12.
MC 67.4

Nuestra confesión de su fidelidad es el factor escogido por el Cielo para revelar a Cristo al mundo. Debemos reconocer su gracia como fué dada a conocer por los santos de antaño; pero lo que será más eficaz es el testimonio de nuestra propia experiencia. Somos testigos de Dios mientras revelamos en nosotros mismos la obra de un poder divino. Cada persona tiene una vida distinta de todas las demás y una experiencia que difiere esencialmente de la suya. Dios desea que nuestra alabanza ascienda a él señalada por nuestra propia individualidad. Estos preciosos reconocimientos para alabanza de la gloria de su gracia, cuando son apoyados por una vida semejante a la de Cristo, tienen un poder irresistible que obra para la salvación de las almas. MC 67.5

Para nuestro propio beneficio, debemos refrescar en nuestra mente todo don de Dios. Así se fortalece la fe para pedir y recibir siempre más. Hay para nosotros mayor estímulo en la menor bendición que recibimos de Dios, que en todos los relatos que podamos leer acerca de la fe y experiencia ajenas. El alma que responda a la gracia de Dios será como un jardín regado. Su salud brotará raudamente; su luz nacerá en la obscuridad, y la gloria de Dios la acompañará. MC 68.1

“¿Qué pagaré a Jehová
por todos sus beneficios para conmigo?
Tomaré la copa de la salud,
e invocaré el nombre de Jehová.
Ahora pagaré mis votos a Jehová
delante de todo su pueblo.” Salmos 116:12-14.
MC 68.2

“A Jehová cantaré en mi vida:
A mi Dios salmearé mientras viviere.
Serme ha suave hablar de él:
yo me alegraré en Jehová.” Salmos 104:33, 34.
MC 68.3

“¿Quién expresará las valentías de Jehová?
¿quién contará sus alabanzas?” Salmos 106:2.
MC 68.4

“Invocad su nombre:
haced notorias sus obras en los pueblos.
Cantadle, cantadle salmos:
hablad de todas sus maravillas.
MC 68.5

Gloriaos en su santo nombre:
alégrese el corazón de los que buscan a Jehová.” Salmos 105:1-3.
MC 69.1

“Porque mejor es tu misericordia que la vida:
mis labios te alabarán. ...
Como de meollo y de grosura será saciada mi alma;
y con labios de júbilo te alabará mi boca,
cuando me acordaré de ti en mi lecho,
cuando meditaré de ti en las velas de la noche.
Porque has sido mi socorro;
y así en la sombra de tus alas me regocijaré.” Salmos 63:3-7.
MC 69.2

“En Dios he confiado: no temeré
lo que me hará el hombre.
Sobre mí, oh Dios, están tus votos:
te tributaré alabanzas.
Porque has librado mi vida de la muerte,
y mis pies de caída,
para que ande delante de Dios en la luz de los que viven.” Salmos 56:11-13.
MC 69.3

“Oh Santo de Israel.
Mis labios cantarán cuando a ti salmeare,
y mi alma, a la cual redimiste.
Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día.”
MC 69.4

“Seguridad mía desde mi juventud. ...
De ti será siempre mi alabanza.” Salmos 71:22-24, 5, 6.
“Haré perpetua la memoria de tu nombre:...
Por lo cual te alabarán los pueblos.” Salmos 45:17.
MC 69.5