El Ministerio de Curación

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Planes para el futuro

De todos los dones que el Cielo pueda conceder a los hombres, la comunión con Cristo en sus padecimientos es el mayor cometido y el más alto honor. Ni Enoc, el que fué trasladado al cielo, ni Elías, el que ascendió en un carro de fuego, fueron mayores o más honrados que Juan el Bautista, que murió en la soledad de un calabozo. “A vosotros es concedido por Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él.” Filipenses 1:29. MC 379.6

Muchos son incapaces de idear planes definidos para lo porvenir. Su vida es inestable. No pueden entrever el desenlace de los asuntos, y esto los llena a menudo de ansiedad e inquietud. Recordemos que la vida de los hijos de Dios en este mundo es vida de peregrino. No tenemos sabiduría para planear nuestra vida. No nos incumbe amoldar lo futuro en nuestra existencia. “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por heredad; y salió sin saber dónde iba.” Hebreos 11:8. MC 380.1

Cristo, en su vida terrenal, no se trazó planes personales. Aceptó los planes de Dios para él, y día tras día el Padre se los revelaba. Así deberíamos nosotros también depender de Dios, para que nuestras vidas fueran sencillamente el desenvolvimiento de su voluntad. A medida que le encomendemos nuestros caminos, él dirigirá nuestros pasos. MC 380.2