El Ministerio de Curación

147/183

Los clásicos

En los colegios y universidades, millares de jóvenes dedican buena parte de los mejores años de su vida al estudio del griego y del latín. Y mientras que están empeñados en estos estudios, la mente y el carácter se amoldan a los malos sentimientos de la literatura pagana, cuya lectura se considera generalmente como parte esencial del estudio de dichos idiomas. MC 349.4

Los que se han familiarizado con los clásicos declaran que “las tragedias griegas están llenas de incestos, muertes y sacrificios humanos hechos a dioses sensuales y vengativos.” Mucho mejor sería para el mundo que se prescindiera de la educación conseguida de semejantes fuentes. “¿Andará el hombre sobre las brasas, sin que sus pies se abrasen?” Proverbios 6:28. “¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie.” Job 14:4. ¿Podemos esperar entonces que la juventud desarrolle un carácter cristiano mientras que su educación se amolda a la enseñanza de los que desafiaron los principios de la ley de Dios? MC 350.1

Al prescindir de toda restricción y sumirse en diversiones temerarias, en disipaciones y vicios, los alumnos no hacen otra cosa que imitar lo que esos estudios les presentan. Hay carreras en que es necesario el conocimiento del griego y del latín. Algunos han de estudiar estos idiomas. Pero el conocimiento de ellos que resulta indispensable para los fines prácticos puede adquirirse sin estudiar una literatura corrompida y corruptora. MC 350.2

Muchos no necesitan conocer el griego ni el latín. El estudio de las lenguas muertas debería posponerse al de temas que enseñen el empleo correcto de todas las facultades del cuerpo y de la mente. Es locura que los estudiantes dediquen su tiempo al estudio de lenguas muertas, o a adquirir conocimiento de libros de cualquier ramo, en menoscabo de su preparación para las obligaciones prácticas de la vida. MC 350.3

¿Qué llevan consigo los estudiantes al salir de la escuela? ¿Adónde van? ¿Qué van a hacer? ¿Tienen el caudal de conocimientos necesario para enseñar a otros? ¿Han sido educados para ser buenos padres y madres de familia? ¿Pueden ponerse a la cabeza de una familia como maestros entendidos? La única educación digna de este nombre es la que induce a los jóvenes y a las jóvenes a ser como Cristo, la que los habilita para cargar con las responsabilidades de la vida y ser jefes de familia. Esta educación no se adquiere en el estudio de los clásicos paganos. MC 350.4

Muchas de las publicaciones populares del día están plagadas de episodios sensacionales y educan a la juventud en la perversidad, y la llevan por la senda de la perdición. Niños de tierna edad son viejos ya en el conocimiento del crimen. Los incitan al mal las narraciones que leen. Realizan en la imaginación las hazañas descritas en su lectura, hasta que llega a despertarse en ellos el ardiente deseo de delinquir y evitar el castigo. MC 351.1

Para la inteligencia activa de niños y jóvenes, las escenas descritas en fantásticas revelaciones del porvenir son realidades. Al predecirse revoluciones y describirse toda clase de procedimientos encaminados a acabar con las vallas de la ley y del dominio de sí mismo, muchos concluyen por adoptar el espíritu de estas representaciones. Son inducidos a cometer crímenes aun peores, si ello es posible, que los narrados tan vívidamente por los escritores. Con tales influencias la sociedad está en vías de desmoralizarse. Las semillas de la licencia son sembradas a manos llenas. Nadie debe sorprenderse de que de ello resulte tan abundante cosecha de crímenes. MC 351.2

Apenas en menor grado que las obras ya mencionadas, son una maldición para el lector las novelas y los cuentos frívolos y excitantes. Puede ser que el autor quiera enseñar en su obra alguna lección moral, y saturarla de sentimientos religiosos, pero muchas veces éstos sólo sirven para velar las locuras e indignidades del fondo. MC 351.3

El mundo está inundado de libros llenos de errores seductores. La juventud recibe como verdad lo que la Biblia denuncia como falsedad, y le gusta con pasión el engaño que arruina al alma. MC 351.4

Ciertas obras de imaginación fueron escritas con el objeto de enseñar la verdad o denunciar algún grave mal. Varias de estas obras han hecho algún bien. Sin embargo, han ocasionado un daño indecible. Contienen declaraciones y descripciones de estilo refinado que excitan la imaginación y despiertan toda una serie de pensamientos llenos de peligro, especialmente para la juventud. Las escenas en ellas descritas se reproducen una y muchas veces en el pensamiento del lector. Semejantes lecturas inutilizan la mente y la incapacitan para el ejercicio espiritual. Destruyen el interés por la Biblia. Las cosas del cielo ocupan entonces poco lugar en el pensamiento. Al detenerse éste en las escenas de impureza descritas, despiértase la pasión y el pecado es el resultado. MC 351.5

Aun las novelas que no contengan sugestiones impuras, o que estén destinadas a enseñar excelentes principios, son perjudiciales. Fomentan el hábito de la lectura rápida y superficial, sólo por el interés de la intriga. Tienden así a destruir la facultad de pensar con ilación y vigor; incapacitan al alma para examinar los grandes problemas del deber y del destino. MC 352.1

Al fomentar el amor a la mera diversión, la lectura de las obras de imaginación produce hastío de los deberes prácticos de la vida. Con su poder excitante y embriagador, son no pocas veces una causa de enfermedad mental y física. Más de un hogar miserable y descuidado, más de un inválido para toda la vida, más de un demente, llegaron a ser lo que son a causa de la lectura de novelas. MC 352.2