Reflejemos a Jesús

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La vida es un encargo sagrado, 18 de mayo

Contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz. Salmos 36:9. RJ 144.1

Necesitamos, como obreros, contemplar a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe. Como obreros juntamente con Dios, debemos atraer almas a Cristo. Debemos recordar que cada uno tiene una parte especial que desempeñar en el servicio del Maestro. ¡Oh, cuánto bien podrían realizar los miembros de la iglesia si comprendieran su responsabilidad de dirigir hacia el Redentor la atención de quienes entran en contacto con ellos! RJ 144.2

Cuando los miembros de iglesia se ocupen desinteresadamente en la obra que les ha sido encomendada por Dios, se ejercerá una influencia mucho más vigorosa en favor de las almas que están a punto de morir y se harán esfuerzos mucho más fervientes en los planes médico-misioneros. Cuando cada miembro de la iglesia haga su parte fielmente, los obreros en el campo serán ayudados y alentados, y la causa de Dios avanzará con poder... RJ 144.3

Cuando dedica tiempo a cultivar su jardín, haciendo así el ejercicio que se necesita para mantener el sistema en buen funcionamiento, usted está realizando la obra de Dios tanto como al celebrar reuniones. Dios es nuestro Padre, El nos ama, y El no requiere de ninguno de sus siervos que abuse de su cuerpo. RJ 144.4

Otra causa, tanto de pobre salud como de ineficiencia en el trabajo, es la indigestión. Es imposible que el cerebro cumpla su óptimo trabajo cuando se abusa de las funciones digestivas. Muchos comen apresuradamente diversas clases de alimentos; esto origina disturbios en el estómago y confunde la mente. El uso de comida nociva, y el exceso aun de la que es saludable, deberían evitarse por igual. Muchos comen a toda hora, haciendo caso omiso de las leyes de la salud. Entonces la lobreguez cubre la mente. ¿Cómo pueden los hombres ser honrados con esclarecimiento divino cuando son tan descuidados en sus hábitos, tan desatentos con la luz que Dios les ha dado en relación con estas cosas?... RJ 144.5

La vida es un encargo sagrado, y solamente Dios puede capacitarnos a fin de que lo guardemos y usemos para su gloria. Pero el que formó la maravillosa estructura del cuerpo tomará especial cuidado en guardarlo en orden si los hombres no obran con propósitos opuestos al suyo. El nos ayudará a desarrollar cada talento que nos ha confiado, y a usarlo en armonía con la voluntad del Dador. Se añaden días, meses y años a nuestra existencia a fin de que ampliemos nuestras oportunidades y ventajas para trabajar por nuestra salvación individual, y para que promovamos el bienestar de otros por medio de nuestra vida abnegada. De esa manera podremos edificar el reino de Cristo y hacer manifiesta la gloria de Dios.—The Review and Herald, 20 de junio de 1912. RJ 144.6