Reflejemos a Jesús

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El valor saludable de la vida al aire libre, 11 de mayo

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. 3 Juan 2. RJ 137.1

Las cosas de la naturaleza son bendiciones de Dios destinadas a proporcionar salud al cuerpo, al espíritu y al alma. Son dadas al que goza de buena salud para que la conserve y al enfermo para curarlo. Asociadas a los tratamientos hidroterápicos, son más eficaces para el restablecimiento de la salud que todas las drogas del mundo. RJ 137.2

En el campo, los enfermos hallan muchas cosas que apartan su atención de su persona y de sus sufrimientos. Por todas partes pueden ver las bellezas de la naturaleza: las flores, los campos, los árboles frutales cargados de sus ricos tesoros, los árboles del bosque que dan su sombra gratificante, y las colinas y los vallles con sus matices verdes tan variados y las diferentes escenas de la vida que en ellos se manifiestan. RJ 137.3

Además, los enfermos no quedan simplemente arrobados por lo que les rodea, sino que aprenden al mismo tiempo preciosas lecciones espirituales. Rodeados por las obras maravillosas de Dios, su espíritu se eleva de las cosas visibles a las invisibles. Las bellezas de la naturaleza los inducen a pensar en los encantos inefables de la tierra renovada, donde nada vendrá ya a destruir las bellezas de la naturaleza, ni a causar enfermedad o muerte. RJ 137.4

La naturaleza es el médico de Dios. El aire puro, el alegre sol, las bellas flores y los grandes árboles, los vegetales, los viñedos y el ejercicio al aire libre en medio de esas cosas maravillosas, he aquí lo que comunica salud, he aquí el elixir de vida. La vida al aire libre es el único medicamento que muchos enfermos necesitan. Su influencia es potente para curar las enfermedades que resultan de la vida moderna, de esa vida que debilita y destruye las energías mentales y espirituales. RJ 137.5

¡Con qué agradecimiento los enfermos cansados del régimen de la ciudad, del encandilamiento de las luces y del ruido de la calle, acogen la paz y la libertad que se disfruta en el campo! ¡Con qué avidez se ponen a contemplar las escenas de la naturaleza! ¡Cuán felices serían con gozar de las ventajas de un sanatorio en el campo, donde pudiesen sentarse al aire libre, alegrarse al sol y respirar el suave perfume de los árboles y de las flores! Hay propiedades vivificantes en el bálsamo de los pinos, en el perfume de las coníferas; hay aun otros árboles que comunican salud; no hay que derribarlos inconscientemente: cultívenlos cuando están en número suficiente y plántenlos cuando faltan... RJ 137.6

Nada tiene mejor éxito para restablecer la salud y dar felicidad... que vivir entre las cosas atrayentes de la campiña... Dios nos ayude a hacer cuanto esté en nuestro poder para utilizar las fuerzas vivificantes del sol y del aire puro.—Testimonios Selectos 5:36-39. RJ 137.7