Reflejemos a Jesús

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Hemos de revelar los puros principios del cielo, 5 de mayo

Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré. 2 Corintios 6:17. RJ 131.1

Hay cristianos de profesión que gastan al año ingentes cantidades en goces inútiles y perniciosos, mientras muchas almas perecen por falta de la Palabra de vida. Roban a Dios en los diezmos y ofrendas, mientras consumen en aras de la pasión destructora más de lo que dan para socorrer a los pobres o para el sostenimiento del Evangelio. Si todos los que hacen profesión de seguir a Cristo estuviesen verdaderamente santificados, en lugar de gastar sus recursos en placeres inútiles y hasta perjudiciales, los invertirían en el tesoro del Señor, y los cristianos darían un ejemplo de temperancia, abnegación y sacrificio de sí mismos. Serían entonces la luz del mundo. RJ 131.2

El mundo está entregado a la sensualidad. “Los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida” (1 Juan 2:16) gobiernan las masas del pueblo. Pero los discípulos de Cristo son llamados a una vida santa. “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo”. A la luz de la Palabra de Dios, se justifica el aserto de que la santificación que no produce este completo desprendimiento de los deseos y placeres pecaminosos del mundo, no puede ser verdadera. RJ 131.3

A aquellos que cumplen con las condiciones: “Salid de en medio de ellos, y apartaos... y no toquéis lo inmundo”, se refiere la promesa de Dios: “Y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” 2 Corintios 6:17, 18. Es privilegio y deber de todo cristiano tener una grande y bendita experiencia de las cosas de Dios. “Yo soy la luz del mundo—dice Jesús—; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”Juan 8:12. “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. Proverbios 4:18. Cada paso que se da en fe y obediencia pone al alma en relación más íntima con la luz del mundo, en quien “no hay ningunas tinieblas”. 1 Juan 1:5. Los rayos luminosos del Sol de justicia brillan sobre los siervos de Dios, y éstos deben reflejarlos. Así como las estrellas nos hablan de una gran luz en el cielo, con cuya gloria resplandecen, así también los cristianos deben mostrar que hay en el trono del universo un Dios cuyo carácter es digno de alabanza e imitación. Las gracias de su Espíritu, su pureza y santidad, se manifestarán en sus testigos.—el Conflicto de los Siglos, 529, 530. RJ 131.4

Nuestra obra en este mundo ha de revelar los puros principios que existen en el cielo.—Alza tus Ojos, 289. RJ 131.5