La Fe por la Cual Vivo

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La justicia de Cristo es suficiente, 15 de abril

Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas: la justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él; porque no hay diferencia. Romanos 3:21, 22. FV 113.1

“Aquellos a quienes el cielo reconoce como santos son los últimos en alardear de su bondad. El apóstol Pedro llegó a ser fiel ministro de Cristo, y fue grandemente honrado con la luz y el poder divinos; tuvo una parte activa en la formación de la iglesia de Cristo; pero Pedro nunca olvidó la terrible vicisitud de su humillación; su pecado fue perdonado; y sin embargo, él bien sabía que para la debilidad de carácter que había ocasionado su caída sólo podía valer la gracia de Cristo. No encontraba en sí mismo nada en qué gloriarse. FV 113.2

“Ninguno de los apóstoles o profetas pretendió jamás estar sin pecado. Los hombres que han vivido más cerca de Dios, que han estado dispuestos a sacrificar la vida misma antes que cometer a sabiendas una acción mala, los hombres a los cuales Dios había honrado con luz y poder divinos, han confesado la pecaminosidad de su propia naturaleza. No han puesto su confianza en la carne, no han pretendido tener ninguna justicia propia, sino que han confiado plenamente en la justicia de Cristo. Así harán todos los que contemplen a Cristo.”—Sketches From the Life of Paul, 148, 149. FV 113.3

“Es precioso el pensamiento de que la justicia de Cristo nos es imputada, no por mérito de nuestra parte, sino como don gratuito de Dios. El enemigo ... no quiere que esta verdad sea presentada ... porque sabe que si la gente la recibe ... habrá perdido su poder sobre ella.”—Obreros Evangélicos, 169.* FV 113.4