La Edificación del Carácter
El tiempo de prueba
En verano, al mirar a los árboles del bosque lejano, todos arropados con un hermoso manto de verdor, es posible que no podamos distinguir entre los árboles de hojas perennes y las demás especies. Pero cuando se acerca el invierno, y el rey de la escarcha los aprisiona en su helado abrazo, despojando a los otros árboles de su hermoso follaje, las especies de hoja perenne se disciernen con facilidad. Tal ocurrirá con todos los que andan en humildad, desconfiados de sí mismos, pero asiéndose temblorosamente de la mano de Cristo. En tanto que los que confían en sí mismos, y dependen de su propia perfección de carácter, pierden su falso manto de justicia cuando son expuestos a las tormentas de la prueba, los que son verdaderamente justos y con sinceridad aman y temen a Dios, lucen el manto de la justicia de Cristo tanto en la prosperidad como en la adversidad. ECFP 9.1
La abnegación, el sacrificio propio, la benevolencia, la bondad, el amor, la paciencia, la fortaleza y la confianza cristiana son los frutos cotidianos que llevan aquellos que están realmente vinculados con Dios. Sus actos pueden no ser publicados al mundo, pero ellos están luchando todos los días contra el mal, ganando preciosas victorias contra la tentación y el error. Votos solemnes son renovados, y cumplidos por la fuerza obtenida mediante la oración fervorosa y la constante vigilancia. La persona ardiente y entusiasta no discierne las luchas de estos obreros silenciosos; pero el ojo de Aquel que ve los secretos del corazón, nota y considera con aprobación todo esfuerzo realizado con humildad y mansedumbre. Es el tiempo de prueba el que revela el oro puro del amor y la fe en el carácter. El celo perseverante y el afecto cálido de los verdaderos seguidores de Cristo se desarrollan cuando vienen sobre la iglesia pruebas y perplejidades. ECFP 9.2
Nos entristece ver a cristianos profesos que son desviados por la falsa y fascinante teoría de que ellos son perfectos, pues resulta muy difícil desengañarlos y guiarlos por la senda recta. Han tratado de hacer el adorno exterior hermoso y agradable, mientras falta el interior, es a saber la mansedumbre y la humildad de Cristo. Todos pasarán por el tiempo de prueba, y en esa ocasión, las esperanzas de muchos que durante años se han sentido seguros, resultarán no tener fundamento. Cuando se los coloca en nuevas posiciones, bajo variadas circunstancias, algunos que han parecido ser pilares en la casa de Dios revelan que son madera podrida debajo de la pintura y el barniz. El humilde de corazón, que diariamente ha sentido la importancia de unir su alma con la Roca eterna, permanecerá incólume en medio de las tempestades de la prueba, porque no confió en sí mismo. “El fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos”. 2 Timoteo 2:19. ECFP 10.1