La Edificación del Carácter

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La oración de Pablo por la iglesia

En su carta a la iglesia de Efeso, Pablo les presenta “el misterio del Evangelio” (Efesios 6:19), “las inescrutables riquezas de Cristo” (Efesios 3:8), y entonces les asegura que elevará sus fervientes oraciones por su prosperidad espiritual: ECFP 83.2

“Doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo... que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”. Efesios 3:14, 16-19. ECFP 83.3

También escribe a sus hermanos corintios, “santificados en Cristo Jesús”: “Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Corintios 1:2, 3-7. Estas palabras son dirigidas no solamente a la iglesia de Corinto, sino a todos los hijos de Dios hasta el fin del tiempo. Todo cristiano debe gozar la bendición de la santificación. ECFP 84.1

El apóstol continúa con estas palabras: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”. 1 Corintios 1:10. Pablo no les habría pedido que hicieran algo que fuera imposible. La unidad es el resultado seguro de la perfección cristiana. ECFP 84.2

En la epístola a los colosenses también se presentan los gloriosos privilegios otorgados a los hijos de Dios. “Habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos... desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad”. Colosenses 1:4, 9-11. ECFP 84.3