La Edificación del Carácter

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Deseos que batallan contra el alma

Dondequiera se encuentren, los que estén verdaderamente santificados elevarán la norma moral manteniendo hábitos físicos correctos, y a semejanza de Daniel, presentarán a otros un ejemplo de temperancia y abnegación. Todo apetito depravado llega a ser un deseo que batalla contra el alma. Todo lo que está en conflicto con la ley natural crea una condición enferma del alma. La complacencia del apetito produce un estómago dispéptico, un hígado torpe, un cerebro entenebrecido, y así pervierte el temperamento y el espíritu del hombre. ¡Y estos poderes debilitados son ofrecidos a Dios, quien rehusaba aceptar las víctimas para el sacrificio a menos que fueran sin tacha! Es nuestro deber colocar nuestros apetitos y hábitos de vida en conformidad con la ley natural. Si los cuerpos ofrecidos sobre el altar de Cristo fueran examinados con el estrecho escrutinio al cual eran sujetos los sacrificios judaicos, ¿quién sería aceptable? ECFP 27.1

¡Con qué cuidado deben los cristianos regular sus hábitos, para que puedan preservar la plenitud del vigor de toda facultad, a fin de dedicarla al servicio de Cristo! Si queremos ser santificados en cuerpo, alma y espíritu, debemos vivir en conformidad con la ley divina. El corazón no puede mantener la consagración a Dios mientras se complacen los apetitos y las pasiones a expensas de la salud y la vida. Los que violan las leyes de las cuales depende la salud, deben sufrir la penalidad. Han limitado de tal manera sus capacidades en todo sentido que no pueden realizar en forma adecuada sus deberes para con sus semejantes, y fracasan por completo en responder a las exigencias de Dios. ECFP 27.2

Cuando el clero escocés pidió a Lord Palmerston, primer ministro inglés, que decretara un día de ayuno y oración para detener el cólera, él replicó, en efecto: “Limpiad y desinfectad vuestras calles y casas, promoved la limpieza y la salud entre los pobres, y tratad de que estén abundantemente suplidos con alimentos buenos y vestidos, y emplead en forma generalizada medidas sanitarias correctas, y no tendréis ocasión de ayunar y orar. Tampoco oirá el Señor vuestras oraciones mientras estas medidas preventivas no sean usadas”. ECFP 28.1

Dice San Pablo: “Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. 2 Corintios 7:1. El presenta para nuestro ánimo la libertad de que gozan los que verdaderamente están santificados: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Romanos 8:1. Recomienda a los Gálatas: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Gálatas 5:16. Nombra algunas de las formas de deseos carnales: “Borracheras, orgías, y cosas semejantes”. Gálatas 5:21. Y después de mencionar los frutos del Espíritu, entre los cuales está la temperancia, agrega: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Gálatas 5:24. ECFP 28.2

“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. Gálatas 5:25. ECFP 29.1